La masacre ocurrida en la Gran Sabana el 23 de febrero de 2019, cuando murieron 8 indígenas a manos de militares venezolanos, generó el mayor éxodo conocido de la etnia pemón taurepán hacia territorio brasileño. Desde entonces más de 1.200 representantes de esta comunidad se asentaron en la población Sorocaima I. Muchos sueñan con regresar

El 22 de febrero de 2019 es una fecha que el pueblo pemón recuerda con dolor. Ese día militares venezolanos apuntaron sus armas contra los indígenas, lo que dio inicio a uno de los éxodos más grandes conocidos en la historia de esta etnia.

Marturino Pérez, pemón taurepán, recuerda que a él y a varios centenares de paisanos les cambió la vida desde ese entonces. Una lluvia de balas lo despertó transcurrieron 24 horas de violencia y al día siguiente formaba parte de los 1.200 pemones que atravesaron la selva a pie para llegar a Brasil y así salvar sus vidas.

Brasil es el quinto país receptor de venezolanos en Latinoamérica. Actualmente alberga a 253.500 desplazados de los 5 millones que contabiliza la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Entre ellos existe un grueso de indígenas que se desplazó el 23 de febrero de 2019, un día después de la masacre ocurrida originalmente en la población de Kumarakapay, en la Gran Sabana, perpetrada por fuerzas de seguridad del gobierno de Nicolás Maduro, cuyos funcionarios se desplegaron por diferentes zonas, incluyendo Santa Elena de Uairén, y asesinaron a ocho personas. En esos hechos también se registraron más de 20 lesionados, todos heridos por armas de guerra.

A pesar de que autoridades brasileñas y representantes del gobierno interino que lidera Juan Guaidó prefieren resguardar las cifras de pemones desplazados, los propios líderes indígenas aseguran que luego de la matanza, alrededor de 1.200 personas cruzaron la frontera, en la primera movilización que se realizó, a pie y de noche para no ser detectadas por sus perseguidores.

Pueblo que trascendió fronteras

El pueblo pemón se subdivide en tres grupos: Arekuna, Kamarakoto y Taurepán. Siglos atrás, cuando no existían límites territoriales, estas tres hermandades convivían en lo que hoy se conoce como Gran Sabana (Venezuela), estado de Roraima (Brasil) y Guyana.

Más que una tradición ancestral, ser taurepán es un estilo de vida, su base es la familia y proteger la naturaleza. Ser taurepán es trascender fronteras.

Los taurepán se instalaron desde el cerro Roraima, ubicado en la Gran Sabana, Venezuela, hasta una población llamada Sorocaima I, situada en el municipio brasilero de Pacaraima. Es decir, que luego de la demarcación fronteriza este pueblo siguió siendo familia.


Lo que pasa en Venezuela es muy triste, tuve que salir de mi país y eso me ha afectado mucho como indígena. Hago un llamado desde Brasil para que liberen a mis hermanos en Caracas. Hasta cuándo la persecución sin pruebas. Dicen que buscamos problemas, lo que hacemos es tratar de defender a nuestras comunidades de la minería

Marturino Pérez

Inicialmente fueron 1.200, pero luego la cifra de taurepán desplazados aumentó. Todos fueron recibidos por la Operación Acogida que encabeza el Gobierno brasileño en conjunto con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). De ellos, 335 pemones que adoptaron la condición de refugiados se agruparon para fundar una comunidad en territorio indígena brasileño, a este movimiento se integraron 142 venezolanos no indígenas.

Las autoridades se apegaron al Convenio Nº 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), que en su artículo 32 dice que: “los Gobiernos deberán tomar medidas apropiadas, incluso por medio de acuerdos internacionales, para facilitar contactos y la cooperación entre pueblos indígenas y tribales a través de las fronteras, incluidas las actividades en las esferas económica, social, cultural, espiritual y del medio ambiente”. 

Los distintos líderes de cada lado se reunían para ofrecerle una oportunidad en la zona a quienes huían de la violencia. Fue así como el 9 de mayo de 2019 se levantaron los primeros cimientos de pemones en tierras de sus paisanos brasileños.

El pemón Emilio González, quien también es el alcalde constitucional de la Gran Sabana y fue uno de los desplazados después de la masacre, aseguró que “ha sido una lucha muy grande porque fueron desterrados de su zona y establecerse de un lugar a otro no es cualquier cosa. Sin embargo, con mucho esfuerzo se han mantenido gracias a la agricultura en pequeña escala que realizan”.

El sueño de regresar a la Gran Sabana los impulsa

Marturino Pérez, quien es desde hace 30 años el presidente de la Asociación Civil Unión de Comunidades Indígenas de la Gran Sabana, llegó junto a su familia a Sorocaima I dispuesto a construir un nuevo sueño.

Mientras levantaban sus viviendas, Pérez se clavó una astilla de madera en uno de sus dedos de la mano izquierda. Una bacteria se alojó en su organismo y a pesar de recibir atención de primera en Brasil, a la par de cumplir con sus rituales chamánicos, le fue amputado el brazo.


LOS PROPIOS LÍDERES INDÍGENAS ASEGURAN QUE LUEGO DE LA MATANZA, ALREDEDOR DE 1.200 PERSONAS CRUZARON LA FRONTERA EN LA PRIMERA MOVILIZACIÓN


El Pitazo lo entrevistó en febrero de este año, cuando cumplía una semana de la cirugía en la que le removieron su extremidad, y es ahora cuando su declaración es publicada en este reportaje por petición de la familia, que teme a alguna represalia.

Cuando se refirió a lo sucedido dijo que “era algo secundario”, su enfoque fue la nueva comunidad y las ganas de regresar a la Gran Sabana. Había perdido un poco el equilibrio, pero se levantaba a diario con la voluntad de sentirse lo mejor posible para colaborar en la edificación de las viviendas y especialmente dar inicio a la siembra.

“Lo que pasa en Venezuela es muy triste, tuve que salir de mi país y eso me ha afectado mucho como indígena. Hago un llamado desde Brasil para que liberen a mis hermanos en Caracas. Hasta cuándo la persecución sin pruebas. Dicen que buscamos problemas, lo que hacemos es tratar de defender a nuestras comunidades de la minería”, destacó refiriéndose a los 13 pemones que desde diciembre de 2019 permanecen detenidos –primero en los calabozos de la Dgcim y actualmente en El Rodeo- por presuntamente participar en un movimiento militar armado denominado Operación Wey Pa´Ka (Operación Aurora), que buscaba iniciar el derrocamiento de Maduro desde la Gran Sabana.

Retoman tradiciones milenarias

La producción agrícola inició apenas llegaron. Actualmente cuentan con una hectárea de yuca dulce con la que elaboran harina y otra de yuca amarga con la que preparan casabe, almidón (base para el tetero de los niños) y picante; tanto para ellos como para comercializar.

En enero, los indígenas cosecharán dos hectáreas de plátanos y cambures que sembraron este año. Esperan que esta producción también dé para la venta.

“Los taurepán brasileros y los de la Gran Sabana van juntos al conuco. Unos comen casabe y los otros farinha, pero también hay muchas actividades que los unen como la cacería, pesca, recolección de frutas en la selva y los partidos de fútbol”, relató el indígena Omar Pérez, hijo de Marturino y miembro del equipo del alcalde de la Gran Sabana, todos exiliados.

Mientras esta población indígena mixta avanza en su consolidación, las organizaciones Acnur, Cruz Roja, Operación Acogida contribuyen en su crecimiento, así como en otras integradas por cientos de indígenas que al huir de la violencia consiguieron en el municipio brasileño de Pacaraima una oportunidad para volver a empezar.

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