Críticos de arte y curadores explican el valor y el significado que tiene la nueva estatua dorada en la autopista otrora Francisco Fajardo, que ha suscitado un sinfín de críticas en redes sociales y en la comunidad caraqueña

-¡Guaicaipuro es un símbolo de venezolanidad!

-¡Guaicaipuro es un símbolo santero!

-¡Esa escultura lo representa!

-¡Quiten ese mamotreto de la autopista!

Si realmente la gente descansa en paz cuando muere, el cacique Guaicaipuro está lejos de hacerlo. Primero y principal, porque esa creencia forma parte del catolicismo conquistador contra el que tanto combatió en vida y al que tanto se resistió hasta su muerte.

La segunda porque fue su nombre, mito y figura, la principal inspiración del ingeniero y artista popular Juan Rodríguez para erigir una estatua de hierro que, con 22,5 metros de altura, se posiciona como la más alta del paisaje caraqueño.

Gran Cacique Guaicaipuro es el nombre de la obra que está ubicada en la autopista Gran Cacique Guaicaipuro, otrora Francisco Fajardo. Al monumental indio lo acompaña un jaguar, una orquídea y estatuas de los indios Catuche (padre de Guaicaipuro) y Urquía, su mujer.

La construcción, realizada en uno de los principales ejes viales de la autopista que conecta a Caracas, ha suscitado todo tipo de comentarios –incluidos los citados arriba–. ¿Cabe un análisis artístico/ideológico sobre esta obra? Cuatro curadores y críticos de arte venezolanos hacen su propia lectura de la controversial estatua.

¿Quién fue Guaicaipuro?

En el primer tomo de Caciques aborígenes de Venezuela, el historiador Antonio Reyes describe a Guaicaipuro: “el más firme opositor que se encontraron las huestes conquistadoras en la recién descubierta tierra venezolana”.

Estratega nato, Guaicaipuro era reconocido cacique de las tribus Caracas, Teques, Araya, Maracayes, Chaimas y Mariches y puso realmente en aprietos a los conquistadores españoles, quienes lo derrotaron en una celada, cuando estaba casi solo y desprotegido. Reyes incluso señala que “su muerte constituyó el definitivo derrumbe de la defensa aborigen”.

A lo largo de la historia, la figura del arrojado y valeroso indio ha sido fuente de inspiración para los artistas. Encabeza la lista el pintor Pedro Centeno Vallenilla, reconocido “pintor de los caciques”, quien lo inmortalizó en varias oportunidades. Sus hazañas también inspiraron al escultor Andrés Pérez Mujica, cuya escultura Guaicaipuro, indio combatiente ganó la mención de honor en el Salón de Artistas Franceses y se erige hoy en día en la Plaza del Llano de Los Teques, capital de Miranda.


Todo comienza con una estela pictórica de petroglifos prehispánicos y textos alusivos al Gran Cacique Guaicaipuro, que se desplazan sobre las bases de la autopista a manera de preámbulo, que lleva a confrontarnos con esta estructura disruptiva y fuera de escala, que se impone como una alegoría a la identidad

Ruth Auerbach, curadora independiente

María Luisa Escobar, destacada pianista, compositora venezolana y fundadora del Ateneo de Caracas, compuso un ballet bautizado con el nombre de este indio, cuyos restos simbólicos reposan desde 2001 en el Panteón Nacional, por orden de Hugo Chávez.

En 2020, Nicolás Maduro ordenó cambiar el nombre de la autopista Francisco Fajardo, colonizador de padre español y madre indígena, por el de Gran Cacique Guaicaipuro. La obra de Juan Rodríguez rinde tributo, precisamente, a este cambio de nombre.

La lectura del curador

Para Roldán Esteva-Grillet, historiador y crítico de arte, es probable que el Gran Cacique Guaicaipuro esté inspirado en una pieza que forma parte del Museo del Oro en Bogotá y que representa a “ un hombre que, cubierto de polvillo de oro, dirigía un pueblo prehispánico y desde una barca lanzaba objetos a la laguna de Guatavita, no muy lejos de Bogotá”.

De hecho fue la leyenda de El Dorado la que inspiró el color de la escultura en la autopista. “Durante el siglo XVI se emprendieron expediciones desde El Tocuyo, en busca de esa mítica ciudad donde los habitantes vivían en casas de paredes de oro”, puntualiza Esteva-Grillet.

Pero la lectura de Gran Cacique Guaicaipuro debe acompañarse por otros elementos. Así lo hace Ruth Auerbach, curadora independiente: “Todo comienza con una estela pictórica de petroglifos prehispánicos y textos alusivos al Gran Cacique Guaicaipuro, que se desplazan sobre las bases de la autopista a manera de preámbulo, que lleva a confrontarnos con esta estructura disruptiva y fuera de escala, que se impone como una alegoría a la identidad”.

Porque el problema no es el símbolo indígena, sino el uso que se hace. “Solemos asociar estas imágenes con el chavismo porque se ha apropiado de ellas, pero es una herencia cultural que nos pertenece a todos como territorio mestizo que somos”, aclara el investigador y curador Manuel Vásquez Ortega.

No todo lo que brilla es oro

¿Cómo llegaron Juan Rodríguez y su Gran Cacique Guaicaipuro a uno de los principales ejes viales de la autopista? ¿Quiénes seleccionan las obras que serán mostradas en los espacios públicos?

Manuel Vásquez Ortega acota que, en Venezuela y el resto del mundo, estas cuestiones se solucionan a través de concursos abiertos donde “las personas adecuadas plantean ‘soluciones’ adecuadas, siempre custodiadas y seleccionadas por un panel de expertos que asegure la calidad de las propuestas”.


A lo largo de la historia, la figura del arrojado indio ha sido fuente de inspiración para artistas como Pedro Centeno Vallenila, Andrés Pérez Mujica y María Luisa Escobar


El contraste entre emblemas del paisaje caraqueño como la Esfera de Soto, el Abra Solar de Otero, las Torres del Silencio o la Fisicromía Cóncavo-Convexa de Carlos Cruz-Diez de Plaza Venezuela contrastan con el enjambre metálico de la otrora Francisco Fajardo. Esto es para Nicomedes Febres, curador y galerista, una evidencia de que el brazo cultural del Ejecutivo no empleó ningún criterio curatorial. “No hay un proceso de selección. No hay un criterio. Ni siquiera es una escultura”, opina.

Para la galerista y promotora Odalys Sánchez, el Gran Cacique Guaicaipuro que brilla en la autopista es “una forma muy mala de cambiar la historia”.

Sánchez, quien dirige su propia fundación para impulsar la obra de artistas venezolanos tan brillantes como poco conocidos, califica esta estatua de un hecho que “banaliza el trabajo de muchos artistas que quisieran tener un espacio como ese, que le es cedido a alguien que no está calificado”. 


Quise hacer algo diferente al poner al Gran Cacique en la autopista. Quise transmitir otra cosa: la fuerza, el poder, el poderío, la descolonización. Es la escultura más alta que quiere la gran Caracas

Juan Rodríguez, autor de la creación

Habla el artista

“Quise hacer algo diferente al poner al Gran Cacique en la autopista”, expresa Juan Rodríguez, autor de la creación, en entrevista con El Pitazo. “Quise transmitir otra cosa: la fuerza, el poder, el poderío, la descolonización. Es la escultura más alta que quiere la gran Caracas”, señala.

Además de artista popular, Rodríguez se define político. De hecho, es precandidato a la Alcaldía del municipio San José de Guanipa, en el estado Anzoátegui.

Aunque afirma que “hay que despolitizar la cultura”, reconoce que en el proyecto estuvieron involucrados voceros del gobierno como Ernesto Villegas, Carmen Meléndez y Jacqueline Faría.

Rodríguez cuenta con orgullo que escogieron a varios artistas “populares” para hacer obras de arte en lugares públicos. Cosa que, en su opinión, no había ocurrido nunca, pues históricamente siempre se había preferido a aquellos que venían de las “escuelas de Bellas Artes”.

De hecho, él mismo no posee estudios en artes. “Soy ingeniero y tengo este don. Desde hace quince años vengo desarrollando esculturas, mis esculturas. Algunas de ellas están expuestas en San José de Guanipa”, aclara.

Sobre las críticas negativas que ha tenido su escultura –la de Marianella Salazar es una de las más virales– afirma que cada artista tiene su arte y su manera de transmitir. “Zapata era caricaturista y hay un mural de sus caricaturas. Botero tenía una afición por las gordas. Cada artista tiene su forma y método de ver sus cosas”, asevera.

 ¿Qué dice la gente?

Dicen que el odio y el amor unen a la gente. Esta, al menos, es la experiencia que relata el twitero Raúl Castillo. “No importa cuántas veces hemos pasado por ahí. No importa cuántas veces lo hemos criticado. No importa de qué estemos hablando. Siempre que pasamos por la Francisco Fajardo decimos que el ‘monumento’ al cacique Guaicaipuro es horrible. Es un momento que une a mi familia”.

Otros, como Marisol, lo defienden: “Si no les gusta la obra de la Autopista Gran Cacique Guaicaipuro, tomen vías alternas, gracias”.

Aunque lo que más predomina en redes sociales es el sentido del humor. “Botaron esos reales”, “¿cuánto cobrará el chatarrero por eso?” y “supongo que lo que sostiene es una lanza y no un matamoscas” son algunos de los comentarios que los tuiteros venezolanos hacen con sorna.

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