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viernes, 29 marzo, 2024

EMERGENCIA HUMANITARIA | Henry Vivas: «De tanta carencia, uno hasta el miedo le pierde a morirse»

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De los 20 años de la llamada “revolución bolivariana” 18 ha pasado el señor Henry Vivas padeciendo una deficiencia renal.  A los 31 años de edad, en un examen médico rutinario, descubrió que solo 30 % de uno de sus riñones funcionaban y que el resto había sido destrozado por una bacteria. Con ese 30 % pudo vivir hasta el año 2000 cuando colapsó y la diálisis se hizo inminente y vital.

Desde entonces, lunes, miércoles y viernes, Henry debe conectarse a la máquina que le permite limpiar su sangre y expulsar líquidos de su organismo. Ha estado en al menos tres centros de diálisis asignados por el Seguro Social y él, mejor que nadie, puede contar el deterioro vertiginoso del sector salud en Venezuela.

“Aquí ha muerto un gentío por falta de medicamentos, porque no tienen nada para atender emergencias y la gente se muere pegada a las máquinas de diálisis y los mismos médicos, las enfermeras saben y tienen la impotencia de que no pueden hacer nada. De tanta carencia, uno hasta el miedo le pierde a morirse”, cuenta Henry.

Hoy, con 49 años, una hija de 11 años a su cargo y separado de su esposa y su hijo mayor que se fueron a Perú para poder ayudarlo con su dieta desde allá, Henry habla de la muerte con la naturalidad de quien se sabe sentenciado. En este momento padece porque su hemoglobina está baja y necesita hierro intravenoso, pero en el país no se consigue. “A mí me puede dar un infarto pegado a esa máquina por los valores que tengo, por la hemoglobina baja y aquí no hay nada para atenderme si me da algo”, relata Henry.

También necesita calcio y vitamina B12 para recuperar los nutrientes que pierde en la sangre con cada diálisis, pero aquí no se consiguen y cuando los encuentra, los altos precios y su salario mínimo como trabajador del Concejo Municipal del municipio Sucre le impiden costearlos. Por eso hoy toma un calcio vencido y apela a la caridad de fundaciones, empresas privadas y hasta de enfermeras y médicos para encontrar el tratamiento.

Este padre de familia se considera un hombre con suerte. A pesar de no hacer la rigurosa dieta que le exigen a cualquier paciente con deficiencia renal, de tener que madrugar tres días a la semana para hacerse su tratamiento y de no consumir los medicamentos, cuando se le pregunta cómo está, siempre responde “Muy bien”. Henry tiene la piel opaca, luce unos profundos ojos con tonalidad amarilla, ojeras y una hinchazón propia de la retención de líquido que lo acompaña a donde va.

Pese a su enfermedad intenta ayudar a todo el mundo. Henry consigue medicinas para otros pacientes crónicos de Caucagüita, el barrio de Petare en el que vive, tiene un comedor solidario en el que alimenta a 60 niños de su comunidad y trata de estar “siempre despierto, siempre de pie” para que no se note su malestar.

Ya perdió la cuenta de cuántos años tiene recibiendo tratamiento en el hospital Dr. Miguel Pérez Carreño en donde, al menos, dos veces ha pasado una semana entera sin dializarse por fallas en los aparatos, en la osmosis, porque se quema la planta de agua, porque no hay material. Porque se acabó el anticoagulante o porque hay algún tipo de contaminación en el centro de salud.

Sin embargo, este es el lugar donde ha sido “más estable” su tratamiento. Los primeros años de su enfermedad, y también de la revolución, fue asignado a un centro del Seguro Social ubicado en La Urbina, en el que los pacientes morían por mala aplicación del tratamiento, por el uso de medicinas vencidas y en donde los médicos a cargo malversaban y se llevaban el material.

“Los políticos que están en el poder están en una burbuja y no ven lo que a diario padecemos tantos que no gozamos de buena salud. Si pudiera pedirles algo es que abran los ojos y miren a su alrededor”, dice este hombre que al ser consultado sobre si considera que en Venezuela hay una crisis humanitaria, responde: “Yo que estoy aquí hace años en esto sé cómo hemos empeorado poco a poco. Escucho a los médicos decir  que si tuvieran esta medicina o la otra la gente no se les hubiera muerto… Claro que hay crisis humanitaria, claro que necesitamos ayuda”.

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