Caracas.- “¿Quiénes somos? ¡La salud! ¿Qué queremos? ¡Sueldos dignos!”. Con esa consigna, alrededor de cincuenta enfermeros, camilleros, empleados y obreros protestaron frente a la sede administrativa del Ministerio de Salud. La actividad es parte del esfuerzo por reanudar la agenda conflictiva que se suspendió en marzo debido a la pandemia del nuevo coronavirus. Además de sueldos dolarizados, los manifestantes exigieron la dotación oportuna y adecuada de equipos de protección para evitar más contagios de COVID-19 entre el personal.
La manifestación se desarrolló por una hora aproximadamente y contó con la asistencia de trabajadores de al menos cuatro hospitales de Caracas, según contó a El Pitazo Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetrasalud). De acuerdo con testimonios de los asistentes, en todos los centros de salud de la ciudad las carencias son similares. En los que no falla la electricidad, el servicio de agua es deficiente. En la mayoría, pese a la disminución de la afluencia de pacientes, ocasionada por las restricciones para contener el avance del coronavirus, el déficit de personal impide una atención apropiada.
“Por lo menos en Los Magallanes de Catia falta el agua cuatro días a la semana. Los tobos que llevaron para salir del apuro son ahora el único medio con el que trabajadores, pacientes y familiares pueden hacer el aseo. No hay papelería. Los medicamentos que llegan no alcanzan ni para una semana. La dotación es mensual, pero no se planifica conforme a las necesidades de un hospital tan grande. Para rematar, no hay personal suficiente, porque con esos sueldos muchos se han ido. Eso ya va para tres años. No nos vamos a resignar a ganar una miseria”, expresó Aniuzka Gómez, enfermera del Hospital General del Oeste.
Una crisis sobre otra
A las malas condiciones laborales acumuladas, se sumó la escasez de insumos para protegerse del COVID-19. El temor a un contagio marca las horas en guardias dobles, que muchos de los trabajadores asumen para ganar un poco más. Pero el trabajo adicional no significa mejor compensación. En los casi siete meses que lleva la emergencia sanitaria no han mejorado ni el transporte, ni la entrega de beneficios de alimentación.
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“Trabajamos más y ganamos lo mismo. El miedo nos lo aguantamos, porque con todo parado, ¿qué más podemos hacer para tener un dinero extra? Muchas enfermeras cuidaban enfermos en sus casas en los días libres, pero eso se paró por la pandemia. Tenemos miedo a enfermarnos, pero si nos quedamos en la casa, nos podemos morir de hambre. No nos dan sino un par de guantes semanal. Los tapabocas los entregan mensual. Cuatro para un mes a los que no atienden en el área de COVID-19 y diez a los que están cerca de los pacientes con el virus”, contó Alexander Guevara, obrero del Hospital General Dr. Jesús Yerena de Lídice.
El miedo a morir por coronavirus no es infundado. Hasta el 6 de octubre, 213 trabajadores de la salud fallecieron por complicaciones atribuibles al COVID-19. De ese total, aún no admitido formalmente por el Gobierno de Nicolás Maduro, 152 eran médicos. 41% de todas esas muertes ocurrió en septiembre. La cuenta corresponde al registro que la ONG Médicos Unidos de Venezuela lleva desde mediados de junio. Entonces, falleció en el estado Zulia el primer médico del que se tenga cuenta a consecuencia de la enfermedad viral. Por eso la protesta es otro riesgo, que muchos en los hospitales ven como último recurso ante el silencio oficial.