Caracas.- Un calabozo del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) de El Paraíso, en Caracas, hay recluidos aproximadamente 80 presos, una celda que tiene la capacidad para albergar a 20 personas. Para el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) esto se traduce en un hacimiento crítico.
Mediante una nota de prensa del OVP de este 26 de octubre, reseñan que el hacinamiento carcelario en el Cicpc de El Paraíso genera preocupación en los familiares porque afecta directamente en las condiciones en las que conviven los reclusos día a día.
También cuentan que la preocupación crece con la posibilidad de que exista alguna enfermedad en la celda, ya que la propagación sería inmediata. «La atención médica en los centros de detención preventiva es nula», subrayó la organización.
Precarias condiciones de vida
El Observatorio Venezolano de Prisiones informa no es solo el hacinamiento lo que está afectando a los presos, pues afirman que no existe en Venezuela un sistema de protección que asegure que la vida de la persona que es recluida no se pondrá en juego mientras paga su condena o mientras se desarrollan las investigaciones.
«Si no hay familiares que día a día se tomen la tarea de llevar alimentos y enseres en general, es muy difícil que el privado de libertad salga con vida o al menos íntegro, luego de pagar condena», agregan en la nota de prensa.
Es el caso de los presos que tienen a sus familiares lejos o en otros casos no tienen a nadie que vele por ellos, son dejados a su suerte deliberadamente y terminan muertos o en estado de desnutrición severa, divulga el OVP.
Familiares de presos políticos piden apoyo para conocer condiciones de los reclusos
La comunicación enviada a los medios incluye el testimonio de un familiar de un privado de libertad que le dio una parálisis y desde ese entonces quedó en silla de ruedas y sin movilidad en las piernas; además, ha tenido problemas de hipertensión. Cuenta que la juez le mandó a hacer los exámenes con el forense, pero luego de los resultados no se pronunció. «Nada más indicó que él puede estar ahí”, dijo.
“Su mamá tiene que venir cada dos días a bañarlo, llevarlo al baño, hasta darle de comer porque él no puede”, puntualizó la familiar, quien clamó por ayuda antes de que sea demasiado tarde.
Para los familiares de estos privados de libertad no es lógico que no sean tomados en cuenta, indicando que no tienen información certera de lo que puede estar sucediendo, porque aunado a sus condiciones de salud está el hecho de los retrasos procesales justificados por la pandemia del COVID-19.