El sistema penitenciario en Venezuela no atiende a los presos comunes ni políticos. El cuidado de los detenidos lo asumen mujeres de su familia o entorno que deben cargar con bolsas de comida y alimentos para llevar a las prisiones. Una investigación de El Pitazo con apoyo editorial de la Red de Periodistas Venezolanas presenta ocho historias de madres, esposas y allegadas de reclusos que cubren los vacíos del Estado 

La imagen puede ser un lugar común frente a algún Centro de Detención Preventiva (CDP) o cárcel venezolana. Mujeres haciendo fila para ingresar y hacer la visita o llevar alimentos y ropa.

No hay distingo de edad, profesión, oficio ni estrato social. Son esas mujeres las que sortean las penurias de tener un familiar preso.

Es que en Venezuela, a las madres, abuelas, hermanas, esposas, hijas o allegadas de presos, comunes o políticos, el sistema penitenciario las obliga a hacerse cargo de sus familiares detenidos.

Las mujeres deben cargar con bolsas de comida, botellas de agua, ropa y medicinas para garantizar la supervivencia de los reclusos y son las únicas que tienen permitidas las visitas carcelarias en, al menos, 14 de 23 estados de Venezuela.

Estos son parte de los hallazgos del reportaje Presas de la injusticia: mujeres enfrentan el abandono del Estado en las cárceles de Venezuela, realizado por el equipo de El Pitazo y la iniciativa Redsonadoras de la Red de Periodistas Venezolanas.

La pieza periodística desarrolla las historias de ocho mujeres con familiares presos por delitos comunes o políticos en los estados Zulia, Vargas, Miranda, Lara y Falcón.

Sus testimonios muestran cómo son forzadas por violencia institucional a atender las necesidades básicas de sus familiares en prisión, aunque el sistema penitenciario tiene la obligación de cubrirlas, según establecen las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos o Reglas Mandela.

Para el desarrollo del reportaje, periodistas de El Pitazo visitaron cárceles, conversaron con especialistas y escucharon a mujeres, cuya vida se vio signada por la detención de un familiar.

Además del texto, la pieza cuenta con un mapa interactivo, un pódcast e infografías, para detallar toda la injusticia que enfrentan las mujeres cuidadoras de los privados de libertad, invisibles a los ojos del Estado venezolano.

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