Puede sonar pomposo, pero la verdad es que esta firma fue pionera en acreditarse como empresa B, un movimiento que busca el bien común. Ellos se plantearon fabricar muñecos con mermas de telas, contratar a costureras de sectores desasistidos y ceder con cada venta un plato de comida a un niño. Para estos empresarios, el éxito no es hacer dinero, es hacer el bien

Por: Yelitza Linares (*)

Mariángel Molina estaba haciendo su pitch o presentación en público sobre Closetín, el negocio que tenía en el año 2017 de venta de ropa usada, cuando tuvo el momento de serendipia o de descubrimiento: casi todas las preguntas que le hacían, en ese momento y durante toda aquella beca que aprovechaba en Estados Unidos, tenían que ver con gente interesada en colaborar con el componente social de su negocio llamado Leather Heart, corazón de cuero. 

Ella y su socio, Andrés Solórzano, se habían planteado, adicionalmente, hacer peluches con recortes de tela para donar a niños en situación de vulnerabilidad, y no se habían dado cuenta de que ya tenían lo que en emprendimiento llaman el producto mínimo viable de su futuro negocio: la yegua Ela. 

Pues, resulta, que esta segunda línea de trabajo causaba mayor interés por su propósito.

“Con mi intuición femenina, me lancé y dije: ‘Aquí hay algo‘, comentó Mariángel Molina, hoy CEO y cofundadora de Leather Heart.

Andrés, como gran compañero y socio, la apoyó y fue cómo nació la empresa conocida por sus personajes de peluche (Ela, Pepe, Pancho y Pinchi) cada uno con una historia que busca generar un impacto positivo en las personas, en la sociedad y en la naturaleza. Fue así como Leather Heart se convirtió tiempo después en la firma pionera en Venezuela en acreditarse como empresa B.

Pero, ¿qué es una empresa B? Comencemos por explicar de qué trata el Movimiento B: es una tendencia a buscar una nueva economía global en la que los valores y la ética se “inspiran en soluciones colectivas”, en la que el éxito se mide por el bienestar de las personas, las sociedades y el planeta Tierra, y no solo por los resultados financieros. Las empresas B son certificadas, cuentan con estándares, con políticas y herramientas para cumplir con sus propósitos. Y Leather Heart fue la primera en ser certificada en Venezuela.

Sus cofundadores son Mariángel y Andrés, ambos licenciados en estudios internacionales; ella, especializada en gerencia empresarial en la UCV y él, en la metodología Lean Startup, en el IESA. Los dos han accedido a becas de liderazgo y emprendimiento, y a aceleradoras de negocios que les han permitido tener roce internacional y aprendizajes que han reinvertido en su negocio en Venezuela. De hecho, en octubre de este 2021, se conoció que Mariángel entró en la lista de las 500 personas de Latinoamérica de Bloomberg Línea, que generan valor en sus sectores.


Las empresas B son certificadas, cuentan con estándares, con políticas y herramientas para cumplir con sus propósitos. Y Leather Heart fue la primera en ser certificada en Venezuela


Cada socio por separado redescubrió en 2018 que el Movimiento B era su camino, cuando lo conocieron de cerca, porque ya desde su génesis tenían una organización de triple impacto: trabajaban con mermas que provenían de donaciones de ropa de segunda mano -su emprendimiento previo- y de marcas de diseño venezolano que no sabían qué hacer con los retazos de telas. Además, empleaban a mujeres que vivían en condiciones vulnerables y, adicionalmente, deseaban que alguien que comprara uno de sus peluches pudiera donar otro a un niño en situación desfavorecida.  

“La certificación terminó siendo como la cereza en el pastel -comentó Mariángel-. Fue un círculo virtuoso bonito. Pertenecer al movimiento de empresas B nos dio una exposición que no teníamos antes. Nos visibiliza como una organización y como individuos comprometidos a aportar positivamente en nuestro entorno. Somos una empresa con fines de lucro, pero el lucro está siendo consecuencia de la transparencia de nuestros procesos dentro de Leather Heart. Queremos que el equipo crezca, que el equipo se sienta feliz haciendo lo que les gusta”.

Constructores de oportunidades

Ahora, ¿por qué estos jóvenes decidieron apostar por un negocio en el país, cuando decenas emigran cada día?

Mariángel responde: “Irnos a otro lugar no garantizaba más ni mejores oportunidades. Como emprendedores, consideramos que somos parte activa de la construcción de esas oportunidades. Y porque queríamos que el impacto se quedara acá, en Venezuela. Nos gusta Venezuela, amamos Venezuela”.

Eso no limita su deseo de expandirse, dice, de obtener herramientas de otros países de la región. En este momento, su socio está fuera del país, buscando opciones para que la marca crezca.


Siento que más allá de hablar de éxito, estamos donde tenemos que estar, habiendo hecho lo mejor que pudimos hacer con las herramientas que tenemos. Cada día que pasa es un buen momento para aprender, para continuar el movimiento, para sentirnos en flow con la vida

Andrés Solórzano, cofundador de Leather and Heart

“Las ventajas de emprender en Venezuela es que, como venezolanos, ya uno entiende el contexto -agrega-. Aquí sabemos cómo funcionan las cosas. Hemos sido parte activa del desarrollo de la red de emprendimiento del país, entonces, hemos construido buenas relaciones en torno a nuestro campo. Además, en lo particular, acá tengo gran parte de mi familia y mi comida favorita, así que podría decir que es un espacio en donde quiero ver a la gente crecer y desarrollarse, en función del desarrollo y el crecimiento del país”.

El reto: planificar. “Hay que ser flexibles”

Pero todo no es color de rosa y, menos, cuando se trata de emprender en un contexto tan difícil como el venezolano. Mariángel comenta que la principal  dificultad o reto, como prefiere llamarlo, es no poder hacer planificaciones estructuradas. 

“Es muy difícil planificar todo el año. Eso ha hecho que como emprendedores seamos muy flexibles, que podamos estar atentos a los cambios. El entorno es muy cambiante; puede variar de una semana a otra. También es retador el sistema económico financiero, que es muy complejo. Y todo esto es difícil de explicar a organizaciones internacionales”. 

Dadas las complicadas condiciones que vive la población para cubrir necesidades básicas, como electricidad y agua, por ejemplo, también han debido ser flexibles con su equipo de trabajo, entender el contexto en el que viven y sus debilidades. Pero, también, sus fortalezas. 

“Parte de la solución también ha sido permitirnos vivir los procesos tal cual como se están presentando. Muchas veces queremos controlar el resultado y dejamos al lado cuál ha sido el proceso. Por ejemplo, gracias al apagón que afrontamos en 2019, en Venezuela, y que afectaba nuestra producción con máquinas eléctricas, salió del corazón de las costureras, la columna vertebral del proyecto, la idea de desarrollar sus habilidades de confección a mano. Entonces, muchas de ellas pudieron terminar un producto que está hecho 100% a mano, lo cual agrega un valor enorme a lo que está adquiriendo el cliente. Es precioso entender cuáles son las fortalezas dentro de una situación que puede ser complicada”.

La pandemia ha sido otro reto y dado que su producto no es de primera necesidad, debieron tomar la decisión de que uno de los dos tenía que irse a otro país a construir la oportunidad de ampliar sus canales de venta. “Hemos tenido que pivotar muchísimo la forma como estamos haciendo las cosas. Mantenernos apegados al propósito: que es crecer a través del cambio de conciencia para lograr un mundo más innovador y sostenible.  Andy estuvo tres meses en Denver y luego México, explorando las oportunidades. Donde sintamos que podemos construir algo de valor, allí estaremos trabajando”, explicó.

Cuando se le pregunta sobre la clave del éxito de su negocio, aclara que no cree en fórmulas mágicas y lo que puede funcionar para un área específica puede que no funcionen para otra. Y el contexto en el que se desarrolla el emprendimiento también es fundamental. No obstante, da unas pistas: la sociedad con Andrés, con una visión compartida, les ha permitido sobrellevar los altibajos de la mejor manera posible.


Irnos a otro lugar no garantizaba más ni mejores oportunidades. Como emprendedores, consideramos que somos parte activa de la construcción de esas oportunidades. Y porque queríamos que el impacto se quedara acá, en Venezuela

Mairángel Molina, cofundadora de Leather and Heart

Por otro lado, destaca que trabajan en algo que les importa. “Eso garantiza que en los momentos difíciles podamos mantenernos haciéndolo. Siento que más allá de hablar de éxito, estamos donde tenemos que estar, habiendo hecho lo mejor que pudimos hacer con las herramientas que tenemos. Cada día que pasa es un buen momento para aprender, para continuar el movimiento, para sentirnos en flow con la vida, en general. En nuestro rol de emprendedores, nos sentimos contentos con el trabajo que hemos hecho y siento que eso es éxito”.

Mariángel cree que cada emprendedor debe prestar atención a las cosas que le funcionan, gestionar su energía y no su tiempo, “porque tu energía es la que va a decir cuánto tiempo le vas a dedicar a las cosas” y contratar valores. “Es importantísimo el equipo y la sociedad , que es como un matrimonio, compartir la visión y asumir riesgos, y no asustarse por el fracaso”.

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*Yelitza Linares es periodista, especializada en gestión y sostenibilidad de medios y seguidora de buenas prácticas.

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