Caracas.- En medio de la pandemia del nuevo coronavirus el flujo migratorio de venezolanos se invirtió por primera vez en cuatro años. El fenómeno, que empieza a mitigarse, ocasionó un incremento de las necesidades de atención de todo tipo en estados fronterizos. Esta tarea ha requerido la participación de asociaciones civiles, como Médicos Sin Fronteras (MSF). Durante el último semestre la ONG ha colaborado con la mejora del acceso al agua y condiciones de higiene en albergues temporales.
El trabajo de la ONG ha beneficiado a 9.350 retornados hasta la fecha, solo en el estado Táchira. Esta cifra representa 10% del total de 90.000 venezolanos que regresaron al país, hasta julio, según reportes de Migración Colombia. El abordaje ha incluido a personas de todas edades. La mayoría de los atendidos viajan con sus familias. Todos se vieron forzados a retornar, como consecuencia de las restricciones impuestas en los países de acogida para contener el avance del coronavirus.
Los retornados: de la criminalización a la cuarentena insegura
En abril el Gobierno ordenó la habilitación de los Puestos de Atención Social Integral (Pasi), dirigidos al abordaje de migrantes y la reducción del riesgo de contagio del COVID-19. Es ahí donde MSF ha destinado sus recursos humanos y técnicos. La red internacional ha respaldado labores de saneamiento, para dar acceso a agua potable y prevenir enfermedades comunes. Por la saturación de los servicios, los cuadros diarreicos son los de mayor incidencia en los Pasi, recalcó Verónica Pérez, parte del equipo médico de MSF en Táchira.
“Una de las patologías más frecuentes que el equipo médico de MSF encontraba en los Pasi eran las diarreas. En este sentido, era necesario mejorar las condiciones de higiene, a través del acceso al agua potable”, expuso a El Pitazo.
Plan integral
En total, MSF mantiene un despliegue logístico en 16 Pasi. En todos, la asociación ha instalado o mejorado los sistemas de acceso de agua potable. La contribución también abarca la donación de materiales para control de infecciones, pastillas para desinfección del agua y medidores de cloro residual. Algunos Pasi, que en su mayoría son escuelas o albergues con capacidad limitada, han requerido de la construcción de duchas y bateas para la higiene personal. Así como la reestructuración y acondicionamiento de baños.
La incorporación de MSF permitió la dotación de implementos de cocina para el personal encargado de la alimentación en cada una de las instalaciones. En función de garantizar la reducción de riesgos en todas las áreas de abordaje a los beneficiarios del plan, se realizaron entrenamientos sobre manipulación de alimentos y medidas de higiene. Además, se promovió la realización de jornadas de promoción de salud para prevenir enfermedades.
Con el incremento de la demanda de servicios de salud, MSF reestructuró su esquema de atención en Venezuela. En los siete meses que tiene activa la epidemia en Venezuela la prioridad ha sido reforzar la respuesta a la emergencia sanitaria del COVID-19. Gracias a las facilidades que otorgaron autoridades nacionales, regionales y locales el trabajo continúa. El esfuerzo se dirige de manera especial a los segmentos más vulnerables de la población. Los programas de asistencia de la ONG también abarcan los estados Anzoátegui, Amazonas, Bolívar, Sucre, Miranda y Distrito Capital.