Gerardo Leal fue el representante de los motorizados que acompañaron a María Corina Machado en el estado Trujillo durante sus visitas en la campaña electoral. Los primeros días de agosto, cuando se enteró de que los cuerpos del Estado lo buscaban, tomó su moto y condujo durante varios días hacia la frontera con Colombia para luego salir del país. Su esposa e hija estuvieron detenidas como medida de presión para que él se entregara a las autoridades policiales

Aunque sabía que no sería fácil el ambiente poselectoral en Venezuela, Gerardo Leal jamás imaginó que la tarde del 5 de agosto tendría que agarrar su moto y salir de su casa sin sus pertenencias para no regresar.

Toda su vida la construyó en Valera y debió dejarla atrás. Una publicación con su foto y la frase “Se busca, se ofrece recompensa”, le alertó que era momento de resguardar su libertad y su vida, por eso decidió, sin dudarlo,manejar su motocicleta por caminos verdes hasta la frontera del Táchira, para salir del país.

Mientras rodaba, funcionarios de la Policía de Trujillo detuvieron a su esposa y a su hija de 15 años, como medida de presión para que él se entregara a las autoridades. Pero no se enteró porque estaba en la carretera. Los uniformados trataron de llevarse también a su otra hija de 13 años.

En cuatro días de camino, Leal lloró de impotencia por la situación en que se encontraba. Lloró porque sintió que destruyeron su vida y la de su familia, solo por liderar a los motorizados que acompañaron a María Corina Machado en su recorrido en mayo y junio por el estado Trujillo. Eso fue lo que lo puso en el ojo de la represión.


Las niñas aún no lo asimilan. Se sienten como en shock. Ya mis hijas solo hablan con gente adulta

Gerardo Leal, perseguido político

Durante esa travesía no se cambió de ropa, no se bañó, no se cepilló los dientes ni pudo descansar. El temor y el apuro lo empujaban a una de las trochas que unen a Venezuela con Colombia, para finalmente llegar al país vecino y sentirse en resguardo.

“Solo pude salir con mi querido vehículo del que soy apasionado, mi moto, sin más nada. Sin dinero. Me traje fue mucho sufrimiento, lloré todo el camino, cada vez que me paraba a saber si iba bien o no en la ruta, lloraba y lloraba”, contó Leal a El Pitazo.

Persecución y amedrentamiento familiar 

Cuando su esposa de 44 años y su hija de 15 años fueron detenidas, Leal ya estaba a kilómetros de su hogar. Aunque ambas mujeres fueron liberadas 26 horas después, padecieron de violencia verbal y psicológica durante ese tiempo.

A Leal le da vergüenza decir en voz alta los insultos y las amenazas que dijeron los uniformados a su familia. Describe esas horas como terroríficas para ambas. “Cuando finalmente llegaron a Colombia, no paraban de llorar del shock en el que estaban”, relató.


En cuatro días de camino, Leal lloró de impotencia por la situación en que se encontraba


Al ser liberadas, llegaron a su hogar, hicieron maletas y salieron de inmediato de Trujillo hasta Colombia. Pudieron hacerlo con un poco más de calma y cruzaron por el puente internacional Simón Bolívar. No sellaron pasaporte de salida de Venezuela, solo entrada a Colombia.

La familia Leal no solo fue víctima de esta situación. Días previos funcionarios policiales llegaron al lugar donde tenían una venta de perros calientes y les indicaron que no podían seguir allí. Mudaron el emprendimiento a su hogar y el carrito fue decomisado por los uniformados.

Apoyo político sin arrepentimiento

Su vida y la de su familia cambió para siempre, pero Gerardo Leal no se arrepiente de nada de lo que hizo, ni de sus ideales políticos y mucho menos del apoyo a María Corina Machado y a Edmundo González.

“Salí por pensar diferente y creer en un país de cambio a través de los votos. Soy perseguido, amenazado, mi cabeza tiene precio, pero tengo 25 años trabajando por un cambio en Venezuela”, dijo. 

Leal fue miembro fundador de la asociación de motorizados José Gregorio Hernández. Ellos crearon el movimiento de motos del comando Con Venezuela y recorrieron todo Trujillo durante la campaña y las visitas de María Corina Machado al estado.


Su vida y la de su familia cambió para siempre, pero Gerardo Leal no se arrepiente de nada de lo que hizo


Describe la organización ciudadana como una “lucha por la patria y la familia”, con la que aportaron y trabajaron todos a favor de la candidatura de Edmundo González Urrutia.

Pero ese acto que considera heróico, resultó con tres motorizados detenidos. Dos están en la cárcel de Tocuyito, estado Carabobo, y otro en el Helicoide, en Caracas. Además de ser él un perseguido político, otros de sus compañeros también lo son y están en resguardo en otros estados de Venezuela y fuera del país.

“Antes en el país el que trabajaba comía y ahora no es así, ahora nada alcanza para nada”, contó sobre su apoyo a la candidatura opositora en la elección presidencial del 28 de julio.

Un futuro incierto

Ya la familia está unida y sin peligro. No tienen certeza de qué harán o cómo serán los meses siguientes. Probablemente se queden en Colombia, con el estatus legal de refugiados debido a la situación de peligro que sugeriría volver a Venezuela.

Su esposa y sus hijas reciben atención psicológica en la fundación Juntos se puede, que tiene sede en Bogotá y ayuda a migrantes venezolanos. Es allí donde han conseguido todo el apoyo desde que llegaron.

El padre de dos adolescentes dice con tristeza que sus hijas perdieron todo, porque en su estado natal iban a clases, practicaban natación y hacían deporte. “Las niñas aún no lo asimilan. Se sienten como en shock. Ya mis hijas solo hablan con gente adulta”, cuenta con tristeza.


Probablemente se queden en Colombia, con el estatus legal de refugiados


El futuro es incierto y les causa temor. Teme que por su edad y la de su esposa (57 y 44 años, respectivamente) no logren conseguir trabajo. Para él resulta doloroso recordar que en Varela tenía su casa, moto y pertenencias, y ahora no tienen nada.

Leal extraña su hogar, a sus amigos, su moto, la comida, la comodidad y todo por lo que se esforzó en su vida. Siempre visualizó su futuro en Venezuela y que sus hijas crecerían en un lugar diferente, tras la elección presidencial.

“No estaba planificada esta ida de nosotros de Venezuela. Nunca pasó por mi mente que yo iba a salir y menos sin nada, esto es por necesidad, no por querer”, lamenta.

Gerardo Leal decidió que su identidad no fuese protegida para esta entrevista. Considera que su situación ya es pública en el estado Trujillo y que dar este testimonio dejará el precedente de la persecución política de Venezuela en agosto de 2024.

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