Caracas.- Dicen que el tiempo no existe. Que eso de los siglos, los años, los meses, las semanas, los días, las horas y los minutos, el pasado, el presente y el futuro, son una abstracción del hombre para ponerle orden a la vida. Y yo diría que hasta una excusa para entender un poco de dónde salen las arrugas, los seres humanos pierden altura, de pronto caminan más lento y va menguando aquella vitalidad de la materia.
El tiempo es una ayudaíta para ubicarnos en un momento que, según muchos, solo es presente. ¿Complicado no?.
¿Ven? Por eso es que es mejor tener a la mano un reloj, porque si solo dependiéramos de contar soles y lunas pues la cosa sería más enredado que un kilo de estopa. Aunque también hay otras formas de calcular el tiempo según sea el caso. En el caso de quienes detentan el poder los kilos son un indicador importante de cuanto tiempo tienen allí acomodados.
Pero retomando el hilo… Como en Venezuela hace rato que paren las abuelas, vuelan las cucarachas, no hay medicinas en las farmacias ni pan en las panaderías, se incendia todo justo cuando están secas las tuberías y se va la luz en todo el país, el tiempo aquí tampoco transcurre igual.
¿Qué esperan ustedes?… ¿que la medición del tiempo, el cálculo de los plazos, de los períodos en Venezuela sea así sencillito, convencional, tradicional, como en cualquier otro país del mundo? Pues no. Aquí los plazos son distintos.
Aquí en Venezuela hablar de «corto plazo» no es hablar de varias semanas. Hablar de corto plazo en momentos de «revolución» requiere, como dicen, «salir de la caja», abrir la mente, cambiar de enfoque. Y si no se entiende bien pues solamente habría que revisar un ejemplo reciente.
Los ataques multiformes, electromagnéticos, electromecánicos y cibernéticos dejaron «al corazón» (así lo llaman el ministro de información y comunicación y la vicepresidenta) del Sistema Eléctrico Nacional tan destruido que el plan de recuperación del SEN abarcará, no 30 días como lo había anunciado maduro, sino todo un año.
Escuchemos con atención lo que dijo ayer el nuevo ministro de energía eléctrica Igor Gavidia.
Si nos esforzamos por ver el vaso medio lleno y no vacío, roto ni astillado como está… si nos esforzamos, pues el lado positivo es que ya tenemos «majomenos» como calcular. Claro. Hay que insistir en que es indispensable darle un giro al término utilizado y dejar de pensar que corto plazo es ya. Corto plazo es en realidad algo así como decir «a largo plazo» pero con una visión más optimista.
Hasta allá llegan los esfuerzos por suavizar en el discurso una realidad que se pesa a cuestas tanto como el mundo que lleva Atlas sobre sí. Pero no importa.
Con decirnos que la cosa es a corto plazo nos entra un fresquito, la verdad y como todo es culpa de los gringos pues más bien hay que darle las gracias a quienes están haciendo este esfuerzo para que tengamos luz al menos en los bombillos cuando no existe en algunos cerebros donde la sinapsis de las dendritas no da pero ni un chispazo.
Mientas tanto, la FAN trabaja arduamente por recuperar el SEN pero no los vemos trabajando sino gritando consignas.
Entonces, pues con razón y la cosa va para largo… pero repito, lo bueno es que al menos tenemos un plazo.