Mérida.- En tan solo dos meses, los pacientes renales de Mérida vuelven a la calle a exigir insumos para sus tratamientos, en virtud de que desde la semana pasada no se dializan porque al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) no ha llegado el material médico necesario.
La mañana de este martes 5 de junio más de una decena de pacientes protestaron exigiendo sus tratamientos. En esta ocasión fueron menos los que acudieron a manifestar su descontento, pues muchos de los que regularmente protestan ya no tienen fuerza para movilizarse, otros sufren por la falta de unidades de transporte y otros más no tienen ni siquiera con qué pagar el precio del pasaje.
Orgi Isabel Perdomo Jeréz, paciente renal, describió el calvario que vive cada vez que no hay dializadores. Aseguró que de las personas que están en las mismas condiciones muchas se encuentran en cama, pues desde el pasado viernes no pudieron hacerse el tratamiento.
Los pacientes renales fueron atendidos por el director del hospital del Ivss, Ramón Nieves, quien les informó que el camión con los insumos viene camino a Mérida, por lo que estiman que entre jueves o viernes puedan realizarse los tratamientos.
“Este no es el deber ser; acá debe haber un deposito de material para que no pasemos días sin diálisis, porque estar sin el tratamiento nos preocupa y nos enferma aún más”, dijo Orgi Perdomo, al cuestionar las explicaciones del director del hospital del Ivss, quien les resaltó que el bloqueo económico incide directamente en la compra y distribución de los materiales médicos y de allí la justificación del retraso.
Agua y transporte se suman a las preocupaciones
Además de exigir las tres diálisis al día, los pacientes renales denunciaron que sus tratamientos son de menos de cuatro horas por fallas en el suministro de agua potable en la ciudad de Mérida.
Orgi Perdomo aseguró que las últimas diálisis han sido de tres y tres horas y media.
Dijeron que se sienten afectados no solo por no tener las tres diálisis semanales, sino porque la crisis de transporte que se vive en Mérida incide negativamente en sus traslados hacia las unidades de diálisis.
Ante esta realidad, los pacientes renales no solo se enfrentan a la falta de material para sus tratamientos, sino que deben someterse a los trastornos de la cotidianidad que causa la falta de agua y de transporte, por lo que las preocupaciones por mantener su estado de salud ahora son mayores.