Más de 600.000 habitantes de seis municipios zulianos están afectados por la falla de distribución del líquido, que se agrava con los días. Ante la falta de respuesta de Hidrolago, los usuarios buscan alternativas
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Carolina Sánchez vive en el sector Las 40 de Cabimas, municipio de la Costa Oriental del Lago (COL) de Maracaibo, donde se desarrolló la industria petrolera. Dentro de su casa tiene tazones, baldes y botellones vacíos. Tiene la esperanza de que cuando llueva lo haga fuerte, para así poder llenarlos. Con eso lava la ropa, se asea y mantiene su casa limpia, toda una hazaña tras más de 130 días sin agua.
Aunque desea que el agua para sus actividades diarias siempre esté disponible en la tubería, la realidad es otra. El agua es cada vez es más limitada, se acaba y a veces debe esperar meses para que regrese.
En el Zulia, uno de los estados con más habitantes del país, festejan las pocas veces que Hidrolago distribuyen agua, aunque sea turbia.
Sánchez es maestra en un preescolar y su ingreso lo gasta en comida; adquirir un camión de agua es un lujo para su familia. Antes compraba cisternas para llenar el tanque de su casa, pero la prolongada escasez de agua y el aumento en la demanda hizo que esta alternativa de suministro incrementara su precio: para ella es imposible cancelar los 120.000 bolívares que están cobrando ahora por cada cisterna.
Bañarse con medio balde, recolectar el agua destilada del aire acondicionado, apreciar la fuerte lluvia que inunda el patio, y que con un canal de plástico trata de redirigirla hasta el tanque, son varias de las cosas que aprendió en los últimos meses. “En esta casa no se desperdicia nada, se rinde hasta la última gota”, sentenció la mujer.
Desesperada con la situación, decidió hacer una inversión en su patio: contrató a unos albañiles y perforó un pozo en su casa. Solo gastó 35.000 bolívares, y con ello evita su frecuente trasteo con los garrafones de agua. Se cansó, así como muchos. Allí el pozo se llena con el agua de lluvia que se va colando por el asfalto.
Su vecino, Mario González, propietario de una lavandería, también perforó uno porque no podía mantener su negocio abierto sin agua. El comerciante explica que aunque recibía clientes en su negocio, no tenía agua para trabajar. En la zona solo hay siete camiones cisternas operativos y no cubren la demanda.
El costo de perforación de un pozo de agua es bajo, si se compara con el monto cancelado por las pipas y camiones de agua. Se requieren pocos materiales de plomería como tubos, conexiones y gravilla. Según la cifra de un albañil que realiza perforaciones, se pueden gastar entre 35.000 y 50.000 bolívares, el costo aumenta si no tienen una bomba de agua que permita potenciar la extracción del agua.
La alcaldía de Cabimas tomó el control de los camiones en la estación de bombeo como parte del plan de contingencia y estableció un precio único de venta: 800 bolívares soberanos el camión. La decisión no representó una solución, sino que desencadenó el incremento en el precio de los camiones y la clandestinidad en su adquisición.
De sequía en sequía
La escasez de agua ha obligado a la gente a buscar alternativas de suministro y a imponerse normas de racionamiento: utilizar baldes como medida tope para bañarse, visitar a los amigos que padecen menos el problema, recoger agua de los aires acondicionados, acudir a las lavanderías automáticas… Sin embargo, la escasez prolongada hace que estas opciones sean inútiles. Por ello, la gente está recurriendo a la perforación de pozos artesanales.
Cabimas y Santa Rita son los municipios de la COL más afectados por la escasez de agua, sin embargo, son seis los que padecen el problema; los periodos sin suministro pueden alcanzar los 40 días. En algunos sectores ya cumplió 13 meses.
La incertidumbre sobre una posible solución del problema, aunado lo poco complejo y costoso del trabajo ha llevado a que muchas personas se hayan embarcado en esta empresa sin ningún control ni supervisión de las autoridades, aunque es una actividad que está regulada por la Ley de Agua.
El artículo 123 de la ley establece una multa a cualquier persona que perfore sin ser titular de una autorización.
Sin embargo, todos los días aparece un nuevo pozo en la Costa Oriental del Lago. El procedimiento para perforarlo lo describen como sencillo: no se requieren maquinaria pesada, ni grandes herramientas. Solo dos albañiles, pico, pala y un tubo de metal con el que perforan hasta los 12 o 10 metros de profundidad. A ese nivel ya se encuentra agua. Es amarilla, pero según un trabajador dedicado a este oficio, mejora en la medida en que se va extrayendo.
El Laboratorio de Investigación Ambiental de núcleo de la Universidad del Zulia en la COL practicó un estudio químico para determinar las cualidades del agua. La conclusión es que el agua no es apta para el consumo humano, ya que requiere tratamiento para eliminar impurezas y el empleo de un sistema de filtración. Igual, la institución, que debía suspender las actividades cada vez que no había agua, decidió perforar un pozo en sus terrenos para la limpieza de sus instalaciones.
Detrás de los pozos artesanales
“Una crisis sin precedentes”, así describe la situación Luis González, ambientalista y experto en perforación en zonas rurales, quien indicó que las autoridades, al no ofrecer soluciones, agravan el problema.
Aunque hay agua cruda –sin tratamiento de potabilización– en las represas de Burro Negro y Machango, situadas en los municipios Lagunillas y Valmore Rodríguez, respectivamente, la poca inversión en el sistema de tuberías y los equipos de bombeos retrasa su distribución.
Las represas tienen agua para cubrir la distribución de más de 700.000 habitantes que residen en la subregión zuliana, pero los equipos necesitan sustitución. Las bombas de agua datan de la década de los 50 y superaron su tiempo de uso; las autoridades solo se dedican a repararlas. “En el último trimestre del 2018 se dañaron seis veces”, afirma.
“La hidrológica perdió la gobernabilidad sobre el sistema al no decir nada, cuando hay sectores que no tienen agua por meses. La gente no espera que les den una solución, sino que buscan cómo adaptarse”, dijo el ambientalista con experiencia en perforación de pozos.
El agua que emana el pozo no está tratada, aunque a simple vista puede verse cristalina como la describen muchos habitantes. La consumen sin analizarla para determinar si es apta o no para el consumo humano. En Cabimas se han registrado casos de pozos con trazas de petróleo, residuos fecales y muy salobres, según González.
“La hidrológica perdió la gobernabilidad sobre el sistema al no decir nada, cuando hay sectores que no tienen agua por meses. La gente no espera que les den una solución, sino que buscan cómo adaptarse”
Luis González, ambientalista y experto en perforación en zonas rurales
Manuel Polanco, ingeniero civil y trabajador jubilado de Pdvsa, explicó que el problema no son los pozos, sino cómo están perforados. Ejemplificó el caso de los campos petroleros del municipio Simón Bolívar y hasta las instalaciones de Talleres Centrales en Cabimas, las cuales se surten de pozos de agua, que fueron perforados de forma hidráulica usando maquinaria pesada, que suelen tener más de 200 metros de profundidad y allí consiguen una vena de agua que después es potabilizada.
“Están a más de 300 metros de profundidad y el agua pasa procesos de potabilización en las plantas, por lo que son aptas para el consumo y otros fines. En el caso de los artesanales, los filtros no eliminan la salubridad ni las bacterias que pueda tener”, dijo.
El agua de los pozos artesanales, que tienen entre 6 y 15 metros de profundidad, es agua de lluvia que se ha ido filtrando por los poros del suelo y su uso tiene fecha de caducidad, entre 8 y 12 meses, ya la tierra y otros sedimientos la tubería se tapa”, especificó el trabajador de Pdvsa.
Los expertos en pozos concordaron que agujerear los patios de casas en busca de agua no presenta una medida definitiva para las comunidades, ya que el líquido no recibe el tratamiento ni los análisis adecuados para determinar su calidad y su aptitud para el consumo humano, pero Hidrolago ni la alcaldía han propuesto una alternativa mejor. “Una persona que tiene días sin agua, sin que le ofrezcan solución, no seguirá instrucciones de ninguna autoridad”, explicaron los especialistas en perforación al referirse a la práctica de perforación de pozos.
Hidrolago silente
La Hidrológica del Lago, empresa encargada de la distribución de agua en el Zulia, ha emitido varios comunicados para informar que las fallas de agua son debido a las fluctuaciones de voltaje. Cada vez que hay un bajón eléctrico, los trabajadores de las estaciones de bombeo deben apagar la maquinaria y tarda, al menos, 30 minutos en reanudarse el bombeo. La distribución no es continua en ningún municipio.
Los alcaldes de Cabimas, Simón Bolívar, Lagunillas, Baralt y Valmore Rodríguez en la Costa Oriental del Lago se han reunido para unificar precios de venta de los botellones de agua potable, camiones cisternas y pipas de agua, pero la falla persiste y, por la escasez, los costos se han incrementado.
En Santa Rita, a menos de 20 minutos de Maracaibo, la situación es crítica. Más de 40.000 habitantes tienen 13 meses sin agua y según el alcalde Alenis Guerrero, no ha recibido respuesta de Hidrolago.
Es por ello que la comunidad manifestó su descontento, no para celebrar, sino como un recordatorio por la falta de respuesta de Hidrolago: Guerrero “celebró” el cumpleaños infeliz –incluso con una torta decorada– porque la zona cumplió 365 días sin recibir agua por las tuberías. “¡Agua quiere este pueblo!”, pedían.
De las calamidades no se acuerda ningún ente público, solo cuando necesitan apoyo y prometen una soluciones que no llegan
Angélica Piña, vecina del sector El Mene en Santa Rita
La autoridad local explicó que ha tratado de reunirse con Hidrolago, pero no han atendido los requerimientos. “El problema no es de agua, sino de distribución, operación y mantenimiento para que llegue a las comunidades. He pedido resguardo en las válvulas y no responden”, dijo.
La válvula de la planta que suministra agua al municipio Santa Rita está en la carretera Lara-Zulia, en la zona de Macanilla. El sitio no tiene cercado y si giran la manivela para que el servicio llegue a Cabimas, deja de llegar agua para las haciendas que colindan con la zona. Los habitantes del sector donde se encuentra la válvula mueven la manivela para que libere el líquido hacia sus residencias usando tomas ilegales.
Mientras no les ofrezcas respuesta, los zulianos deben buscar alternativas para resistir la escasez de agua. “De las calamidades no se acuerda ningún ente público, solo cuando necesitan apoyo y prometen una soluciones que no llegan”, dijo Angélica Piña, vecina del sector El Mene en Santa Rita.