La defensa de su territorio contra el extractivismo y la transmisión de saberes son guías para las nuevas generaciones indígenas. En ese contexto viven Amelia Conde y Menca Yacame, lideresas que han labrado caminos para conocer, defender derechos y preservar la memoria de sus pueblos, aunque todavía luchan contra la sumisión propia de una tradición patriarcal

Caminar en abril por las calles de Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, sur de Venezuela, es andar sobre brasas. La temperatura sobrepasa los 37 grados centígrados y la gente se protege del sol con sombreros de ala ancha, una gorra o un paño sobre la cabeza. Los barrios del centro de la ciudad están en las riberas del río Orinoco, donde amanecen temprano mujeres y jóvenes en espera de los bongos pesqueros para comprar pescado a buen precio, pedir alguno regalado o ayudar a descargar la embarcación a cambio de esa comida tradicional en esa zona.

Las mujeres son las primeras que se levantan a montar el café o un buen mingao (bebida caliente que se prepara con la harina de yuca, llamada mañoco) para esperar a sus esposos, hermanos o hijos que regresan de la pesca o el conuco, para luego salir a cumplir con algún trabajo en la Administración pública o en los puestos de ventas informales que abundan en la región.

En ese ambiente han crecido las familias indígenas. Madre, hermana, esposa, hija siguen las voces de los hombres en ese shabono –cabaña con estructura circular que rodea un espacio central abierto–, dentro y fuera del hogar. La tradición es un marcado patriarcado del que han salido mujeres que buscan ser escuchadas, aunque quede mucho camino por recorrer.

Lo explica el antropólogo y fundador del Grupo de Investigaciones sobre la Amazonía (Griam) y estudioso de los pueblos originarios del Amazonas venezolano, Germán Pirela, al sentenciar que, culturalmente, en los indígenas la figura del hombre líder suele ser dominante. “Hay señalamientos sobre los pueblos indígenas como poblaciones de carácter machista o patriarcal, donde los hombres son la voz visible en la toma de decisiones y de liderazgo”, explica.

Con esa idea concuerda el coordinador de Derechos Humanos de la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonas (Orpia), José Alves. A su juicio, el rol de la mujer indígena se reduce al cuidado de los niños, preservación de la familia y defensa de su territorio, pero todavía es sumisa y sin protagonismo. Resume que para la mujer continúa una lucha con lo ancestral.

El estado Amazonas tiene 142.143 habitantes, según el censo del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2011. De ese total, 76.314 (53,7 %) se reconocen indígenas pertenecientes a alguno de los 21 pueblos originarios que conviven en la zona.

En ese sistema patriarcal, en un país con más de seis años en crisis económica –en 2017, el mismo Banco Central de Venezuela reportó una inflación anual de 862,6 %– y en un territorio minero apetecido por el poder de grupos armados, organismos de seguridad y extractivistas, se abren paso dos mujeres de los pueblos indígenas uwöttüja y baré.

Ellas son Amelia Conde y Menca Yacame, quienes motivadas por la protección de su territorio, su cultura y su idioma, protagonizan el liderazgo de la mujer indígena en el estado Amazonas. Con la misma fuerza de los chorros del Orinoco deben sortear las dificultades para llevar el alimento a sus hogares y formarse en el conocimiento de sus derechos, pero, también, como la calma de esa agua, se arman de paciencia para resistir.

Conozcan la fuerza de


Esta historia fue producida en asociación con la

Contó con el acompañamiento editorial de Marcos David Valverde. 

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