Venezuela llega al Día Mundial de la Lucha contra el Sida sin posibilidad de diagnóstico a tiempo para los enfermos, con reservas de medicinas insuficientes y sin cifras verificables acerca de la transmisión. En 2019 se ha registrado una disminución de más del 50% del personal calificado para atender la enfermedad
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Sobre el VIH y el Sida en Venezuela solo hay datos parciales: no se sabe con exactitud cuántas personas viven con el virus y cuántas se complicaron. Tampoco se conoce con precisión cuántas han fallecido en 2019. La información epidemiológica acerca de esta situación permanece en la opacidad y solo se compara con las oscuras condiciones en las que sobreviven los diagnosticados, al menos los que aún están en el país, en la nación que desde 2017 atraviesa por una emergencia humanitaria compleja.
Hoy, cuando se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, apenas se conoce que 72.893 personas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana han sido atendidas este año en centros de salud del Estado. Pero no hay estadísticas confiables acerca de los fallecidos por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
Lo que se sabe
Las cifras más recientes fueron expuestas en el informe oficial presentado hace un mes por Raúl Leonett, jefe del Programa Nacional de Sida del Ministerio de Salud de Venezuela, durante el acto de apertura de la Misión Técnica Conjunta Organización Panamericana de la Salud y la Oficina de las Naciones Unidas para el Sida (ONUSida).
El documento es un requisito exigido por ONUSida para la evaluación e implementación del programa a través del cual la ONU envía insumos y aprueba recursos, vía cooperación técnica, al Estado. Conocido como Plan Maestro para el fortalecimiento de la respuesta al VIH, tuberculosis y malaria en Venezuela, este se ha convertido en la única forma de abordaje e inversión del gobierno venezolano para atender a los infectados por el virus.
Con datos hasta el pasado mes de octubre, al principio del informe se revela que 66.071 personas habían sido diagnosticadas con VIH o se encontraban en la última etapa de la enfermedad, denominada Sida. Sin embargo, en los párrafos siguientes se contradice esta cifra, al agregar que 67.381 personas es el total de diagnosticados.
66.071 venezolanos son portadores del VIH o están en la última etapa de la enfermedad, conocida como Sida
Balance del Plan Maestro para el fortalecimiento de la respuesta al VIH, presentado en octubre
La imprecisión se repitió al ahondar en la estadística de mayor prevalencia por estado. Los números, que corresponden al acumulado de casos en los últimos doce meses, ubican al Distrito Capital con el mayor número de contagios con 20.834; seguido por Anzoátegui, con 6.697; Táchira, donde hay 5.628; Zulia, con 5.424; y Monagas, con 4.854 portadores del virus.
En ninguno de los apartados se explican los reiterados márgenes de diferencia, ni el grado de avance de la epidemia por grupo de población o ubicación. Tampoco se detalla el ritmo de contagio, por edades o condiciones socioeconómicas.
De este total, 1.725 casos nuevos de VIH se registraron en 2019, a diferencia de los 4.012 de 2018. El comparativo representaría una fuerte disminución del contagio, pero no coincide con los datos presentados en 2018. El Pitazo intentó, sin éxito, desde un mes antes de la publicación de este trabajo, contactar vía telefónica, correo electrónico y redes sociales al responsable del Programa Nacional de Sida para conocer cómo se lleva el registro con el que se elabora la estadística oficial.
Respecto a la tasa de mortalidad por causas asociadas al avance del VIH en pacientes seropositivos, el gobierno reportó a la ONU 415 muertes entre enero y octubre pasados. Es decir, cada día de lo que va de 2019 ha muerto al menos una persona por Sida.
Capacidad reducida
Aunque los últimos datos presentados por el Ministerio de Salud no dan cuenta de un panorama certero en cuanto a la propagación, sí ofrece cifras claras acerca del aspecto asistencial. Respecto a la atención y tratamientos para VIH, hasta octubre de 2019, el Jefe del Programa Nacional de SIDA del Ministerio de Salud informó que 72.893 personas con VIH fueron atendidas en centros de salud del Estado durante los primeros meses de 2019.
De ese total, 66.071 personas recibieron terapia antirretrovirales, al menos hasta octubre, por lo que 6.822 personas con VIH abandonaron o interrumpieron el tratamiento. Aunque no se especifica si el abandono se debe a cambio de residencia o defunción.
La infraestructura de la atención enfrentó una reducción de 20%. Pues, sin mayores detalles, se expuso que de 91 centros de infectología especializada en VIH del país, permanecen abiertos 73. Es decir, 18 centros de consultas especializadas para atender a las personas con VIH cerraron en un año.
En el caso de personal calificado el descenso es mayor. De los 128 médicos especialistas en infectología de VIH que laboraban en el sistema público de salud en 2018, solo están disponibles 56.
La crisis sanitaria ha mellado las esperanzas de más de decenas de miles de venezolanos con VIH. Sin acceso oportuno a tratamientos, debido al suministro irregular en los centros de la red pública, acentuado desde 2018, cuando el ex ministro de Salud, Luis López suspendió por nueve meses la adquisición de antirretrovirales.
Muchos asumen la invisibilidad como parte de una condena, el resto opta por emigrar, en búsqueda de un Estado que les garantice una sobrevida digna de un padecimiento que es cada vez más controlable en el resto del mundo.
Acceso limitado
«Desde que me lo detectaron nunca recibí por más de dos meses seguidos los medicamentos. Siempre hubo retraso. La primera parte del tratamiento la aseguré gracias a amigos y a organizaciones de ayuda», cuenta Dixon Abreu, de 27 años de edad y diagnosticado como seropositivo en marzo de 2014, mientras se hacía las pruebas médicas para ingresar al trabajo de sus sueños.
Recién graduado de Ingeniería Civil, el examen cambió su alegría en preocupación. El sueño de una nueva vida profesional se convirtió por meses en pesadilla, pues pese a que la detección ocurrió en una etapa temprana, las dificultades para adquirir los antirretrovirales lo pusieron en una carrera contra el tiempo.
«Me había costado mucho graduarme. Con ese trabajo iniciaba una etapa de cambios, de cosechar lo sembrado. El diagnóstico no me cambió tanto la vida como saber que el país no me ofrecía seguridad para atenderme ni siquiera para lo básico», expone.
El Ministerio de Salud informó que 72.893 personas con VIH fueron atendidas en centros de salud del Estado durante los primeros meses de 2019
Las posibilidades de acceder a un seguimiento y control adecuado de los efectos de la enfermedad en instituciones del Estado son casi nulas en la mayoría de las regiones. No obstante, Abreu, residente de una zona al este de Caracas, afirma que en los últimos dos años la desatención dejó de ser un asunto del interior del país.
El Gobierno venezolano, conjuntamente con ONUSida y la OPS, aprobó en junio de 2018 el Plan Maestro, cuya estrategia se centra en atender VIH, tuberculosis y malaria. En el marco de este proyecto, el Fondo Global otorgó 5.000.000 de dólares que se emplearon para la compra de antirretrovirales, conocidos por las siglas TLD, cuyos lotes arribaron al país a principios de este año. Sobre esas entregas, pocos detalles se conocen. Abreu no accedió a esas medicinas.
«En ninguna parte se consiguen con regularidad los reactivos para determinar la carga vírica, que es la única forma de saber el tipo de tratamiento que corresponde aplicarse. Por eso cuando se logra conseguir el tratamiento no se aplica de la forma más adecuada. Uno vive a ciegas y sobrevive por puro azar», resume.
Retroceso
Eduardo Franco, presidente de la Fundación Manos Amigas por la Vida (Mavid), asevera que el protocolo de atención aprobado por organismos como la ONU, mediante varias de sus agencias, se incumple desde el año 2012 sin que existan mejoras ni en la prevención ni en el cuidado de la población vulnerable.
«Son siete años de un desmantelamiento progresivo del sistema de respuesta a la epidemia. Venezuela en este momento no dispone de una forma eficiente de control del VIH en ninguna de sus etapas», sostiene el activista, uno de los fundadores de la ONG dedicada desde hace más de dos décadas a la prevención del virus y asistencia de los pacientes.
Franco, basado en la poca información oficial divulgada, pero con un trabajo de campo en la prevención y asistencia por más de 20 años, alega que este ha sido el peor año en el abordaje del VIH en los 37 años que han transcurrido desde que detectó el primer caso en el país.
De 91 centros de infectología especializada en VIH del país, solo permanecen abiertos 73.
18
centros de consultas especializadas para atender a las personas con VIH cerraron en un año.
«Estamos a niveles de la década 1980, cuando empezó la epidemia. Este año no se ha aplicado el protocolo de prueba voluntaria, por falta de insumos y la consejería psicológica y de abordaje no existe en la red hospitalaria, porque no hay personal. Lo poco que se está haciendo con la fluidez y atención adecuadas es gracias a ONG y organismos internacionales», añade a propósito del Día Mundial de la Lucha contra el Sida.
La falta de material para aplicación de la prueba de detección en dependencias estatales es otra de las fallas detectadas por Feliciano Reyna, director de la ONG Acción Solidaria. Para Reyna, esta deficiencia revela el grado de desasistencia, que abarca desde la fase de diagnóstico.
Solidaridad como paliativo
El alto costo de la consulta psicológica, que oscila entre los 15 y 35 dólares por hora, es otra de las grandes injusticias en el sistema de atención pública. El acompañamiento psicológico es una de las medidas contempladas para el abordaje eficaz de la enfermedad tras su detección, pues comprende la dimensión emocional del afectado y su relación con su entorno, lo que incide en un mejor manejo de la condición.
Varias asociaciones civiles disponen de una plataforma de atención especializada y diferenciada que, aunque no suple la labor del Estado en cuanto a alcance, permite atenuar para cientos de personas los efectos de la crisis.
En Carabobo la Fundación Mavid ofrece charlas de prevención sobre el VIH y dispone de programa de entrega de medicinas, al que se puede acceder al ponerse en contacto con la ONG, a través de sus redes sociales. En Twitter están desde el perfil @Fundacionmavid.
6.822 personas con VIH abandonaron o interrumpieron el tratamiento antirretroviral. Aunque no se especificó si el abandono se debe a cambio de residencia o defunción
La respuesta al VIH/Sida en Acción Solidaria comprende una red de atención psicológica y de consulta legal, además de la continua dotación de medicinas y preservativos y una serie de conferencias para prevención y correcto abordaje de la enfermedad. A través del número telefónico (0212) 952.20.09 hacen reserva de medicamentos, según la disponibilidad, por hasta 48 horas y poseen un banco de fármacos en el que reciben donaciones.
Otras organizaciones como ONUSida, trabajan en conjunto con la Cruz Roja Venezolana en talleres formativos e informativos acerca del virus en comunidades ubicadas en la mayoría de las regiones.
Emigrar para vivir
La ansiedad por la escasez prolongada y generalizada de antirretrovirales, la posibilidad de control por el diagnóstico temprano y una oferta de trabajo, llevaron a Moisés Medina, de 33 años, a emigrar en 2017 a Argentina.
Desde que llegó a Buenos Aires, capital de la nación austral, una ONG lo ha ayudado con asistencia psicológica y técnica para tratar la enfermedad. Su abrupta emigración, a casi seis meses de que le fuera detectado el VIH, rindió frutos a dos años de su llegada.
«Me dieron un trabajo temporal que me ayudó a tener comida, me dotaron de medicinas por tres meses y al mes y medio ya tenía trabajo. Ahora estoy en fase indetectable», repasa respecto de la condición en la que, siendo portador del virus, no lo puede transmitir.
La emigración y menos por motivos de salud no estaba en los planes de Medina. No obstante, admite, con una mezcla de satisfacción y tristeza, que esa fue la única forma de garantizarse la atención que en el país le fue negada.