Cuando los opuestos se tocan. ¿Han podido presenciar ese momento en el que los más disímiles, las dos esquinas, el blanco y el negro, el agua y el aceite, se mezclan?.
Son segundos reveladores. Toda una serendipia, un descubrimiento afortunado, muchas veces hermoso; otras un momento esclarecedor.
Ayer en un chat de periodistas, gracias a una genial colega, Maryorin Mendez, conseguimos la mejor frase para el comentario de hoy.
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Y es que a veces “Trump puede ser tan Maduro” -y viceversa- que, por un momento, solo por un momento, lo único que vemos entre La Casa Blanca y Miraflores es un delgado puente de coincidencias.
Les hablamos en realidad sobre la libertad de prensa, un indicador indiscutible de la calidad de las democracias en el mundo, una de sus garantías (de hecho); y entonces tenemos que reflexionar acerca de los límites que nos impone el poder a los periodistas, de cómo se enfrenta el poder a las preguntas que considera incómodas y, por supuesto, de la forma en la que los periodistas hacemos nuestro trabajo porque esto también hay que considerarlo en cualquier debate sobre este asunto.
Les decimos que ayer Trump fue muy Maduro porque, con el trato destemplado y la andanada de descalificativos que el presidente de los Estados Unidos le dio en una rueda de prensa al periodista Jim Acosta (de ascendencia cubana) quien trabaja para CNN (cadena de tendencia demócrata), quedó demostrado claramente que entre nuestro profesional del volante y el gran magnate gringo existe un punto en común: su intolerancia frente a las preguntas incómodas.
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Trump terminó llamando enemigo del pueblo, grosero y “terrible persona” al periodista luego de que este insistiera en preguntarle si Trump creía que había “demonizado” a la caravana de inmigrantes que intenta entrar a los Estados Unidos cuando se refirió a ella como una “invasión”.
Muchos de los periodistas venezolanos tuvimos un ligero déjàvu, o es que acaso no nos acordamos de la respuesta de Maduro al periodista Esteban Rojas de AFP.
A este respecto tampoco es que Maduro y Trump son “separados al nacer” pero las semejanzas en el trato que le dan a la prensa que consideran “impertinente” deja mucho para la reflexión.
Y por eso muchos vemos con preocupación cuando se apoya de forma vertical e irrestricta a líderes de la talla de Trump y Bolsonaro (en Brasil) solo porque parecen ser lo opuesto a Maduro. Porque la verdad es que todos pueden ser tan maduros.
Frente a ciertas libertades como la de la prensa, la de informar, opinar, disentir, el poder no distingue la izquierda de la derecha, siempre y cuando pueda cerrar cualquiera de las dos manos en puño.