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jueves, 28 marzo, 2024

Repatriados con COVID-19 denuncian que duermen hacinados en hoteles de Caracas

Dentro de las habitaciones en las que los retornados comparten el aislamiento preventivo duermen hasta ocho personas, sin respetar el distanciamiento social

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Caracas.- Una cama para tres y los que no quepan, en el piso. Así es la división del espacio que comparten venezolanos que regresaron al país en medio de la pandemia del nuevo coronavirus dentro de los hoteles designados como centros de aislamiento preventivo. La falta de áreas acondicionadas para la espera de resultados obligó a que sospechosos de poseer el virus estén en la misma habitación con el resto de los repatriados, mientras esperan los resultados de las pruebas de laboratorio.

En el trayecto de más de 30 horas y una docena de paradas obligatorias en puestos militares, a los retornados les aplican hasta cinco pruebas de detección rápida del COVID-19. Sin embargo, una vez en Caracas los reciben en el Hotel Alba Caracas, en el centro de la ciudad, donde los redirigen a una nueva cuarentena indefinida, que cumplen en moteles y pensiones situadas en la parroquia Candelaria. En el transcurso de este confinamiento procesan las muestras nasofaríngeas en el Instituto Nacional de Higiene “Rafael Rangel”.

Este relato corresponde a un grupo de retornados, que desde hace más de 21 días están aislados en el Hotel Vizconde, cerca de la esquina Desamparados en la citada parroquia capitalina y en el Hotel Plaza Mayor, ubicado cerca de la avenida México. Los denunciantes revelaron a El Pitazo que en los más de 37 días que tienen en el país solo han sido atendidos por médicos en dos ocasiones.

La primera vez al entrar por el Puente Internacional Simón Bolívar y la segunda en la sala situacional del Hotel Alba Caracas. En las dos ocasiones se trató de integrantes de la delegación médica cubana, quienes son los que manejan los casos confirmados en los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) dispuestos en zonas populares.

Incertidumbre

“Dormimos unos arriba de otros. No sabemos quién tiene el virus, sino hasta que llegan los resultados de las pruebas que se tardan casi un mes. Cuando llegamos aquí había salido un grupo que ya tenía un mes aislado y entre ellos varios tenían el virus. Quince de los que llegaron con nosotros han dado positivo a la prueba de laboratorio. A los casos confirmados los vienen a buscar los militares y se los llevan en una jaula a un CDI. Pero no se sabe si se enfermó aquí en la vía. Tampoco se sabe si los compañeros de cuarto también tienen el virus”, contó Katerine Hernández, repatriada a finales de abril desde Barranquilla, Colombia.

Algunos iniciaron el viaje de regreso a Venezuela a inicios del pasado mes de mayo. Es decir, llevan más de mes y medio en estudios para determinar si están aptos para volver a sus casas, a pesar de que el protocolo del Ministerio de Salud establece lapsos de hasta un mes de confinamiento solo para quienes se confirme sean portadores del virus. En todo este tiempo, han dormido en albergues temporales, instalados en liceos y en terminales.

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“Todo al aislan en hoteles es porque dio negativo a las pruebas rápidas. Estos resultados solo se confirman por laboratorio cuando ya uno tiene más de 15 días aquí. Al salir de Colombia, los (funcionarios) de Migración hacen una prueba, al que de positivo lo dejan del otro lado para que cumpla la cuarentena. No entendemos por qué tenemos que pasar tanto tiempo en estas condiciones”, expresó Darío Jiménez, quien retornó de Ecuador, viaje que le ha tomado casi dos meses.

A ciegas

Ninguno de los repatriados, pese a su condición de sospechoso de coronavirus que es recordada insistentemente por los militares, tiene acceso a sus resultados. La hoja que certifica que no poseen el virus solo se entrega al final periodo duren en confinamiento. Las visitas familiares también están vetadas, para muchos el contacto con el exterior se limita a llamadas telefónicas. La única comida de la que disponen es la que les proporcionan, a discreción de sus cuidadores.

“Estamos como presos. Sin saber hasta cuándo vamos a estar aislados, ni si tenemos el virus. Muchos tenemos gente que se ofreció a traernos cosas para mejorar nuestra situación aquí. Pero eso no está permitido. Dependemos de ellos para todo. Esos hoteles no fueron hechos para que duerman familias y aquí estamos con niños, adultos, todos juntos”, reprochó Brandon Camacho, quien cumple cuarentena el Hotel Plaza Mayor.

La estancia en los hoteles es un asunto eminentemente marcial. El control de acceso y seguridad es responsabilidad de milicianos. La logística de entrega de las comidas y de insumos de higiene la coordina un militar adscrito a la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi) del Distrito Capital.

Cuando los trasladan a los CDI esto no cambia. Los pacientes son responsabilidad de unidades militares. A estas les compete desde la revisión de los casos, el avance de los tratamientos, que son administrados aún en los asintomáticos hasta el alta médica, que muchos ven como eufemismo, pues el procedimiento se cumple como un protocolo de liberación carcelaria.

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