Las vacunas para prevenir diarreas graves, neumonías y gripes, incluidas en el esquema del Programa Ampliado de Inmunizaciones del Ministerio de Salud, dejaron de aplicarse a los niños menores de cinco años en ambulatorios públicos y, ahora, sus padres las consiguen en el sector privado a precios que pueden superar los 100 dólares por unidad. El Gobierno asegura que no compró más dosis por los altos costos de los biológicos, pero tampoco las puede adquirir del Fondo Rotatorio de la OPS, donde se obtienen a precios bajos, por una deuda acumulada cercana a 11 millones de dólares
Samuel enfermó antes de vacunarse. Al bebé, de ocho meses, se le debía aplicar una vacuna contra la gastroenteritis severa producida por el virus rotavirus cuando cumplió dos meses de nacimiento. Elisa, su mamá, no pudo comprar la dosis para protegerlo del patógeno porque el producto no llegó al proveedor donde pretendía comprarla, debido a las limitaciones que suponen el COVID-19 en el país.
La dosis que requería Samuel actualmente es importada de Brasil. Elisa, quien vive en Puerto Ordaz, en el estado Bolívar, al sur de Venezuela, tenía en sus manos 120 dólares que invertiría en el producto biológico para inmunizar a su hijo. Ella pudo habérselo aplicado en un ambulatorio público sin costo alguno, pero desde hace cuatro años el Estado venezolano no trae la vacuna, que aún forma parte del esquema de vacunación del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) del Ministerio de Salud.
“La vacuna para el rotavirus, que antes se conseguía en el público, es vendida entre 120 dólares y 150 dólares. Como no llegó de Brasil por la pandemia y por el riesgo de que se rompiera la cadena frío, no se la pude poner, y al niño le dio diarrea. Gastamos como 60 dólares en medicinas, sin contar la consulta con el pediatra”, contó Elisa.
La antirrotavirus es solo una de las vacunas aprobadas en el esquema básico de inmunización oficial que el Gobierno no suministró más a los distritos sanitarios y ambulatorios de la red pública. Tampoco actualmente hay disponibilidad de dosis para prevenir cuadros gripales, provocados por diferentes cepas de los virus de la influenza, y neumonías causadas por neumococos.
La inclusión de estas vacunas en las pautas de inmunización del Ministerio de Salud, que cuenta con 12 aprobadas para la prevención de 15 enfermedades, compromete al gobierno a distribuirlas a la población de manera gratuita. Pero al no proveerlas en este momento, los padres de los niños recurren a pediatras y diferentes distribuidores para comprarlas a precios dolarizados y, en casos extremos, suelen trasladarse hasta Brasil o Colombia, países fronterizos con Venezuela, para proteger a sus hijos de las enfermedades infectocontagiosas. El impacto de la ausencia de las vacunas en sector público resulta elocuente si la lupa pone en las familias más pobres que apenas cobran un salario mínimo equivalente a 1,2 dólar por mes.
En agosto de 2016, el Ministerio de Salud, en una reunión con expertos de inmunización de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para evaluar el Programa Nacional de Inmunización, acordó que el esquema básico de vacunación para niños menores de cinco años en Venezuela aún incluiría las dosis para prevenir rotavirus, neumococo y antiinfluenza. Pero las autoridades sanitarias manifestaron dificultades para seguir importando los productos, según informó el representante de la OPS en Venezuela, Pier Paolo Balladelli, en una comunicación que envió el 20 de noviembre al equipo reporteril de El Pitazo, a propósito de una solicitud de entrevista pedida para este reportaje.
“Aunque el MPPS mantiene dentro del esquema oficial las vacunas neumococo, rotavirus e influenza, y desde la OPS/OMS mantenemos el asesoramiento técnico para la reintroducción de estas vacunas, se tuvo que descontinuar la administración de estas vacunas debido al alto costo que las mismas representan. Con la adquisición de tan solo estas tres vacunas, sería necesario triplicar el presupuesto total que permite la adquisición de todas las demás vacunas del esquema básico, lo cual impactaría significativamente en el presupuesto del PAI en el contexto de la compleja situación económica que atraviesa el país”, señaló.
El Gobierno compraba estas tres vacunas, así como las demás dosis del PAI, a través del Fondo Rotatorio de la OPS. Pero denuncian desde distintas sociedades científicas médicas que Venezuela acumula una deuda con el fondo desde 2017, cuando el país registró el desabastecimiento de 10 de 12 vacunas (83,3% de las dosis) y otros insumos como inyectadoras, según los datos del OPS. En la comunicación enviada a El Pitazo por la representación de la oficina regional de la OPS del país, Balladelli reconoció, sin apuntar la cantidad de dinero adeudada, que el Gobierno no ha pagado, pero que ese compromiso lo incumple desde el año pasado.
“Desde 2019, el MPPS no ha podido realizar nuevas compras a través del Fondo Rotatorio, debido a la deuda que el país mantiene con el mecanismo. Según nos refieren las autoridades sanitarias, las sanciones impuestas al país les han imposibilitado movilizar sus recursos en el extranjero para honrar la deuda. En este punto es importante mencionar que este compromiso con el Fondo Rotatorio no genera intereses adicionales para el país y el mecanismo se podrá reactivar en forma inmediata una vez se genere un pago, por el monto equivalente que el país transfiera en ese concepto”, aclaró Balladelli en la comunicación.
Se tuvo que descontinuar la administración de estas vacunas debido al alto costo que las mismas representan
Pier Paolo Balladelli, representante de la OPS en Venezuela
Pero el 25 de noviembre, cinco días después de recibido el documento con las respuestas del representante regional de la OPS en el país, el director de Emergencias en Salud de ese organismo, Ciro Ugarte, declaró que Venezuela debe al fondo de vacunas cerca de 11 millones de dólares, según declaraciones reseñadas por agencia EFE. “Debido a la situación actual de Venezuela, el país no ha podido hacer el pago por la compra de vacunas y en este momento la deuda acumulada es de unos 11 millones de dólares aproximadamente (…). Entonces no es posible comprar vacunas a través del fondo rotatorio para Venezuela, a pesar de que se había incrementado el crédito para el país”, indicó a propósito de una sesión informativa.
El año pasado, el actual ministro de Salud, Carlos Alvarado, sostuvo que la congelación de recursos venezolanos en bancos estadounidenses y europeo, debido a las sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, obstaculizaron la adquisición de cerca de 12 millones de euros en vacunas a la OPS.
En el Fondo Rotatorio de la OPS, mecanismo de cooperación en el que Venezuela participa desde el año 2004, el Estado venezolano compraba 12 vacunas, jeringas y demás productos en grandes cantidades y a bajos costos con la certificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Venezuela invirtió en el fondo rotatorio de la organización más de 170 millones de dólares para compra de vacunas y otros insumos para inmunización entre 2004 y 2017. Para ese último año la oficina regional de la OPS en el país indicó que el Gobierno había planificado adquirir más de 20 millones de vacunas de distintos tipos.
“El Ministerio de Salud ha admitido que no tiene dinero para comprar las vacunas desde hace cuatro años. La OPS y la Unicef han dado donaciones de algunas dosis para atender a la población que ha sido afectada por la emergencia humanitaria que atraviesa el país”, señaló Huníades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.
Venezuela pierde derecho al voto en la OPS por deudas acumuladas
Las deudas acumuladas de Venezuela con la OPS no son solo con el fondo de vacunas. El pasado 29 de septiembre, en el marco del desarrollo del 58º Consejo Directivo de la organización, la representación de Nicolás Maduro perdió su derecho al voto en la instancia debido a que el Estado no ha pagado un total de 7.851.219 dólares desde 2017. El pago corresponde a cuotas pendientes que el país debe cancelar como parte del organismo.
Al cerrarse la puerta en el fondo de la OPS, el Gobierno se apoya, además de las donaciones de Unicef y la OPS, en los países con los que sostiene lazos diplomáticos, como la India y Rusia, para traer vacunas a Venezuela. Incluso hace compras directas a laboratorios y proveedores de los que las autoridades sanitarias no ofrecen mucha información.
Se sabe que las dosis para diarreas graves, neumonías y gripes no son suministradas a través de las alianzas con los países. Por eso, los padres venezolanos no consiguen estas dosis en las jornadas especiales de vacunación que el Ministerio de Salud ha emprendido en los últimos dos años con el asesoramiento técnico de la OPS para aplicar otras siete vacunas del esquema. “Ahora tenemos un programa de inmunización que solo depende de las donaciones, y sin todas las vacunas que están incluidas en el esquema nacional”, resaltó Urbina.
La OPS y la Unicef han dado donaciones de algunas dosis para atender a la población que ha sido afectada por la emergencia humanitaria que atraviesa el país
Huníades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría
El médico pediatra y especialista en gerencia de salud pública, Alejandro Crespo, señaló que, al no acceder al mecanismo de la OPS, Venezuela compra vacunas a precio internacional, a un costo elevado en comparación con los fijados por cada dosis en el fondo rotatorio.
No es la primera vez que el gobierno de Nicolás Maduro aprueba una inversión a pérdida. En 2015, en un reportaje publicado por el diario El Nacional, se informó que Venezuela compró a Cuba menos dosis a mayor costo, a pesar de que podía obtener por medio del fondo de la OPS productos biológicos de calidad y más baratos, teniendo en cuenta el contexto de desequilibrio económico. “Fuera del Fondo Rotatorio, otro proveedor será más costoso; pero si además el Gobierno no aumenta el presupuesto para la compra de vacunas, entonces, terminará comprando menos”, refiere Crespo.
Repunte silencioso
En su narrativa, los funcionarios del chavismo gobernante responsabilizan a las sanciones de Estados Unidos de las dificultades para acceder a vacunas, a pesar de que las medidas no impiden el ingreso de productos farmaceúticos ni alimentos a la nación. Pero mucho antes de esas decisiones —dirigidas en principio a funcionarios chavistas y, luego, desde 2019, a la estatal Petróleos de Venezuela—, el país registraba bajas coberturas de vacunación, que no alcanzaban al 90% de la población, como lo recomienda la OMS. El pobre desempeño del programa de inmunización del Ministerio de Salud condujo, posteriormente, al resurgimiento de la difteria en 2016 y del sarampión en 2017.
Los datos que Venezuela envía a la OPS y Unicef revelan el impacto de la ausencia de las vacunas antirotavirus, antineumococo y antigripal en los ambulatorios públicos. Desde 2016, los reportes de coberturas se registran por debajo de 95%. Pero en los últimos dos años, no hay cifras sobre el alcance de la vacunación porque el país no mandó más información. Lo que sí resalta el último informe de la OPS sobre inmunizaciones, correspondiente a 2019, es que Venezuela registra desabastecimiento por estas dosis desde hace tres años.
La falta de vacunas para gripes, neumonía y diarrea grave dejan a la población infantil susceptible de contraer estas enfermedades. Desde 2016, el Ministerio de Salud no presenta datos epidemiológicos que permitan evaluar el incremento de casos por estas afecciones. Pero pediatras coinciden en que es cada vez más frecuente recibir en sus consultas a niños, por ejemplo, con diarreas severas, especialmente con cuadros de desnutrición.
El Estado para proteger a los bebés de las diarreas aplicaba la vacuna Rotarix, elaborada por el laboratorio GlaxoNigthLine, incluida en el esquema de inmunización en el año 2005. Pero pese al avance que representó su incorporación, la cobertura de vacunación para el año 2008 había caído en 47%, recuerda Irene Pérez Schael, química e investigadora que trabajó en el laboratorio de rotavirus del Instituto de Biomedicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV). El contexto actual, ahora sin la disponibilidad de la vacuna en el sector público, genera más preocupación.
Acá se presenta una situación de inequidad cuando solo quienes pueden pagar en dólares se vacunan
Carlos Walter, director de Cendes – UCV y exministro de Salud
Una investigación sobre incidencia de diarreas graves, publicada el año pasado en la Revista Venezolana de Salud Pública, reveló, luego de la evaluación de 240 niños ingresados entre 2015 y 2016 en el Hospital Universitario Pediátrico Agustín Zubillaga del estado Lara, que en 20% de los casos se detectó muestras de rotavirus. De esos, 86% no habían sido inmunizados con la vacuna antirotavirus, mientras que 14% sí había recibido alguna dosis. En esos años, mientras se desarrollaba el estudio, el país comenzaba a reportar fallas de abastecimiento de la vacuna.
“Desde hace cuatro años no conocemos datos epidemiológicos, pero el último boletín registró un aumento en 187.290 episodios de diarreas graves en menores de cinco años. La diarrea grave ocupó el segundo lugar en importancia, después de las infecciones respiratorias agudas, con 21% del total de casos, siendo los estados que pasaron los 15.000 casos, de menor a mayor, Falcón, Carabobo y Zulia con 65.399 casos”, apuntó Pérez Schael.
EL RIESGO DE NO PONER LA VACUNA
La diarrea, neumonía, meningitis y gripe, enfermedades prevenibles con vacunas, pueden desencadenar complicaciones severas en niños, incluso causarles la muerte
Diarreas graves
Las diarreas graves por rotavirus son la causa más frecuente de hospitalización y muerte de niños menores de 5 años. Las infecciones afectan a bebés de entre 3 meses y 1 año de edad.
-Las diarreas ocurren por 24 horas hasta por 14 días.
-La deshidratación grave puede ocasionar la muerte.
-La pérdida de fluidos gastrointestinales afecta a todo el sistema.
Neumonías y meningitis
Las enfermedades por neumococo son causadas por una bacteria estreptocócica que provoca neumonía severas, incluso meningitis complicadas. Generalmente afecta a niños menores de 2 años.
-Dificultad respiratoria cuando hay afectación en pulmones.
-Daño cerebral.
-Pérdida auditiva por infección en oído.
-Infección de la sangre.
-Septicemias (infección que compromete todo el cuerpo).
Influenza
Los niños menores de 2 años son más propensos a contraer el virus de la influenza, incluso sufrir complicaciones asociadas al patógeno.
-Infecciones nasales.
-Afectaciones en los oídos.
-Neumonás.
-Miocarditis (infección de los tejidos del corazón).
-Encefalitis (infección en el tejido cerebral).
-Insuficiencia respiratoria.
-Convulsiones.
Fuentes: OMS/OPS y Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC)
En el caso de la vacuna antigripal, no se tiene disponible ni siquiera para el personal de salud de los centros hospitalarios que debían habérsela aplicado actualmente debido a la circulación del nuevo coronavirus, según las pautas establecidas por el Ministerio de Salud el pasado mes febrero. La ausencia de esta dosis influyó en el fallecimiento de tres niños por influenza AH1N1 -que originó una pandemia en 2009- en mayo de 2018 en el hospital J.M. de los Ríos, principal centro pediátrico del país, ubicado en Caracas.
Los casos por neumonías complicadas también han subido en los últimos años, según refiere Crespo, quien alude a que las condiciones de insalubridad y pobreza, sin la protección de la vacuna, colaboran para que la incidencia de casos sea considerable. “Las personas cocinan con leña por falta de gas, por ejemplo, y eso puede complicar a los niños más pequeños con afecciones respiratorias por neumococos”, sostuvo el pediatra.
Que el Estado no aplique tres de las dosis que aprobó en el esquema de inmunización representa una violación al derecho a la salud y la vida de los niños venezolanos. El Gobierno contraviene además las disposiciones de la Ley de Inmunizaciones y, en especial, el artículo 47 de la Ley de Protección del Niño, Niña y Adolescente. “Se presenta una situación de inequidad cuando solo quienes pueden pagar en dólares se vacunan, pues el Estado no garantiza el principio de universalidad de la salud, como lo establece la Declaración de los Derechos del Niño”, resaltó Carlos Walter, director del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV y exministro de Salud.
Alianzas salvavidas
Nicolás Maduro, desconocido por más de 61 países tras su reelección como Presidente, se aferra a un plan especial con Rusia, China, India, Bielorrusia y Cuba para garantizar vacunas en el país. “Logramos traer por vías que solo sabemos, las vacunas que necesitaba el país y vacunamos al 95%, la meta más alta en todo este tiempo”, indicó el pasado mes de enero el mandatario.
El Gobierno no ha informado sobre la cantidad ni tipos de vacunas que importa desde cada nación aliada, recursos invertidos por cada dosis ni los laboratorios que fabrican los biológicos que compran. Se sabe que el grueso de dosis provienen del sur de Asia. Los datos del Atlas de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard de Estados Unidos revelan que, hasta 2018, la India se convirtió en el mayor exportador de vacunas de Venezuela. Ese año, 89% de todos las vacunas que llegaron a Venezuela se importaron de ese país.
Algunos pediatras consultados indican que gran parte de las vacunas adquiridas por el Estado en la India, país que funge como uno de los mayores fabricantes de productos biológicos del mundo, no son precalificadas por la OMS. Una dosis certificada cumple con el reconocimiento de los requisitos de calidad, seguridad y eficacia establecidas por el organismo para, luego, ser suministrada por medio del Fondo de Naciones de Unidas.
Sin embargo, en el listado de la OMS aparecen más de 50 vacunas producidas en la India preclasificadas por el organismo, en su mayoría Serum Institute of India Pvt. Ltd, que, incluso, ahora fabrica las tres vacunas del esquema de inmunización oficial que actualmente solo se consiguen en el sector privado. “El hecho de que sean vacunas de la India no quiere decir que sean de mala calidad, porque estos productos han debido cumplir con todos los procesos para su aprobación y distribución. El problema es el alto costo que el Estado paga por esas dosis, cuando en la OPS puede comprarlas más baratas”, aseguró Crespo.
Por ahora, la única dosis de las tres vacunas que el Estado venezolano pretende volver a distribuir es elaborada en Rusia. El año pasado, Nicolás Maduro informó sobre la importación de 1,5 millones de dosis contra la influenza, gracias a una alianza con el gobierno ruso. Se trata de biológicos que son llenados y envasados con el apoyo del Instituto Latinoamericano de Biotecnología Mechnikovde Nicaragua, cuya institución fue creada en 2016, aunque comenzó a operar en 2019 luego de escándalos financieros. Los representantes de esta planta nicaragüense señalaron que Venezuela estaba entre los países a los que le suministrarían productos.
Esta vacuna rusa no se promocionó dentro de la última jornada de vacunación que emprendió el gobierno el 15 de septiembre y que pretende culminar el próximo 30 de noviembre. No se sabe más sobre el arribo de nuevos cargamentos del producto, pero la cantidad que llegó el año pasado resulta insuficiente para la población venezolana. El Instituto Mechnikov de Nicaragua informó que ampliará su catálogo con la fabricación de vacunas contra neumococo y rotavirus. Una opción que Nicolás Maduro podría considerar.
Mientras el Gobierno nacional evalúa oportunidades con los países aliados, los padres no dejan de hacer esfuerzos para reunir el dinero y vacunar a sus hijos con las dosis que el Ministerio de Salud dejó de suministrar. Pero en medio de la búsqueda, también sortean obstáculos. Alejandro Rísquez, pediatra y profesor de la Escuela de Salud Pública de la UCV, dijo que las fallas en la dotación de las vacunas antigripales, antirotavirus y antineumococo abren paso a un mercado inescrupuloso donde se ofertan vacunas falsificadas, como el caso conocido de la copia que salió en 2017 de la Prevenar 23 para prevenir neumococo, elaborada por la empresa Pfizer.
Rísquez sostiene que los pediatras compran a proveedores autorizados por el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel, quienes, a su vez, adquieren los biológicos en distribuidores que las compran a laboratorios fabricantes, ubicados en Colombia o Panamá, generalmente. Urbina añadió que, si bien la sociedad venezolana de pediatría no funge como un organismo contralor, ha recibido alertas de los padres sobre centros clandestinos o farmacias donde comercializan vacunas falsas y, por eso, hacen llamados constantes al Ministerio de Salud.
Los laboratorios transnacionales encargados de fabricar las tres dosis ausentes en el sector público son GlaxoNigthLine (antirotavirus y antineumococo), Merck & Co, representada en el país por MDS Farmaceútica (antirotavirus), Sanofi Pasteur (antigripal) y Novartis (neumococo). Estas compañías producen 16 vacunas que fueron registradas en el país entre 1997 y 2014 por el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel, según los datos que tiene la base de Productos Biológicos Aprobados del organismo adscrito al Ministerio de Salud.
Los datos disponibles de compras en el exterior de ImportGenius, una plataforma que tiene registro del tráfico de movilización de mercancía por vía marítima y aérea del mundo, muestran que estas empresas dejaron de traer vacunas a Venezuela a mediados de 2016, año en el que se agudizó la crisis económica en el país que luego derivó en una emergencia humanitaria sin precedente, no atendida oportunamente por el gobierno de Nicolás Maduro.
Inocente de este panorama complejo que arrastra el país, a Samuel deben aplicarle la tercera dosis de neumococo que fija el esquema de inmunización del Ministerio de Salud y que debe recibir cuando cumpla 12 meses de nacido. A estas alturas, a Elisa no solo le preocupa que su hijo enferme con neumonía, sino la calidad de la vacuna que tendrá que comprar. Por lo pronto sabe que, al menos, 130 dólares es lo que podría costarle el producto biológico. Mientras Elisa planea pagar por la antineumococo, los planes de “reintroducción” de ésta y las otras dos vacunas al esquema nacional de inmunizaciones, que la OPS evalúa con el Ministerio de Salud, aún no se materializan.