Caracas.- La primera semana de abril, un hombre de aproximadamente 25 años se convirtió en un testigo de primera línea de lo que ocurre en el centro centinela para pacientes con COVID-19 en el Poliedro de Caracas. Acudió al recinto porque acompañó a su tía, mayor de 60 años, que presentaba síntomas presuntamente asociados al coronavirus. Allí estuvo 25 horas, tiempo en el que presenció la muerte de ocho personas por causa de la pandemia.
El Poliedro de Caracas se convirtió en un centro centinela para pacientes con COVID-19 desde el 31 de julio de 2020. Antes de esa fecha era un lugar para actividades deportivas y culturales, pero la pandemia llevó al gobierno de Nicolás Maduro a adecuar la instalación para atender a los pacientes con coronavirus.
El testigo de primera línea, que pidió resguardar su nombre para la entrevista con El Pitazo, comentó que ante la incapacidad de costear el monto diario en una clínica, llevó a su tía al Poliedro con un informe médico que señaló que se trataba de un caso de neumonía. Durante las 25 horas que estuvieron en el recinto, observó el manejo y control de la higiene en las carpas, hasta ver morir a esas ocho personas por COVID-19.
Contó su experiencia como familiar de un paciente que esperaba ser atendido en el Poliedro. “Sin una cama, una prueba PCR e incluso sin agua potable esperamos una atención a su caso de neumonía, que nunca diagnosticaron como COVID-19”.
Destacó que a su tía solo le aplicaron el Test de Detección Rápida (TDR) y radiografía de tórax. A pesar de que las pruebas arrojaron negativo, los doctores recomendaron hacerle una Prueba PCR. Sin embargo, nunca se le pudo hacer porque en el Poliedro no tenían los suministros.
LEE TAMBIÉN
Expertos: uso del Poliedro revela poca capacidad hospitalaria para atención del COVID-19
Sin cama, antibacterial ni pruebas PCR
El testigo contó que los médicos trabajaban con diligencia a pesar de las escasez de medicinas y equipos en el Poliedro de Caracas. “La primera doctora que nos atendió fue atenta con nosotros. Pidió que le hicieran la prueba PCR a mi tía y que le consiguieran una cama. Esta no está asegurada para todos los pacientes, sino para aquellos que se encuentren muy mal de salud”, recordó lo que le dijo el personal médico al llegar al recinto.
“Al día siguiente, una funcionaria de la Guardia Nacional pidió que se le hiciera a mi tía otra TDR, y si arrojaba negativo, que fuera al hospital Vargas, porque no era un caso de COVID-19”, agregó.
Sobre la higiene que se maneja en el Poliedro, observó que los baños públicos son aseados dos veces al día, una hora en la mañana y otra hora en la tarde. “De resto, sí pude ver un desastre, pero no había más remedio. Además, el único dispositivo de bioseguridad que tenían era una máquina que expulsaba cloro. Y no se contaba con gel antibacterial para todos. Solo lo usaban cuando moría una persona para limpiar la cama, camilla o silla de ruedas donde se encontraba. Y en estos momentos, por muy doloroso que sea, no deberían permitir que la familia se le acerque al cadáver, por el riesgo a infectarse”, detalló.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades recomienda no tocar, abrazar o besar el cuerpo de una persona fallecida por COVID-19, o con síntomas similares, ya sea antes o durante la preparación del cuerpo. De igual forma, debe lavarse las manos durante 20 segundos o usar antibacterial con al menos 60% de alcohol, si se llegara a tener contacto con el cadáver.
—¿Cómo pasaron la noche sin una cama y con personas muriendo a su alrededor?
—Mi tía pasó la noche sentada y conectada a la bombona de oxígeno. Eso fue lo único en lo que no la descuidaron. El oxígeno nunca le faltó, porque estaba muy por debajo de lo que debía respirar una persona. Nos pidieron un manómetro, pero no teníamos carro ni dinero para adquirirlo. Yo dormí sentado, no tenía otra opción, y toda la comida corrió por mi cuenta.
«Es impactante ver a una persona respirando por una bombona de oxígeno, y de repente, verla morir por un infarto fulminante, es increíble. Imagina cuántos mueren, contando las otras carpas, porque hay muchísimas».
—¿Por qué solo estuvieron 25 horas en el Poliedro?
—Sin poder hacerle la prueba PCR y sin mejoría, mi tía decidió que lo mejor era salirnos del Poliedro. Los doctores estaban tan colapsados de trabajo que no se dieron cuenta cuando les pasamos por el lado. A los dos días de salir, mi tía murió en su casa.
Hasta el 20 de abril de 2020, se registraron 342 muertes por COVID-19 en el mes, según datos del gobierno de Nicolás Maduro. Es la cifra más alta desde que se decretó la cuarentena en Venezuela, en medio de una segunda ola de contagios, que Maduro atribuye a la llegada de la cepa brasileña.