Caracas.- Orianny Rodríguez entró caminando y sonriendo al Hospital Dr. Domingo Luciani, en el este de Caracas el 6 de marzo. Iban a extraerle cuatro muelas y el procedimiento requería anestesia general, pero por razones que la familia aún desconoce la niña entró en paro respiratorio durante 20 minutos apenas inició la intervención. Sin respuestas ni la atención adecuada, Orianny pasó 34 días hospitalizada y en ese lapso su familia la vio desvanecerse poco a poco hasta morir, el pasado 10 de abril.
Enmanuel Rodríguez, padre de Orianny estuvo en contacto telefónico con El Pitazo días posteriores al fallecimiento de la niña hasta el viernes 24 de abril. Camina hoy entre el duelo y su deseo de que haya justicia. Por eso la denuncia fue interpuesta ante el Cicpc horas antes de que la niña falleciera. Días atrás, la familia también había acudido a Fiscalía para reportar las irregularidades que acabaron con la vida de la pequeña.
Rodríguez cuenta que las irregularidades en torno a la atención médica de la niña iniciaron el mismo día de la operación, cuando el equipo a cargo de la cirugía no explicó con claridad las causas por las que la niña entró en paro. La sacaron de quirófano inconsciente y la hospitalizaron en la sala de pediatría de la emergencia del centro de salud, alegando falta de cupo en terapia intensiva.
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Aunque todos los exámenes preoperatorios estaban al día y en orden, el padre de la niña no fue informado sobre las causas que generaron la complicación y que algunos especialistas externos al Domingo Luciani atribuyen a una sobredosis de anestesia y otros a una reacción del organismo.
En la emergencia de “El Llanito” las condiciones de la niña empeoraron y debió ser intubada. La familia pidió un informe médico en múltiples ocasiones y ante la insistencia solo recibió un papel de reciclaje mal cortado en el que declaraban a Orianny con “muerte cerebral”.
La familia se negó a aceptar el diagnóstico. Hablaron con el subdirector del hospital y, ante la ausencia del neuropedíatra del centro de salud, pidieron autorización para que especialistas externos la revisarán. Ellos corroboraron que el diagnóstico estaba errado y a los días la niña logró respirar sin ayuda.
Sin embargo, la atención médica no mejoró. Rodríguez destaca que entre las irregularidades en la atención de su hija se cuentan también la ausencia del especialista que el día que debía revisar el caso no llegó al hospital “porque estaba celebrando El Día del Médico”. Además, asegura que cuando finalmente la atendió le recetó un medicamento descontinuado y que no existía en Venezuela, para tratar sus convulsiones constantes.
“Nos decían que solo podía ser ese, que no lo iban a cambiar… Nos hicieron buscar una sonda para alimentar a la niña con unas medidas incorrectas e inexistentes según la marca, y ella pasó casi los 34 días en el hospital sin comer nada, vimos cómo se fue desgastando y poniendo flaquita sin poder hacer nada”, contó Rodríguez.
Indolencia
Diego Ruiz, tío de la niña, relató que la familia pedía constantemente informes y en algunas oportunidades solicitó el permiso para trasladar a la niña, pero nunca les dieron ningún tipo de documentación que explicara detalladamente el estado de salud de su hija.
Aunque la mamá de la niña jamás se separó de su lado, el padre en su desesperación acudió a las autoridades e incluso a los medios de comunicación para denunciar la negligencia, el resultado fue la amenaza de la directora del Domingo Luciani, la doctora Murelina Guzmán.
El 9 de abril, cuenta Rodríguez, la funcionaria acudió al área de emergencia pediátrica y luego de dirigirse de forma grosera a la madre de la niña, le dijo que por haber declarado a los medios debían llevarse a la niña del hospital, pues allí no podrían seguir atendiéndola.
A partir del momento el estado de la niña empeoró y la familia acudió al Cicpc. El 10 de abril, cuando la comisión policial acudió al centro de salud la niña había sido trasladada a terapia intensiva y su madre pudo corroborar que este espacio estaba vacío.
A las 5:00 pm de ese mismo día la niña falleció.
Orianny era una niña risueña, alegre, tranquila, así la describe su padre. A los pocos años de edad se dieron cuenta de que tenía un espectro de autismo y trabajaron mucho junto a especialistas para sacarla adelante y que llegara con normalidad al tercer grado, que cursaba antes de morir.
Enmanuel Rodríguez solo busca justicia y por eso exhorta a la Fiscalía a acelerar y esclarecer el caso para que su familia encuentre paz.