Acarigua.– La iniciativa que comenzó un domingo de febrero de este 2019 con solo 35 platos de comida, culminó este fin de año con más de 500 almuerzos navideños, que fueron ofrecidos con más amor y sazón que nunca a personas de escasos recursos, en su mayoría adultos mayores que deambulan por las calles de Acarigua, en el estado Portuguesa.
El proyecto Ollas Comunitarias, que en todas las parroquias eclesiásticas va de la mano con las actividades promovidas por la Pastoral Social y Cáritas, se ejecutó en sus inicios en la iglesia San Miguel Arcángel de Acarigua, bajo la coordinación de párroco Leonel Ramírez, para ese entonces administrador parroquial del templo, ubicado frente a la plaza Bolívar de la ciudad.
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La idea inicial surgió de Jackson Noguera, uno de sus monaguillos de apenas 16 años de edad, y con el deseo de brindarles la mano a los ancianos sentados en las bancas de la plaza, cuyas condiciones físicas veía cada día más deterioradas.
A pesar del cambio del presbítero a una iglesia de otra parroquia de Araure, el programa continuó, respondiendo al llamado hecho por el Papa Francisco con ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el segundo domingo del mes de noviembre y que tiene como finalidad ayudar al más necesitado frente a la crisis económica y social que vive el país.
“Domingo a domingo nos hemos abocado a esta tarea y abrimos el patio de la iglesia para brindarles el almuerzo a niños, ancianos y gente en condición de calle que requieren de nuestra ayuda y solidaridad, y lo hacemos con todo el amor y la disposición”, afirmó a El Pitazo Mariela Monsalve de Figueredo, quien quedó encabezando el programa.
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Desde febrero a este diciembre el número de comensales que cada domingo esperan frente a la plaza la tacita de hervido que les ofrecen, ha crecido ampliamente, y con ellos también el de los voluntarios. Este fin de año, más de 18 personas colaboraron con la elaboración de las hallacas y la ensalada que se les servirían a estos invitados especiales.
Las donaciones provienen de la feligresía que acude a la iglesia, pero también se han sumado familias, comerciantes y particulares. «Todas estas comidas se han preparado gracias al aporte de las carnicerías, ferias de verduras, comercios y la feligresía. Todos han dado aportes solidarios debido a tanta necesidad que hay en la calle. Y cuando nos falta, cada quien pone algo; hasta nos ha tocado salir a pedir. Hemos perdido la pena, pero es por una causa que vale”, precisa Mariela Monsalve mientras entrega uno de los platos.
Ante la crisis de servicios que se vive en la región y en toda Venezuela, los contratiempos también se han hecho presentes por la falta de gas o de agua; pero la voluntad y el compromiso ha permitido superarlos y resolver cocinando con leña y teniendo reservas del líquido en tanques.
Para este 2020 que se aproxima, la actual administración del templo ha propuesto llevar las ollas solidarias solo a las comunidades que forman parte de la parroquia; sin embargo, Mariela Monsalve y su equipo anhelan poder cumplirles a sus comensales favoritos, aquellos que esperan cada domingo, ya con sus propias tazas, frente a la plaza Bolívar de Acarigua.
«Hay que buscar la manera de ayudar a esta gente. Casi todos son mayores y quizá han quedado solos, sin familias. Y nosotros les brindamos el alimento para el cuerpo y también para el alma, con nuestra dedicación y cariño», concluye Monsalve.