Conocida por sus seguidores como “Lasirena69”, fue escogida por la revista de contenido erótico Penthouse como “Pet of the month”. Su trabajo en la industria para adultos también fue reconocido con un premio AVN (Adult Video News) en la categoría Mejor actriz revelación. Sobrina de la actriz María Conchita Alonso, emigró a Estados Unidos en 2015

Antonella Alonso se recuerda como una niña muy coqueta, muy femenina. Detestaba usar pantalones y prefería, en cambio, las faldas a lo Mary Quant: mientras más cortas, mejor. Al crecer, se tomó con naturalidad la noticia de que era necesario el sexo para la reproducción de la especie humana, y nunca entendió por qué la sociedad condenaba un acto natural.

En alguna oportunidad, dijo que nunca haría porno. Hoy, con más de 2 millones de seguidores en Instagram, una cuenta de OnlyFans, cuyo número de seguidores sube como la espuma, y un premio AVN (considerados en la cultura popular como los Óscar de la industria pornográfica), Antonella, mejor conocida como Lasirena69 es, seguramente, la actriz venezolana con mayor reconocimiento internacional en la actualidad.

De geisha a sirena

Quienes estudiaron con ella en el colegio Santiago de León de Caracas dicen que, antes de ser Lasirena69, Antonella era conocida como “La geisha”. En idioma japonés, “geisha” significa “artista del mundo flotante”, y se refiere a una dama de compañía que era capaz de interpretar uno o varios instrumentos, ser una hábil bailarina y una conversadora deliciosa, además de otras cualidades.

En 2005 se estrenó en Venezuela Memorias de una geisha, película que impactó a Antonella al punto de hacer su tesis de la mención Humanidades sobre estas mujeres. A lo largo de los dos años del ciclo diversificado, elaboró un trabajo titulado Aproximación de un concepto de mujer para entender a la geisha, que trataba sobre las mujeres que trabajan en la industria del sexo, desde las hetairas de la antigua Grecia, pasando por las geishas japonesas y desembocando en lo que ya hoy en día se conoce como prostitución.  

–Podría decirse que fue un tema que siempre te interesó

–Creo que para mí el sexo siempre fue algo muy normal. Yo asumí de manera muy normal el hecho de que vienes al mundo porque tus padres tienen sexo. En Venezuela es una locura hablar de eso, aunque de ahí venimos. Sí, estás procreando, pero es gracias al sexo. Siempre me ha llamado la atención la manera en que la sociedad contempla al sexo como algo fuera de lo normal.

–¿Cuándo supiste que había llegado tu momento de migrar?

–Para el momento en el que comenzaron las protestas de 2014, yo vivía en Altamira. Sentía que yo no encajaba en Venezuela, y para mí fue detonante cuando el gobierno dijo que implementaría un sistema para comprar comida por el número de cédula. Me fui a Estados Unidos en marzo de 2015, y no he regresado más.

–¿Cómo llegaste a la industria?

–Viví tres años en Miami y me quedé sin trabajo con frecuencia. Me solían despedir porque en mi Instagram siempre tuve fotos un poco subidas de tono que me tomaba por hobbie. Ahora me da risa porque todo el mundo tiene Only Fans y comparte fotos calientes en sus redes sociales. 

–En una de esas tantas veces que me quedé sin trabajo, empecé a vivir del dinero que ganaba vendiendo desnudos míos. Empecé a trabajar con un fotógrafo con el que podía vender mi contenido, y así lo hice durante año y medio hasta que me mudé a Los Ángeles. Empecé a mandar emails, a conocer gente. Conocí a una estrella porno que me presentó a otras personas, y en poco tiempo ya estaba grabando porno.


La prostitución no es legal. El porno tampoco es legal en todos los países, pero lo es en el lugar donde vivo. Hay muchas diferencias, y la única semejanza es que hay sexo de por medio

Antonella Alonso

–¿Cómo fue tu primera pauta pornográfica?

–Empecé trabajando con mujeres y me resultaba aburrido. Y mi primera grabación consistía en tener sexo en una bañera, llena de agua, con otra mujer. Fue muy incómodo. Quería algo diferente y al mes estaba pidiendo hacer videos con hombres. Fue un día de grabación larguísimo pero no fue una mala experiencia, no la pasé mal. Solo que fue incómodo.

–¿Cuál ha sido el sitio más absurdo en el que has tenido que grabar escenas de sexo?

-No sé si esto es absurdo o no, pero detesto cuando me toca tener sexo encima de una baldosa, en una cocina. O en el piso de un baño. Una vez me tocó hacerlo en una especie de garaje de la casa que habían alquilado para grabar el video, y donde estaban los materiales de remodelación de la casa. En el porno hay que hacer cosas fantasiosas, cosas que la gente normal no hace, porque eso es lo que busca la audiencia.

–Fuiste reconocida con un Premio AVN en la categoría Mejor actriz revelación. ¿Cómo lograste consolidarte en una industria tan competitiva?

–A mí no me parece que sea tan competitiva, porque en la industria pornográfica hay para todos los gustos. No es que están buscando a un solo prototipo de mujer o de cuerpo. Sea como sea, algún día te van a llamar. Siento que hay mucha diversidad y eso, para mí, es el porno. Lo único que importa es que sepas tener sexo ante una cámara, y que tengas una buena base de fans.

–¿Cómo lleva tu familia el hecho de que te hayas dedicado al porno?

–No se habla del tema. Es una etapa superada, es lo que es. Tanto tu familia como tus amigos, cuando se dan cuenta de que estás triunfando, le bajan dos. Siempre al principio es superfuerte porque piensan que dañaste tu vida, y luego se dan cuenta de que no es así. Pero eso pasa con todas las carreras, sobre todo las artísticas. A mi familia le preocupaba el hecho de que yo no podría optar a otros trabajos una vez metida en la industria pornográfica, y la verdad es que ya yo no necesito trabajar para nadie. Hay muchas herramientas que puedes usar a tu favor para emprender y valerte por tí misma.

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En el acuario de La sirena

Son cuatro horas de diferencia entre Los Ángeles y Caracas. Antonella tiene una franela con el emblema de Nirvana y su característico piercing en la nariz. Toma muchísima agua. No solo por lo mucho que cuida su organismo, sino porque toma unas pastillas, patentadas por Sascha Fitness, que le ayudan a controlar su ansiedad. Gesticula mucho con las manos, y su rostro es sumamente expresivo. Hay ahí una veta dramática que le viene, quizás, por el lado de su tía paterna, la actriz María Conchita Alonso.

–¿Qué es lo mejor de tu trabajo?

–Que puedes ser tú, y ya. Es una industria que no te va a juzgar por cómo eres, o por quién eres, ni las razones por las que te gusta el sexo. A la hora de tener sexo, la mayoría de las veces estás en una cama y no tienes que forzar nada. Puedes ser tú, y solo tú.

–¿Lo no tan bueno?

–Obviamente, todas las enfermedades a las que estamos expuestos en la industria. Es un trabajo que compromete tu salud física y mental. Aquí en Los Ángeles nos obligan a registrarnos en un sistema del estado para verificar que estamos limpios de cualquier enfermedad, y cada 10 días tenemos que hacernos chequeos de sangre, etc. Pero, aún con todas las precauciones, te puedes enfermar de cualquier cosa. Es como cualquier trabajo: un policía puede morir en cualquier momento, por ejemplo. En todo trabajo hay riesgos, aunque hay trabajos más riesgosos que otros. 

–Un atleta, por ejemplo, ya no puede competir a los 60 años. A los pornstars masculinos se les puede fracturar el pene, y las mujeres pueden quedarse sin útero. Te puede pasar cualquier cosa a largo plazo. Al momento de grabar no terminas de conocer a la persona con la que vas a tener sexo, ni sabes lo que hace en su vida privada. Es un trabajo donde expones tu cuerpo a demasiadas cosas, lo estás entregando. No estás en una oficina trabajando frente a una computadora. Hacer porno es como tener una vida de atleta, tienes que estar muy bien físicamente. No puedes aparecerte a grabar drogado, o borracho. Igual hay cosas que siempre se salen de tus manos.


A mi familia le preocupaba el hecho de que yo no podría optar a otros trabajos una vez metida en la industria pornográfica, y la verdad es que ya yo no necesito trabajar para nadie

Antonella Alonso

–¿Como cuáles?

–Yo vivo con alergia. Como actriz porno, siempre es posible que tengas que grabar en el piso, sobre un mueble, en una cocina. Normalmente tienes sexo en tu cama, pero en el porno el sexo se tiene en un bosque, o sobre una silla llena de tierra. Llega un momento en el que tienes tantos ph dentro de ti, que tu cuerpo no sabe cómo asimilarlo. Entonces piensas “me va a dar algo, me voy a enfermar”. Si te empiezas a enfermar mucho físicamente, llega un momento en el que tu mente también comenzará a estarlo.

–¿Cómo te proteges?

–Desde que hago porno tomo siete mil tipos de vitaminas y aceites. Como lo mejor posible. Además, tienes el control de no exponerte tanto, de no hacer tantas locuras y conocer a las personas con las que trabajas. La industria tiene un médico, e igualmente yo tengo un médico privado. Asisto cada cinco o seis meses a mis chequeos y estoy muy pendiente de mi cuerpo.

–¿Cuál es el comentario más raro que te han escrito por redes sociales?

Me escriben muchas locuras, pero lo que en verdad me llama la atención es la cantidad de propuestas de matrimonio que recibo. “Vamos a casarnos” es el comentario que más se repite, seguido de “Dame un hijo, vamos a casarnos”. Y me pregunto, ¿por qué a la gente le importa tanto casarse? Creo que la lectura real de ese comentario es “si nos casamos eres de mi propiedad, ya no eres libre, ahora eres mía, y toda esa fantasía va a ser mía porque estamos casados”.

–¿Quisieras casarte en algún momento?

–En verdad, no. Uno no debería decir “nunca”. Yo dije que nunca haría porno, y estoy haciendo porno, pero creo que la sociedad tiene tan mal el concepto de matrimonio…es algo complicado. Para la gente el matrimonio es como un título de propiedad, estás amarrada a esa persona. Me encantaría casarme con alguien que entienda que yo no le pertenezco a nadie, y que me deje ser. Preferiría tener una pareja, vivir con alguien, pero no me veo casándome. Siento que traería problemas.

–¿Cómo se han relacionado tus parejas con el hecho de que seas actriz porno?

–Desde que hago porno, no he tenido parejas. Empezando estuve con un gringo, pero lo dejé porque él no quería que grabara porno con hombres. A él le parecía algo normal que tuviera sexo con mujeres, pero no con hombres, y esa fue la última relación que tuve. He disfrutado con personas, pero es algo pasajero. No ha llegado nada formal.

La sirena sale del agua

De Antonella se ha dicho de todo. Una vez, su madre le escribió alarmada por una noticia falsa que reseñaba un supuesto video que ella había subido en Instagram, donde figuraba teniendo sexo oral. También se le vinculó al prostíbulo Trío gentlemen’s club, que funcionaba en la Torre Letonia de La Castellana, en Caracas. 

Trío no tiene nada que ver con la pornografía, porque Trío es prostitución.


Hacer porno es como tener una vida de atleta, tienes que estar muy bien físicamente

Antonella Alonso

–¿En qué se diferencia una prostituta de una actriz porno?

–Para empezar, la prostitución no es legal. El porno tampoco es legal en todos los países, pero lo es en el lugar donde vivo. Hay muchas diferencias, y la única semejanza es que hay sexo de por medio. En la prostitución te están pagando para que tengas sexo con alguien. Ciertamente en la pornografía te pagan para que tengas sexo con un actor, pero yo declaro impuestos. Estoy segura de que una prostituta no lo hace. Yo trabajo para una productora y la industria pornográfica, lo acepten o no, es parte del cine. Es cine para adultos, entretenimiento para adultos. Esa es la gran diferencia entre una profesión y otra. Y no hay nada malo en ello, cada quien decide dónde quiere estar.

El libro favorito de Antonella es Memorias de una geisha, de Arthur Golden. Le encanta la radio, aunque lo considera un medio de comunicación en extinción por el auge del podcast. De hecho posee su propio podcast, Hablando de sexo con, donde conversa con distintas personalidades sobre el tema, y que está disponible en su perfil de la plataforma de micro-mecenazgo Patreon

–¿Cómo te va con Patreon?

–Empecé en julio del año pasado, y me va bien. No es mi capital, no es de lo que vivo, pero me ha ayudado mucho a practicar porque quiero hacer comedia, sobre una tarima, y comenzar a generar dinero con otras cosas, no solamente porno. También quiero actuar, actuar normal.

–¿Qué clase de personaje te gustaría?

–Tendría que ser un ser sexual, o que tenga que ver con el sexo. Una prostituta, por ejemplo. Siento que es algo que podría hacer bien, y que podría ser en una película de drama.


Tanto tu familia como tus amigos, cuando se dan cuenta de que estás triunfando, le bajan dos

Antonella Alonso

–¿Qué directores y géneros te gustan?

–Yo no soy mucho de ver películas. De hecho, no tengo televisor en mi casa. Tengo mi computadora, y todo lo veo ahí. Aunque me gusta mucho el cine de Gaspar Noé. Love, por ejemplo, es una película que me encanta. Obviamente tienen un grado sexual muy alto, pero me gustan ese tipo de historias, que sientes que pueden ocurrir en la vida real. Odio el cine de ciencia ficción, o de fantasía.

–¿Y los comediantes?

–Me encanta Malena Pichot, me parece increíble. Me siento demasiado identificada con su personaje en La loca de mierda. También me gusta Ali Wong y su stand up Hard knock wife, que hizo estando embarazada, y la comedia de Chris D’Elia, que actualmente está cancelado porque se descubrió acosaba a menores en redes sociales. También muero de risa con José Rafael Guzmán y con La Vero Gómez.

–¿Cómo sería tu stand up?

–Me veo más haciendo un monólogo cómico que haciendo stand up, donde hay que contar un chiste tras otro. También quiero hacerlo en vivo, estoy un poco harta de la virtualidad, y más bien siento que hacer cualquier cosa por Zoom es más complicado.

–¿Cómo te gustaría que te recordaran?

–Como una persona a la que no le importó nada, y que luchó por ser quien quería ser. 

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