Desde 2010 la Cooperativa Caribana promueve la lectura en niños y niñas de comunidades rurales de Mérida llevándoles libros en una alforja que carga una mula, animal sobre el que, luego de leer, pasean los infantes. Esta iniciativa también capacita a docentes de escuelas rurales como parte de su objetivo de combatir el déficit de lecto-escritura. En el Día del Libro contamos cómo surge esta idea

“El de Hansel y Gretel”, dice José Javier cuando le preguntan cuál de los cuentos que ha leído le ha gustado más. Tiene 12 años y 4 hermanos. De lunes a viernes vive en la Casa Hogar de la Fundación Don Bosco de Mérida, porque su familia no tiene los recursos suficientes para mantenerlo. Él es uno de los 162 niños y niñas a los que llega Bibliomulas, una iniciativa que promueve la lectura en la infancia con estrategias lúdicas y recreativas.

Bibliomulas es un proyecto social que nace en 2005 en la Universidad Valle del Momboy, del estado Trujillo. Un lustro más tarde la Cooperativa Caribana propone a la universidad replicar la idea en Mérida, y asume el compromiso de llevarla a cabo a través de un convenio que se renueva cada cinco años. Gracias al financiamiento que reciben de donantes y organizaciones no gubernamentales, esta iniciativa se mantiene en pie.

Es así como el 30 de junio de 2010 nace Bibliomulas Mérida, con una primera visita a la escuela de Los Corrales y la escuela de Gavidia, en el páramo del mismo nombre, ubicado en el municipio Rangel. Luego llegaron incluso a la escuela de Micarache, población ubicada a 3.449 metros sobre el nivel del mar. Pero en 2017 dejaron de ir a estos centros educativos debido a la crisis social y el comienzo de la escasez de gasolina en el estado.

Actualmente Bilbiomulas llega a nueve comunidades rurales de Mérida, ubicadas en los municipios Libertador y Campo Elías. “Asistimos una vez a la semana a cada comunidad, excepto a La Vergara, en El Valle, a donde vamos una vez al mes por razones de distancia”, explica a El Pitazo la coordinadora operativa del proyecto desde 2017, Naty Hernández.

Además de Hernández, el equipo central está conformado por Ignazio Pollini como director, Pedro Maldonado como promotor de lectura, Genaro Márquez como bibliomulero, guardián y protector de Canela, la mula que desde 2021 forma parte de esta iniciativa. Juan Carlos Liendo, por su parte, es quien publica en el blog y las redes sociales del proyecto. En las comunidades que visitan, Bibliomulas también cuenta con el apoyo de colaboradores, así como de otras organizaciones con quienes han hecho alianzas.


El 30 de junio de 2010 nace Bibliomulas Mérida, con una primera visita a la escuela de Los Corrales y la escuela de Gavidia, en el páramo del mismo nombre


Bibliotecas móviles en el mundo

La idea de llevar libros en mulas a niños es original, pero está inspirada en otras similares, en las que cambia el medio de transporte. En Colombia, por ejemplo, Luis Soriano, profesor de literatura, lleva libros en burros a los niños de su región, en el departamento de Magdalena.

Al otro lado del planeta, en Tailandia, existe una biblioteca móvil que traslada libros en elefantes. Esta biblioteca elefante recibió el premio a la alfabetización de la Unesco en 2002. Según registros de Bibliomulas Mérida, existen más de 25 bibliotecas móviles en el mundo. En Chile incluso forma parte de las políticas de Estado, ya que el proyecto Bibliomóviles es una iniciativa del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. 


Hay que desescolarizar un poco para que los niños se interesen por la lectura. Lo que hacemos no es alfabetización, sino estimular el gusto por leer. Que se convierta en un hábito porque es necesario leer

Ignazio Pollini, director de Bibliomulas Mérida

En Venezuela también hay antecedentes de bibliotecas móviles. En 1968 el Banco del Libro creó el Bibliobús, una idea que surgió con el objetivo de brindar atención bibliotecaria a comunidades con dificultades de acceso a libros. El Bibliobús, según reseña Bibliomulas, comenzó llegando a escuelas ubicadas en barrios de Caracas y a centros de capacitación del extinto Instituto Nacional de Cooperación Educativa (Ince) en Ciudad Guayana, estado Bolívar.

“En 1978 el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional adquirió 21 bibliobuses para su distribución en cada entidad federal, sin incluir entonces al Territorio Federal de Amazonas. Era un camión 750 acondicionado como biblioteca rodante con distinto material bibliográfico y no bibliográfico, especialmente dirigido a niños y niñas”, recuerda Bibliomulas en el informe sobre su proyecto.

De Bibliolancha a Bibliomulas en Venezuela

Las Bibliomulas de Trujillo y Mérida tienen su antecedente más cercano en una idea desarrollada en Amazonas en las décadas de 1980 y 1990. En 1986 nació la Bibliolancha, una iniciativa apoyada por la Gobernación de Amazonas y que llevaba libros en una pequeña embarcación a comunidades indígenas ubicadas en las riberas de los ríos Sipapo y Orinoco, en los municipios Autana y Atabapo.

“La bibliolancha logró sus objetivos creando nueve servicios bibliotecarios en distintas comunidades indígenas y sirvió de estímulo para demandar la creación de un nuevo servicio fluvial mayor: el Bibliobongo”, dice el citado informe.

El Bibliobongo se puso en funcionamiento en 1992, atendiendo a más comunidades del Orinoco Medio. Esta embarcación, más grande que la Bibliolancha, tenía una estantería de lona móvil con bolsillos de plástico, donde se transportaban los libros. Llegó a tener una colección de 977 ejemplares.


La idea de llevar libros a niños en mulas es original, pero está inspirada en otras similares, en las que cambia el medio de transporte


Cinco años más tarde, en 1997, nació la Bibliofalca, una embarcación aún más grande que el Bibliobongo. En esa falca, además del espacio para la estantería de libros, había baños, dormitorio y bodega. “Sus bases de operaciones estaban ubicadas en el Puerto del Venado y en San Fernando de Atabapo. Los ejes fluviales de sus recorridos eran el Orinoco Ventuari, Guaviare y Río Negro”, precisa el informe.

Bibliomulas nace en 2005 en el estado Trujillo como una idea que surgió en el marco de los programas Red de Escuelas Rurales Emprendedoras y la Escuela de Liderazgo y Valores de la Universidad Valle del Momboy. Su promotor e impulsor fue José Luis Briceño, rector de la institución. Hasta 2019, cuando cesó sus funciones, Bibliomulas Trujillo llegaba a 19 escuelas rurales del estado con un total de 5 mulas.

El interés por leer a partir del juego y la recreación

Ignazio Pollini, sociólogo especialista en cooperación internacional en áreas rurales, está convencido de que la mejor manera de promover el interés por la lectura en los niños es a través de actividades lúdico-recreativas. Aunque sus visitas las hacen principalmente en escuelas, procuran que las actividades que realizan no parezcan tareas escolares.

“Hay que desescolarizar un poco para que los niños se interesen por la lectura. Lo que hacemos no es alfabetización, sino estimular el gusto por leer. Que se convierta en un hábito porque es necesario leer”, dice Pollini, quien nació en Italia pero vive en Venezuela desde 1987.

Hasta abril de este 2022, Bibliomulas Mérida cuenta con una colección de 550 libros infantiles y juveniles. “Es literatura seleccionada cuentos, historias, novelas— de buena calidad y contenido, con ilustraciones atractivas para los destinatarios del proyecto. Esta colección es rotativa semanalmente para ser trasladada a las comunidades sobre Canela, la mula de Bibliomulas”, detalla Naty Hernández.

El proyecto en Mérida ha tenido un total de cuatro mulas: Frailejona, Estrella, Morichala y Canela. Esta última fue adquirida el año pasado, luego de que desconocidos se robaron a Morichala. Durante semanas se llevó a cabo una campaña en toda la ciudad para dar con su paradero, pero nunca apareció. Gracias al apoyo económico de muchas personas, Bibliomulas pudo comprar a Canela.

En cada comunidad que visitan, Pedro Maldonado, escritor, cuentacuentos y dramaturgo, comienza narrándoles una historia a los niños, sin libros en sus manos. Es un relato que siempre tiene una moraleja que despierta el interés de los oyentes. Luego organiza un juego a partir de lo narrado en el que todos los niños participan, gozan y aprenden sin siquiera ser conscientes de ello. Al final viene la lectura. Cada niño va a la alforja que ha traído a cuestas Canela y escoge el libro de su preferencia. Los más grandes, que ya saben leer, ayudan a quienes aún no saben o están aprendiendo. 

Cada jornada cierra con un paseo corto en el lomo de la mula. 


En 1986 nació la Bibliolancha, una iniciativa apoyada por la Gobernación de Amazonas y que llevaba libros en una pequeña embarcación a comunidades indígenas


Ludoteca y alfabetización digital

Además del trabajo que Bibliomulas hace en las nueve comunidades que visitan, también imparten talleres de formación en el área de la sensibilización y promoción en lectura y escritura. También organizan actividades regularmente en la Ludoteca Gabriele Sanesi, que abrió sus puertas el 17 de marzo de 2021 en la sede operativa del proyecto, gracias al apoyo financiero de Giacomo Sanesi, un italiano convencido de la importancia de promover la lectura desde la infancia. El nombre de la ludoteca es el de su padre.

A finales de 2021 Bibliomulas Mérida, en alianza con la Fundación Don Bosco, ganó el concurso del fondo de inversión social impulsado por la Fundación Venezuela sin Límites, con un proyecto de alfabetización digital que está en marcha.

“La primera fase que estamos cumpliendo es la formación de los educadores y promotores de lectura. Los contenidos que se han dispuesto van desde la enseñanza de herramientas disponibles en las redes hasta la creación de un aula virtual. Hemos ido desarrollando poco a poco la formación porque las continuas interrupciones eléctricas representan una dificultad en el avance de la propuesta”, reconoce Hernández.

Los recursos obtenidos con este proyecto también han permitido dotar y repotenciar el espacio tecnológico de la Fundación Don Bosco, aliada desde hace varios años de Bibliomulas Mérida.

“En la segunda fase viene el acercamiento a los niños, niñas y adolescentes, para que ellos también aprendan a manejar los dispositivos tecnológicos y las herramientas dispuestas por los educadores en el proceso de alfabetización digital y en los procesos de lectura, escritura y cálculo”, explica Naty Hernández.

Pese a la crisis nacional, Bibliomulas Mérida no deja de crecer y sus metas son tan grandes como sus ganas de seguir promoviendo el amor por la lectura. En los próximos meses y años aspiran a poder llegar a más comunidades vulnerables con más mulas, con más promotores y con más libros. Para lograrlo, el equipo sabe que debe seguir consolidando alianzas con organizaciones que puedan financiar y darle sostenibilidad al proyecto, y en eso trabajan sin descanso.


Bibliomulas nace en 2005 en el estado Trujillo como una idea que surgió en el marco de los programas Red de Escuelas Rurales Emprendedoras y la Escuela de Liderazgo y Valores de la Universidad Valle del Momboy


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