No importa en qué estado del país vivan, padres de pocos recursos tratan de viajar a Colombia para conseguir de manera gratuita la dosis que necesitan sus niños. La Sociedad Venezolana de Pediatría mostró cifras que revelan que al menos 80% de la población está sin inmunización. En los centros de salud público no hay dotación, mientras que en centros privado el costo de cada vacuna varía desde 60 a 120 dólares
Realizado por: Pola Del Giudice, María F. Rodríguez y Pedro Izzo
Beatriz y su esposo viajaron desde Mérida con su hijo Andrés, de apenas tres meses de nacido, rumbo a Cúcuta. Luego de seis horas de recorrido llegaron a Ureña, población del estado Táchira que se ha convertido en la primera parada de los padres que buscan desesperados vacunar a sus hijos. Desde ese punto deben atravesar el puente internacional Francisco de Paula Santander, que los separa de Colombia y los conduce a su ansiada meta: la carpa de vacunación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Mérida, al igual que en el resto de Venezuela, no hay todas las vacunas que necesitan los niños. En esta región de los andes venezolanos ni siquiera se consiguen en clínicas privadas. Además, las pocas que hay proceden de países como la India, que no cuentan con el aval de la OMS. La pediatra de Andrés le advirtió esto a Beatriz y a su esposo. En esa ciudad, el bebé solo pudo recibir una vacuna: la Bacillus Calmette-Guerin, conocida como BCG.
Desde la cancha de fútbol de Ureña comienza el recorrido diario de miles de venezolanos para cruzar la frontera y llegar a Colombia a través del puente internacional Francisco de Paula Santander. Ese es uno de los tres pasos fronterizos que hay entre Táchira y Colombia. “De Mérida a Puerto Santander (otro de los pasos fronterizos) son cuatro horas de viaje, pero no hay puestos de vacunación en esa frontera. Hay que trasladarse a otra parte, por eso preferimos irnos por Ureña, porque justo al pasar el puente está la carpa de vacunación de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, explica Beatriz.
El otro paso fronterizo que hay entre Táchira y Colombia comunica a las poblaciones de San Antonio del Táchira y el sector La Parada de Colombia, a través del Puente Internacional Simón Bolívar. Este es el paso fronterizo más transitado entre los dos países, por tanto, el más congestionado. “Ese paso no lo recomiendo porque no hay puesto de vacunación justo al pasar el puente, además de que está muy congestionado por la cantidad de venezolanos en situación de indigencia que viven allí”, cuenta Beatriz a partir de la experiencia que vivieron de regreso a Mérida, ya que tuvieron que volver por San Antonio del Táchira.
Desde Ureña salen autobuses hacia Mérida de lunes a sábado hasta las 6:00 pm, pero Beatriz, su esposo e hijo, decidieron quedarse hasta el domingo, ya que tienen donde alojarse en el lado colombiano. Por ello regresaron por San Antonio del Táchira.
Larga espera
Aunque llegaron a las 7:30 am (hora colombiana) al puesto de vacunación que tiene la OMS en El Escobal (población colombiana en la frontera con Ureña), Andrés era el niño número 26 en la cola para vacunarse. “Nos dijeron que esperáramos a ver si quedaban vacunas para él, ya que solo tienen insumos para 25 niños por día. Esperamos hasta cerca de la una de la tarde, pero no tuvimos suerte. Tuvimos que regresar al otro día”, explicó Beatriz, por lo que recomienda llegar más temprano.
Si bien hay otros puestos de vacunación de la OMS, y de otras organizaciones de ayuda a los venezolanos en la frontera colombiana, Beatriz decidió volver al otro día al puesto ubicado en El Escobal, para no correr riesgos en ese primer viaje con su hijo. “La atención es muy cordial y las vacunas son gratis. Solo hay que tener mucha paciencia y llegar muy temprano porque atiende una sola enfermera y las madres venezolanas llegan desde la madrugada a hacer la cola. También van mujeres embarazadas”, contó la joven madre.
Ni de ida ni de regreso, la pareja de padres se topó con alguna autoridad venezolana que les solicitara la partida de nacimiento o algún otro documento que demostrara que Andrés era su hijo. “Eso nos llamó mucho la atención y nos alarmó. No hay ninguna medida de seguridad para el traslado de niños hacia Colombia. Los funcionarios de Migración Colombia sí nos dijeron que debemos tramitar la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF) de Andrés para poderlo pasar la próxima vez”, dice Beatriz, a quien le esperan al menos dos viajes más para vacunar a su hijo antes de que el niño cumpla su primer año de vida.
LARA ES EL ÚNICO ESTADO DEL PAÍS QUE TUVO DOSIS DE BCG DISPONIBLE DURANTE EL ÚLTIMO TRIMESTRE
Más de 1.000 kilómetros por tres vacunas
Katherine López tiene un bebé de dos meses de nacido. Tuvo que regresar a Venezuela cuando aún no había dado a luz por la precaria situación económica que vivían ella y su pareja en Perú. “Me vine a Venezuela porque aquí tengo mi familia y en Perú estaba muy difícil por mi estado conseguir trabajo, pero ahora sufro porque debo recorrer todo el país para poder vacunar a mi hijo”, destacó al regresar de Cúcuta, donde viajó hace dos semanas para aplicar las primeras vacunas a su hijo.
Relató que para poder colocarle la BCG tuvo que irse hasta casa de unos familiares en Barquisimeto, el único estado del país que tuvo disponible dosis durante el último trimestre. “Fuí al menos 20 veces al hospital de Los Teques, al Seguro Social y a los ambulatorios y nunca llegó ni una sola de las ampollas que alcanzan para vacunar a 20 niños”, comentó al detallar los gastos que tuvo para viajar desde Los Teques a Cúcuta para aplicar las primeras dosis.
Lo que gastó suma menos de 100 dólares, y si colocaba las dosis en un centro privado tendría que haber invertido una cifra cercana a los 100 dólares por cada una de acuerdo con el esquema para la edad, pues debe aplicar a los dos meses la de neumococo, hepatitis, hexavalente, rotavirus y antimeningococcica, lo que elevaría el monto a casi 500 dólares. “Eso ni siquiera lo gana mi esposo, que sigue viviendo en Perú en un mes”, dijo.
Denunció que en el Seguro Social de Los Teques le pidieron el Carnet de la Patria para vacunar al niño y un formulario de inscripción para el trámite. “No tengo ni uno ni otro, pero mi hijo y yo somos venezolanos de nacimiento y eso debería ser suficiente requisito que mostrar”, finalizó.
Fuí al menos 20 veces al Hospital de Los Teques, al Seguro Social y a los ambulatorios y nunca llegó ni una sola de las ampollas que alcanzan para vacunar a 20 niños
Katherine López, madre de un bebé de dos meses de nacido
De Guárico hasta el Arauca
La capital del estado Guárico es una ciudad que no escapa del deteriorado sistema de salud infantil venezolano. Aunque las vacunas son fundamentales para la salud en los niños pues los protege de contraer enfermedades, algunas de ellas mortales, los centros de salud pública de San Juan de los Morros no están en capacidad de suministrarlas. No tienen.
El déficit de vacunas en la ciudad ha propiciado el traslado de los padres hacia otras ciudades del centro del país e incluso a la frontera colombiana en los límites con el estado Apure.
Danny Donaire, padre de una niña de once meses, relató su odisea junto a su esposa para llegar hasta el departamento de Arauca, en Colombia, donde logró que su pequeña recibiera el esquema de vacunación correspondiente a su edad, de manera gratuita.
«Nos llevó más de dieciocho horas y tres autobuses llegar hasta el Arauca», resaltó Donaire, quien se vio obligado a emprender la aventura luego de conocer los costos de vacunas en consultorios privados de la entidad llanera. «En unos lugares donde las tenían pedían 150 dólares y no aceptaban pago en bolívares», precisó.
Donaire explicó que el recorrido fue realizado en tres escalas: un primer tramo desde San Juan de los Morros hasta San Fernando; luego continuaron en otro autobús hasta Guasdualito y de allí completaron el último trayecto hasta el Amparo.
«Llevamos agua esterilizada para los cambios de pañal de la niña, la cargamos entre los dos para no cansarnos», contó el padre, quien acotó que debieron pernoctar en el Amparo y a la mañana siguiente cruzaron caminando al Arauca.
Donaire destacó la atención del personal de salud de la Cruz Roja, en el referido territorio neogranadino. «Fue un proceso rápido, le colocaron sus vacunas y nos hicieron firmar como un acta para asumir el compromiso de cumplir con el esquema de vacunación en los años siguientes».
Al departamento de Arauca llegan venezolanos, en su mayoría provenientes de los estados llaneros: Apure, Barinas y Guárico. Algunos son padres que llevan a vacunar a sus hijos y otros van por medicinas para distintas patologías.
Donaire y su esposa son tan solo una muestra de padres guariqueños que han pisado el país cafetero para adquirir vacunas de infantes y otros medicamentos. Sin embargo, hay quienes no tienen las posibilidades económicas para trasladarse a cientos de kilómetros y hoy, ajenos a su voluntad y obligados por la compleja situación venezolana, exponen a sus hijos a diversas enfermedades, al no tener acceso gratuito al esquema de vacunación en la entidad.
En Guárico, el Colegio de Enfermería denunció la escasez de vacunas, especialmente la BCG, distribuida únicamente por el Estado y aplicada a los niños recién nacidos para protegerlos contra la tuberculosis, lo cual agrava la crisis.
Además, las jornadas que se realizan en algunas zonas del estado llanero, a través de la dirección regional de epidemiología, son insuficientes para atender a la cantidad de niños que en la actualidad requieren de las dosis de vacunación.
No hay vacunas disponibles en centros públicos
14 años sin fiebre amarilla, 25 años sin difteria, 9 años sin sarampión. Estas cifras dan cuenta del período que tenía Venezuela sin la aparición de enfermedades prevenibles y que están dentro del esquema del Plan Ampliado de Inmunizaciones que dicta la Organización Mundial de la salud. La cifra fue aportada por Huniades Urbina, ex presidente de la Sociedad Venezolana de Pediatría.
Se determinó que la aparición de estas enfermedades en Venezuela es parte de los grupos etarios que no han recibido la inmunización por la escasez de vacunas.
Un informe de Transparencia Venezuela sobre los términos de la importación y fabricación de medicamentos biológicos en el país demuestra que son innumerables los casos de niños que no tienen acceso a las principales vacunas. Las dosis deben estar disponibles siempre y no en operativos esporádicos.
Urbina dijo que las campañas promovidas por el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Salud, donde se prometían 11 millones de dosis, son insuficientes por tipo de biológico.
En una entrevista radial realizada en el mes de noviembre, Urbina dijo: “Al discriminar las dosis por el tipo de vacunas, las cuentas no nos dan. Por ejemplo, en cuanto a la vacuna pentavalente se necesitan 2,9 millones de dosis porque esa es la cantidad requerida de acuerdo con el censo 2011 para la población que tiene menos de cinco años y la disponibilidad de la que habla el Ministerio de la Salud es de 317.154 vacunas. Si eso es así, estamos dejando a un 89% de la población sin cubrir”.
SON INNUMERABLES LOS CASOS DE NIÑos venezolanos que en la actualidad no tienen acceso a las principales vacunas
Según informe de Transparencia Venezuela, sobre los términos de la importación y fabricación de biológicos
La Sociedad Venezolana de Pediatría indicó que en ocasiones se usa la vacuna bivalente, para combatir sarampión y rubéola, en vez de la trivalente, que es la indicada por contar además con la de parotiditis. Según estimaciones, lo anterior deja sin protección a 8,7 millones de niños.
Urbina comentó que en cuanto a la vacuna difteria y tétano se necesitan 17,3 millones de dosis y la cifras de Minsalud dicen que solo hay disponibles 3,5 millones, lo que significa que 80% de la población susceptible está desprotegida.
Ante la ausencia de cifras oficiales del Ministerio de Salud, es difícil precisar cuál es la realidad de la importación de biológicos. Sin embargo, en el informe presentado por la ONG Transparencia Venezuela, Alejandro Ríquez, profesor de la Universidad Central de Venezuela, explicó que en 2014 se paró la producción de vacunas en el país.
El experto considera que el problema con la escasez de vacunas ha provocado que la población venezolana exporte enfermedades como la difteria y el sarampión.
Miembros de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría han denunciado desde 2017 ante la Defensoría del Pueblo, así como al Ministerio de Salud y a la Vicepresidencia de la República por la escasez de Vacunas. En 2018 y 2019, el ministerio se negó a recibir los documentos de la agrupación de pediatras.