Caracas.- La inestabilidad en el suministro de electricidad y la ausencia de agua agotó la paciencia de los habitantes de Caracas. En medio del malestar que generaba un nuevo apagón en la ciudad y el resto del país, Luis Vargas Valenzuela, de 62 años, junto con su esposa e hijo, salió a protestar el domingo, 31 de marzo, en la avenida Fuerzas Armadas, donde reside, para exigir con otros vecinos la restitución de los servicios básicos, que tenían un mes sin recibir con regularidad. No era la única zona de la capital donde hubo reclamos dirigidos a Nicolás Maduro y a su gobierno; pero sí uno de los pocos sectores donde se denunció el asedio de las llamadas “cuadrillas de paz”, conformadas por civiles armados identificados con el oficialismo, quienes llegaron para detener la manifestación.
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Luis y su familia se incorporaron en la protesta cerca de las 10:00 de la mañana cuando los vecinos de la parroquia Altagracia habían armado barricadas en la vía de la Fuerzas Armadas, que obstaculizaron el tránsito por unas cuatro horas. Pasada la 1:00 de la tarde, los civiles armados, que ya se encontraban en la zona, cerca del puente de las Fuerzas Armadas, se acercaron, con armas cortas y largas, a amedrentar a los manifestantes. Comenzaron a disparar.
Las personas corrieron para resguardarse. Luis iba con otro grupo, trató de acelerar el paso, pero no pudo. Fue alcanzado por cuatro hombres, que lo tomaron por la camisa. Uno de ellos, incluso, disparó tres veces al suelo para asustarlo. Ninguna bala hirió a Luis. Sin embargo, eso no impidió que los llamados colectivos lo agredieran.
Tras rodearlo, uno de los hombres, que vestía camisa blanca y pantalón gris y cubría su rostro con una bandana roja, lo golpeó con un objeto metálico, parecido a un bastón retráctil, que no se podía identificar porque lo llevaba cubierto en unas bolsas blancas. Los primeros golpes que recibió Luis causaron lesiones en su antebrazo izquierdo, con el que intentó protegerse la cara. Luego recibió otro golpe en la cabeza que le produjo una herida que comenzó a sangrar. “Cuando vi a mi papá con la cabeza rota pensé que le habían pegado un tiro”, señaló Brian Vargas, el hijo de Luis de 28 años, quien lo acompañó en la protesta.
A Luis intentaron salvarlo de la paliza. Brian contó que un hombre se acercó para mediar con los civiles armados, pero resultó inútil.
─Chamo, dejen al señor, no lo golpeen─, dijo el muchacho.
─Vete de aquí, sino te detono─, le respondió el colectivo.
─Jódelo, jódelo, jódelo─, insistió otro de los hombres de la «cuadrilla de paz».
A Luis lo dejaron tirado y golpeado y, luego, unos residentes de la zona lo auxiliaron. Al verlo herido, Brian buscó otras personas para llevarlo con urgencia a un centro asistencial. A las 3:10 de la tarde, Luis fue ingresado a la emergencia de adultos del Hospital José María Vargas. La impotencia de Brian lo llevó a colgar en su cuenta de Twitter una foto en la que se ve a su padre recostado en una camilla con la mano llena de sangre. En ese mensaje, aseguró que Luis había sido golpeado por colectivos del chavismo.
Brian, al igual que otros manifestantes, antes de los disparos y los ataques, había visto a los hombres armados, en el puente de la Fuerzas Armadas, hablando con funcionarios de la Policía de Caracas. Luego, como se apreciaron en los videos que se viralizaron en redes sociales, los civiles comenzaron a disparar en dirección norte.
Una de las balas impactó en una de las piernas de Hillary Vallejo, de 18 años. El proyectil entró y salió. Ella no estaba en la protesta, pero había salido de su casa para ver el desarrollo de la manifestación. “Empecé a gritar como loca cuando sentí una presión en la pierna y comencé a sangrar”, señaló. Hillary, quien también fue trasladada al hospital Vargas. Allí ingresó primero que Luis y lograron curarle la herida. No tuvo complicaciones.
El padre de Brian llegó al hospital Vargas con un traumatismo craneoencefálico leve y una fractura en el brazo, indicaron médicos del hospital. Requería de rayos X pero en el centro de salud no estaba operativo el servicio de radiología, tampoco se le pudo hacer una tomografía. Las carencias de medicinas esenciales en el Vargas obligaron a Brian y a su mamá a recorrer farmacias por la ciudad. Fue imposible conseguir al momento un antibiótico que le recetaron a Luis.
«Los puntos de venta no funcionaban en las farmacias, tampoco se conseguía el medicamento”, dijo. Lo único que se le pudo aplicar a Luis fue una ampolla de toxoide tetánico -que debían colocarle porque fue herido con un objeto metálico-, luego de que lo trasladaran al dispensario de Salud Chacao, donde había disponibilidad de la medicina. “Lo que vivimos fue un caos”, lamenta Brian.