Los familiares de Alí Ramón Domínguez, de 28 años, solo tienen el recuerdo de la última nota de voz que envió desde su celular: “Hola, buenas tardes. Espero esté bien. No le había respondido porque no tenía datos. Ahora es un peo recargar saldo y hoy he estado full. Acabo de salir de una reunión con el Voluntariado por Venezuela. Lo de irte del país no lo critico en absoluto lo que si me aterroriza es que me digas que te cansas. Yo creo que estamos mucho más cerca de avanzar en concreto hacia algo. No estoy diciendo que sea el fin de todo, pero si estamos mucho más cerca del camino correcto y no podemos rendirnos”.
El joven comunicador social, egresado de la Universidad Bolivariana de Venezuela en el año 2013 le envió este mensaje a una amiga la tarde del 28 de febrero, el día en que no llegó a la casa de la señora Haydee, una mujer que lo adoptó como si fuera su hijo desde que tenía 13 años, pues era oriundo del estado Trujillo, específicamente de la localidad de Monay.
La señora Haydee ese jueves se quedó con la comida fría y servida en la mesa de su casa, establecida en la calle El Pomón, en el Barrió Unión de Petare. Alí no llegó a dormir ni se comunicó con ella, actitud que le pareció extraña, por no decir sospechosa; porque aunque desde hace seis años el joven no vivía con ella – luego de cursar el bachillerato y universidad en Caracas– “ese no era Alí”.
El no saber nada del joven hizo que las preocupaciones de la familia comenzaran a aflorar. El 1 de marzo manejaban la información que su última conexión en la plataforma de mensajería WhatsApp había sido a las 06:50 p.m. del jueves 28 de febrero, y que las últimas personas que lo vieron fueron los asistentes a una reunión del voluntariado por la Ayuda Humanitaria, en la sede del diario El Nacional; donde participó como miembro del chavismo disidente.
De acuerdo a su hermano Juan Domínguez esa fue la razón por la que el 23 de febrero se vino de San Juan de Los Morros, estado Guárico: “Cuando terminó sus estudios, Alí no regresó a Trujillo, sino se fue conmigo a San Juan donde yo tengo una distribuidora de hortalizas y víveres. Nunca ejerció, él se fue por el liderazgo político, era vocero en concentraciones: primero chavistas y luego opositoras. Hasta lo entrevistó Carlos Croes en Televen”.
Esa actitud activista se recargó con los acontecimientos que se llevaban a cabo en la frontera colombo-venezolana, que incluyeron el impedimento por parte de uniformados al paso de la ayuda humanitaria. “Cuando él vio lo que pasaba en Cúcuta solo me dijo: Tengo muchas cosas que hacer en Caracas, tengo varias reniones. Debo poner mi grano de arena para ayudar al país”.
La última vez que Alí tuvo contacto con su hermano Juan Domínguez fue el 26 de febrero. Por medio de una nota de voz la víctima le describió el atropello que sufrió su colega Jorge Ramos mientras le realizaba una entrevista al gobernante, Nicolás Maduro: “Mostrar ese vídeo (el audiovisual de los tres jóvenes comiendo de la basura) hizo que el periodista de Univisión fuese detenido. Maduro le canceló la entrevista que le concedió”.
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Pese a que el rastro de Alí se había perdido el último día de febrero, Juan asegura que no fue hasta el 2 de marzo que se enteró de la desaparición del joven por medio de otra hermana. Al ver la gravedad del asuntó viajó la madrugada del 3 de marzo a Caracas y se dispuso a visitar a la sede del Cicpc, en la avenida Urdaneta, y el Sebin de El Helicoide; también la morgue, comisarías, y hospitales, pero no lo encontró.
“Mi última opción fue ir al hospital de El Llanito. Llegué como a las 8:00 p.m. y me dijeron que fuera a la morgue que habían dos cadáveres sin reconocer, pero al verlos constaté que ninguno era». Sin embargo, en el centro de salud sí se encontraba el comunicador social.
La víctima estaba recluida en el área de terapia intensiva con un cuadro de salud que incluía traumatismo cráneo encefálico, fractura de tabique nasal, perdida de dientes, entre otras lesiones graves.
Sin saber la realidad, Juan se dirigió la mañana del 3 de marzo a la sede de la Policía Nacional Bolivariana, en Petare, a poner la denuncia de la desaparición por cumplirse el tiempo reglamentario. “Un funcionario me dijo: Deberías dejar pasar más días. Ese chamo debe haberse ido a la playa por carnavales”.
Luego de 72 horas de ser buscado por familiares y amigos, Alí fue ubicado en una camilla de El Llanito. Trabajadores del centro de salud aseguran que fue ingresado el 1 de marzo, luego de ser localizado en la autopista Francisco Fajardo. Juan maneja que lo trasladaron funcionarios de Protección Civil, pero “misteriosamente nadie anotó el nombre de quien lo llevó, a qué hora lo llevaron, donde lo consiguieron. Nada”.
Alí falleció la madrugada del 5 de marzo; no obstante, inconvenientes con la burocracia del hospital llevaron a que familiares pidieran trasladar su cuerpo a la morgue de Bello Monte este 6 de marzo pasadas las 3:00 p.m.
Las amenazas que generan desconfianza
Con lágrimas en los ojos el hermano de la víctima clama justicia y menciona que un ser humano “que solo vivía por el bienestar de los demás no merecía morir como un perro en esa camilla”. Para él, la versión del arrollamiento que señala el informe de El Llanito debe ser tomada con pinzas: “Es increíble que atropellen a alguien y no tenga ningún tipo de raspón o morado en el cuerpo. Yo reconocí el cadáver de mi hermano. Solo tenía golpes en la cabeza. Hasta la dentadura se la sacaron”.
Para el momento de la realización de esta nota, la morgue de Bello Monte no ha hecho entrega del informe forense que determine la muerte del comunicador. La familia no descarta el móvil de venganza, pues en los últimos meses de vida la víctima recibió amenazas por ser activista en contra del régimen.
“Mi hermano una vez me comentó que una vez funcionarios del Sebin lo montaron en una camioneta y a la altura de Brisas de Turumo (en Caucaguita, municipio Sucre) lo amenazaron que si seguía publicando mensajes en contra del gobierno en las redes sociales lo iban a joder”, indica Juan Domínguez.
Uno de las últimas declaraciones de la víctima las tomó una periodista española, quien eligió a Alí para que frente a las cámaras declarara lo que se sentía actualmente en Venezuela. En el audiovisual el joven habla de persecución y amenaza a la disidencia: “Los cuerpos de seguridad amedrentan, amenazan, te obligan muchas veces a irte del lugar donde tú vives, solo por el miedo a que lo que tú digas sea más importante para el pueblo que lo que ellos intentan construir desde los laboratorios mediáticos que hoy trabajan”.