Caracas- Sin la amenaza de un conflicto bélico interno o externo, Venezuela ha exportado una crisis migratoria sin precedentes. Parte de la tragedia se puede comprobar en La Pista, un aeropuerto abandonado que servía a la ciudad de Maicao, en La Guajira colombiana.
Es allí donde viven entre 12.000 y 15.000 migrantes en precarias condiciones, sin acceso a luz o agua potable y sin la posibilidad de construir casas con materiales distintos a los de reciclaje, como bolsas plásticas. Las autoridades no permiten la construcción de viviendas más resistentes, ya que se trata de un refugio «temporal».
Un reportaje de la agencia BBC estima que en Maicao hay unos 42 asentamientos migratorios. De hecho, en Uribia, una localidad cercana, la historia se repite en otro aeropuerto abandonado que sirve de hogar para otros 10.000 venezolanos que migraron en la búsqueda de un futuro mejor. Y aún no lo consiguen.
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La agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) estima que más de 7 millones de venezolanos han emigrado de su país en los últimos años. Según datos de la organización, más de 6 millones se encuentran en países de América Latina y el Caribe. Colombia es uno de los destinos más populares y el hogar de más de 3 millones de migrantes. De ellos, unos 200.000 se encuentran en La Guajira y casi la mitad de ellos en Maicao.
Organizaciones de Venezuela y Colombia coinciden en que La Guajira es la zona más pobre de todas, con servicios básicos insuficientes o precarios, donde el agua potable es el más precario, pues apenas la mitad de los habitantes tienen acceso al mismo.
Maicao tiene otra particularidad y es que el 97 % de los empleos son informales. Las mujeres, quienes lideran en su mayoría las familias que hacen vida en la deprimida región, se emplean como recicladoras de basura, vendedoras de café o artesanías.
Además, la frontera se ha convertido en el campo de batalla de organizaciones criminales y traficantes de drogas, lo que dificulta un resurgir económico en esta localidad fronteriza.