Sueños rotos, decepciones y pagos excesivos fueron denunciados por venezolanos a los que se les ha hecho imposible tramitar su pasaporte dentro y fuera del país

«Desde 2013 yo no tengo pasaporte», cuenta María Angélica*, quien lleva 11 años sin salir de Venezuela por las trabas que el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) le ha impuesto en todos sus intentos.

Su historia es única y sensible. «No tengo papás», revela. Añade que, tras la muerte de su madre a los 10 años, sus tíos pasaron a tener su tutela hasta que cumplió la mayoría de edad. Hoy, con 23 años, sigue sin pasaporte y sin viajar.

Panamá permitirá a los venezolanos usar pasaporte vencido para trámites

La última vez que María Angélica tomó un avión fue para ir a Ecuador en 2013. Ese año el Saime aseguró que había una «demanda indiscriminada» de este documento de viaje. El Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de ese entonces, Miguel Rodríguez Torres, dijo en octubre que había 860.000 documentos sin ser retirados.


La última vez que salí del país fue hace once años. Salí seis meses antes de que se me venciera el pasaporte

María Angélica*

«Soliciten el pasaporte solo cuando salgan del país», sugirió el funcionario, ya que emitirlos «era un gasto para el Estado”. Durante ese tiempo, era habitual que los venezolanos viajaran para obtener dólares que suministraba la Comisión Nacional de Administración de Divisas (Cadivi).

En la vida de María Angélica los trámites siempre han estado llenos de dificultad. «Todo es por la ineptitud del sistema venezolano», afirma. Al redactar los documentos de su tutela, el Registro Civil la anotó con un error que le afectaría por años: ‘Mariangélica’.

Haber escrito mal su nombre, pegado y no separado, fue una excusa perfecta para el Saime. «No te podemos sacar el pasaporte», le repetía el organismo a sus tíos y a ella. Estuvieron años buscando alternativas, hasta que corrigieron sus documentos, pero las barreras siguieron.

«Me dijeron que no podían garantizarme el pasaporte porque no tenía mamá», revela. Pese a ser representada por sus tíos, el Saime le exigía que estuviera su madre. Tras este episodio, pasó cinco años sin intentar tramitar el documento de viaje.

En medio de la espera de María Angélica y tras la suspensión de Venezuela del Mercado Común del Sur (Mercosur) en 2017, el gobierno de Nicolás Maduro estableció una medida para las prórrogas de los pasaportes: añadirle una calcomanía al documento. Esta política respondió a la falta de material que sufría el país para expedir los pasaportes.

Luego de las decepciones que vivió con el Saime, en 2018 surgió una oportunidad para María Angélica: vivir y estudiar en Estados Unidos. Con 17 años, el Estado puso fin a sus ganas de aprender un nuevo idioma y vivir en otros país. Ya sea porque faltaba un punto o una coma en sus documentos, le negaron su derecho a la identidad.

La Constitución venezolana estipula en su artículo 56 que todas las personas pueden obtener sus documentos públicos de identidad.

María Angélica lleva 11 años siendo vulnerada, está cansada y cada vez tiene menos ganas de tramitar su pasaporte. «No he averiguado, honestamente por miedo a que sea un proceso burocrático».


El artículo 29 de la Ley Orgánica de Identificación indica que el Estado tiene que expedir el pasaporte, ya que así se identifican los venezolanos en el extranjero.


Tramitar el pasaporte: un proceso que fatiga

«Yo lo dejé así, no he hecho más trámites sobre Venezuela», confiesa Gabriel De Sousa, quien emigró a Argentina en 2017 y que, como María Angélica, tampoco tiene su pasaporte.

Durante ese año, una de las inquietudes del Saime fue conocer la razón por la que los venezolanos no salían del país después de hacer el trámite del documento de viaje. «75 % de las personas que solicitan el pasaporte no viajan», aseguró Dugarte en noviembre al ser entrevistado por Televen.

En Venezuela, según el Índice Nacional de Precios al Consumidor de la Asamblea Nacional (Inpcan), hubo 2.616 % de inflación. Además, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), 9.787 protestas se registraron durante el año, con un promedio diario de 27 manifestaciones. La crisis política, social y económica fue la razón por la que Gabriel salió del país.

El joven de 25 años vivió poco más de un lustro en Buenos Aires; en ese período le fue imposible conseguir un turno para hacer el trámite. Explicó que debía pagarle a un gestor si quería hacerlo, pero no lo hizo porque no tenía garantía de que lo fuesen a atender. Para 2019, según Passport Collector, el pasaporte venezolano era el cuarto más caro del mundo: 198 dólares.

Cuando Gabriel inició su tercer año en Argentina, la pandemia del COVID-19 azotó al mundo. Ante la necesidad de una cuarentena, las oficinas del Estado venezolano cerraron hasta noviembre, cuando el Saime reinició la impresión de pasaportes y la concesión de prórrogas que no se procesaron a inicios de 2020 por la emergencia sanitaria.

Tras la reapertura de las oficinas consulares, Gabriel intentó tramitar su pasaporte. «En el 2021 pagabas alrededor de 300 dólares, pero después en la cita había que pagar más», recuerda sobre el precio de recurrir a un gestor para hacer todo el trámite.

Entonces llamó a la embajada y nadie le respondió. Contactó con el consulado y tampoco le atendieron. Pese a las adversidades, siguió intentando. Durante dos semanas estuvo reuniendo los requisitos y tratando de registrar sus datos en el sitio web del Saime, pero fue imposible. Comenta que le «fue malísimo, porque era una página súper básica con falta de información».

La falta de instrucciones y los fallos en la página del organismo han sido constantes. Hace cuatro años El Pitazo, Runrunes y TalCual publicaron un reportaje que recopiló las denuncias de 34 personas que, entre 2017 y 2020, tuvieron estancados sus trámites por fallas en la plataforma y en el chequeo de la huella dactilar.

En la investigación, tres expertos en sistemas señalaron que los retrasos en la expedición del pasaporte se debían a la falta de mantenimiento del sistema y la incapacidad de los trabajadores para manejar la plataforma | Foto: Efecto Cocuyo

Cada vez que Gabriel ingresaba sus datos, le salía la misma palabra: «bloqueado». Entre la serie de intentos frustrados y las fallas del sistema del Saime, decidió invertir su tiempo en otras actividades.

En la actualidad vive en Madrid, España. Pudo emigrar otra vez porque tiene una segunda nacionalidad, la portuguesa, cuyo Estado sí le permitió tramitar su pasaporte para viajar a Europa. En lo que respecta a sus documentos venezolanos, no quiere saber nada. «Me cansé».


Me dijeron que todo era por la página del Saime, pero al poner mis datos aparecía que estaba bloqueado. Terminé optando por no hacerlo

Gabriel De Sousa

Precio del pasaporte sube en el extranjero

Antes de emigrar a Brasil, en diciembre de 2022 Jessica* decidió ir a la sede del Saime en Coche para tramitar su pasaporte. Fue a la cita, le tomaron la foto y solo le faltaba retirarlo cuando se le presentó la oportunidad de viajar por vía terrestre hasta Canela, una ciudad brasileña. El 18 de enero de 2023 se fue de Venezuela, pero sin el pasaporte.

La joven venezolana estuvo un año en el extranjero, a mitad del mismo emigró nuevamente. «Me fui en julio por trocha», revela quien decidió viajar a pie otra vez, pero ahora hacia Chile. Allí estuvo hasta enero de 2024, cuando volvió a su país.

«Regresé con un salvoconducto, que me costó 60 dólares», relata sobre el pago del arancel consular que hizo en la embajada venezolana en Chile, ya que no tenía el pasaporte para viajar de regreso a su país.

Al ser consultado por El Pitazo, el abogado litigante en asuntos migratorios, Andrés Soto, explicó que los migrantes venezolanos deben ahorrar al menos 336 dólares para pagar el trámite del pasaporte. Por ejemplo en Colombia, si bien su precio es de 216 dólares, hay un arancel consular que deben cancelar de 120 dólares.

El pasaporte por el que Jessica había pagado hace un año estaba guardado en la sede principal del Saime en Caracas. En marzo de 2024 se presentó para retirarlo. Tenía 9 años de vigencia, pero no podía ser suyo sin antes pagar una multa de 120 dólares.

Jessica asegura que sí volvería a migrar, pero no en Latinoamérica. «Ya no hay oportunidades para los venezolanos», dice y recuerda que, durante sus últimos días en Chile, la gente decía que «ya estaba cansada» de sus compatriotas.


Me pusieron una multa por no haber retirado mi pasaporte a tiempo. La pagué y ahora tengo mi pasaporte

Jessica*

Medidas incongruentes

Más allá de lo sufrido por María Angélica, de los obstáculos que no pudo sortear Gabriel y del precio que pagó Jessica, el gobierno de Nicolás Maduro ha continuado restringiendo los derechos de los venezolanos con nuevas medidas.

El 25 de septiembre de 2024 ratificó las prohibiciones de entrar por vía aérea a su país a aquellos venezolanos en el extranjero con el pasaporte vencido sin el pago de un salvoconducto, incluso a aquellos con doble nacionalidad.

No obstante, el 2 de octubre reculó al establecer excepciones a los pasajeros venezolanos que posean dos o más nacionalidades, y a quienes tengan residencia legal en otro país. De esta forma, impuso restricciones para unos venezolanos y excluyó a otros de la decisión.

«Son incomprensibles e inconvenientes», así calificó el abogado Soto las decisiones del oficialismo. También precisó que el requisito de un salvoconducto viola el artículo 50 de la carta magna, ya que a los venezolanos se les está exigiendo una autorización para entrar al país y eso atenta contra el derecho al libre tránsito.

Soto afirmó que, durante la última década, el Gobierno venezolano «convirtió lo ilícito en lícito». Además, recordó que entre febrero de 2019 y octubre de 2023 los consulados en Colombia, el país que más migrantes venezolanos ha recibido desde que inició la crisis en 2014, estuvieron cerrados.

Finalmente, advirtió sobre un fenómeno que está ocurriendo: la apatridia. Ante las suspensiones de las relaciones consulares con otros países en la situación postelectoral y la excesiva burocracia para tramitar los documentos de identidad, las posibilidades de que haya venezolanos que se conviertan en apátridas aumentan.

«Ahí está la traba, son escasas las posibilidades para tramitar un pasaporte venezolano en un consulado. Genera muchas dificultades para los migrantes venezolanos», sentenció.

* María Angélica y Jessica son seudónimos que se utilizaron para reservar la identidad de las personas que prefirieron declarar bajo anonimato en este reportaje.

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