Caracas.– No hay cifras epidemiólogicas oficiales que lo evidencien, pero sí una percepción que apunta a una disminución de los casos de paludismo en los últimos tres meses de 2019 que los médicos del estado Bolívar relacionan con la entrega de medicinas antimaláricas que han sido donadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que da acompañamiento técnico al Ministerio de Salud para frenar la epidemia de malaria, y ONG como Médicos sin Fronteras, quienes apoyan desde 2017 en zonas endémicas del estado Bolívar.
Aún así, hay una realidad que no deja de ser preocupante: en los centros ambulatorios y hospitales llegan pacientes que recaen por malaria después de 28 días de iniciado el tratamiento.
Así como Cristian Silva, minero de 33 años, sufrió siete recaídas, William Sandoval, agricultor de 54 años, volvió a enfermar por tercera vez.
A ambos les dio malaria mixta, pero sus recaídas fueron provocadas por el parásito Plasmodium vivax, que se aloja en el hígado y permanece latente en el organismo.
«Me vine de Mayagua porque en el ambulatorio de allá no había medicinas, y me vine en cola porque tomar camioneta de allá para San Félix es complicado. A mí me ha dado malaria como 30 veces en el campo, a cada rato», relata Sandoval, quien fue uno de los más de 30 pacientes con malaria que fueron atendidos el 11 abril de 2019 en el ambulatorio de Vista al Sol.
Sin cumplir tratamiento
La data de recaídas, incluso recrudescencias —causadas por el parásito Plasmodium falciparum— no es reportada por el Ministerio de Salud, aunque los médicos de los dispensarios de Bolívar sí la registran.
«Los pacientes recaen porque no cumplen el tratamiento completo; piensan que porque les disminuyó la fiebre a los días están curados, no se toman las pastillas de primaquina por 14 días; pero a la par, tampoco cumplen la dieta, tienen relaciones sexuales, toman alcohol y hacen esfuerzo físico», aseguró un médico del ambulatorio de Vista al Sol.
Leopoldo Villegas, malariólogo y exasesor de programas de malaria en Venezuela, advierte que las recaídas se incrementaron luego de esas fallas de abastecimiento de primaquina y otros medicamentos para malaria que registró el país por al menos tres años en el país.
Estima que para el año 2018 solo en Bolívar, estado que más transmisión de malaria registra, de los nuevos casos reportados 70% sufrió recaídas por paludismo por no tener acceso a antimaláricos.»En otros estados como Sucre, por ejemplo, la tasa de recaídas se estimó entre 40% y 50%», asoma.
La malaria, una enfermedad producida por la picadura de un mosquito anopheles, se propagó a 18 estados del país el año pasado. Para 2017 se registró un aumento en la incidencia de 70% con respecto a 2016 al pasar de 240.000 a 411.000 casos; en ese período, el país registró serias fallas en la dotación a antimaláricos y colapso de los servicios de salud.
Sin cifras oficiales publicadas, se estima que para el cierre de 2018 hubo un repunte de nuevos casos cercano a 530.000 casos, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud y estudios centinela y reportes en zonas endémicas del país.
Aunque la OPS, con los datos epidemiológicos que restringue el Gobierno, dice que la incidencia disminuyó ligeramente unos 2,5% con respecto al cifra total de nuevos casos notificada en 2017.
Cepa parasitaria resistente
Las fallas dejan secuelas. Oscar Noya, médico del Centro de Estudio para la Malaria de la Universidad Central de Venezuela (UCV), asegura que el incumplimiento en los esquemas de antimaláricos por la escasez propició una cepa parasitaria resistente a la primaquina.
“Los pacientes que hacen recaídas frecuentes se les amplía el esquema de tratamiento a más días, pero hemos visto personas que a pesar de tomar tratamiento con primaquina por 21 a 28 días más, han vuelto recaer con malaria”, comenta.
Agrega que, frente a las tasas de recaídas de pacientes, aún no se cuenta con un medicamento antimalárico adicional para enfrentar a los parásitos resistentes.
“Que los parásitos resistan sin tener otra droga alternativa implica que cada vez que hay que suministrar más dosis, y eso, al final, aumenta los efectos colaterales; por ejemplo, hay pacientes que pueden desarrollar cuadros severos de anemia porque el tratamiento causa un rompimiento masivo de los glóbulos rojos infectados y bajan los niveles de hemoglobina. Estos pacientes van requerir de transfusión de sangre y actualmente los bancos de sangre del país están en crisis por falta de reactivos y kit diagnósticos”, indica.
Noya agrega que en las zonas con transmisión endémica de malaria hay al menos seis pacientes que son portadores asintomáticos de la enfermedad entre todos los casos diagnosticados.
El médico se refiere a aquellas personas que tienen alojados los parásitos que causa la infección, pero que no presentan síntomas clínicos del paludismo.
“Estas personas no acuden al sistema de salud, no se les hace diagnóstico y continúan infectando a los mosquitos en otras zonas y hacen difícil eliminar la malaria. Una persona se puede volver asintomática luego de que enferma y recae y hace resistencia; incluso también hay casos de personas que nacen con resistencia a la enfermedad”.
Recaídas: una carga para el Estado
Villegas advierte que esa carga de recaídas, que el Estado no notifica, presiona enormemente al sistema de salud en un contexto de carencias y déficit en la atención; pues obligara al Gobierno a destinar más recursos para atender a esa población que recae con malaria.
“Las recaídas, incluso las recrudescencias, representan una carga para el Estado, que actualmente no tiene capacidad para atender estos casos. En este escenario, el país debe conseguir medicinas antimálaricas para atender a ese 60% de la población que vuelve a repetir un episodio de malaria y tener una reserva como lo contemplan las recomendaciones internacionales. Eso no ocurre”, resalta Villegas, quien duda de que las donaciones de la OPS podrán cubrir todas las necesidades.
«Lo que menajamos es que los medicamentos que entregan son suficientes para la población. Ahora, para que el Estado mantenga los servicios dotados de medicinas tendrá que hacer una inversión estimada de 3,2 millones de dólares anual, según el cálculo que hicimos el pasado mes de febrero», especifica.
En el Plan Maestro para la atención del VIH, tuberculosis y malaria, aprobado en junio del año pasado por el Ministerio de Salud, se contemplan apenas 1,671,042 de dólares para cubrir los dos primeros años de tratamientos para los pacientes que enfermen de malaria.
Hasta ahora, la estrategia, que fijo un presupuesto de más 16 millones de dólares para tres años y cubrir medicinas, prevención, laboratorio, vigilancia epidemiológica y servicios de salud, no ha recibido fondos para su puesta en marcha por parte de socios y donantes ni tampoco del Gobierno, que ha manifestado dificultades para dotar de medicinas al país apalancado en la tesis de la «guerra económica» y las sanciones aprobadas por Estados Unidos que pesan, en gran medida, sobre funcionarios del chavismo.
Mercado negro estimula resistencia
Villegas comenta otro punto: el desabastecimiento que sufrió el país creó condiciones para el uso indiscriminado de tratamientos para malaria e hizo mención al “mercado negro” que emergió en las zonas mineras, donde un medicamento se comercializaba por dos gramas de oro que se extrajeran de la tierra.
“Con el uso indiscriminado del antimalárico, el parásito se vuelve resistente. Debido a la crisis económica, en la mina del municipio Sifontes, se vendían las pastillas para un día y o lo que la persona podía pagar y así no cumplía con los tratamientos”, dice.
Cristian Silva, quien esperaba por medicinas en ambulatorio de Manoa, relata que en alguna oportunidad pagó con oro los medicamentos en las minas por dos gramas, incluso optó por buscarlas en el mercado de San Félix, donde el equipo de El Pitazo pudo evidenciar que los antimaláricos, incluso otras medicinas que tienen el sello del Ministerio de Salud y está prohibida su venta, son ofrecidos por comerciantes informales por 5.000 bolívares en efectivo.
Crisitian, a quien la malaria ha golpeado y ha causado un dolor de cabeza que no se le alivia con acetaminofén, solo quiere curarse y que le den sus medicinas completas.
Pero, pese al riesgo de volver a infectarse con malaria, no descarta volver a la mina de El Dorado, en el municipio Sifontes, donde se producen 40% de todos los casos de paludismo registrados en el país.
Allí, Cristian ha sorteado a la crisis y ha tenido más dinero que cuando trabajaba en un pozo petrolero en Monagas, de donde salió hace tres años.
“Yo ahorita quiero ir a la mina sacar y vender oro para comprarme los pasajes e irme a Chile con mi mamá. Allí está una hermana que nos espera”.
─¿Y si te vuelves a enfermar con malaria?
─¿Qué más puedo hacer? Si con una grama de oro puedo tener más 100.000 bolos rápido. Taladrando en el pozo pertrolero me muero de hambre. ¿Qué más? Me arriesgare para irme.