Caracas.- La baja cobertura de vacunación contra la fiebre amarilla, registrada en Venezuela desde el año 2007, mantiene en riesgo de transmisión la enfermedad a más de tres millones de venezolanos. Hasta el año 2018, según la Organización Mundial de la Salud, la inmunización solo alcanzó a 43,8% de la población susceptible de contraer la enfermedad, es decir niños de entre 1 y 2 años de edad.
La falta de acceso a información epidemiológica del Ministerio de Salud, no publicada desde 2016, impide conocer los resultados de los planes de inmunización, que el gobierno ha adelantado en los últimos meses.
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De acuerdo con una proyección realizada por la Sociedad Venezolana de Salud Pública, basada en datos publicados por la OMS, la tendencia de baja cobertura se ha mantenido en 2019. En el cálculo se detalla que 3.100.000 personas están pendientes por vacunar. De ese total, 404.591 residen en zonas consideradas de alto riesgo. La cifra es similar al nivel de cobertura de inmunización antiamarílica acumulada, entre 1998 y 2007, como reportó en su momento la Datos de la Dirección Nacional de Inmunizaciones.
“En los últimos 10 años la vacunación antiamarílica en niños de un año de edad, ha sido sub óptima en Venezuela, especialmente en los dos últimos años, (escasamente 35% de cobertura en 2018), por lo que ahora se suman alrededor de 1.200.000 susceptibles adicionales de un año de edad, para un total superior a 3.100.000 de susceptibles acumulados a nivel nacional”, reseñó la Sociedad Venezolana de Salud Pública en su más reciente informe.
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La deficiente tasa de vacunación pone al país por debajo del promedio histórico de inmunización en todo el continente, a excepción del vecino Brasil. Sin embargo, la estadística no puede contrastarse con datos oficiales detallados, pues la divulgación de los Boletines Epidemiológicos Semanales llegó hasta mayo de 2017.
Prevención única
La inmunización oportuna es la única forma y la más efectiva de prevenir el virus, como se estableció en la Guía práctica para el Control de la fiebre amarilla, difundido por la OMS, a través de la Organización Panamericana de la Salud en 2005. La vacuna se utiliza desde hace más de 60 años y puede ser aplicada en niños y adultos para evitar la infección, pues garantiza una inmunidad duradera, que en muchos casos puede ser para el resto de la vida.
Por el cuadro sintomático, que incluye fiebres altas, así como vómitos, la enfermedad requiere de una estricta vigilancia epidemiológica por parte de las autoridades de salud pública. En el protocolo de control el organismo recomienda aplicar la vacuna a partir de los 12 meses de edad. No obstante, en caso de epidemias, se puede administrar desde los 6 meses.
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Además, el Reglamento Sanitario Internacional recomienda la vacunación de viajeros hacia zonas de alto riesgo, como son las zonas tropicales de África y América del Sur. Ante esto, la dosis está incluida en el Programa Ampliado de Inmunización. Para la forma urbana de la enfermedad, se sugiere como una medida complementaria a la vacunación, la implementación de programas de control del vector, que es el mosquito Aedes Aegypti, mismo que transmite otros virus como el dengue, el zika y la chikungunya.