Caracas.- Escuchar los relatos que cuentan los hombres y mujeres que han atravesado el Darién es una cosa, leer sobre los peligros que acechan a los migrantes en la selva es otra, pero escuchar la travesía desde la mirada de un niño causa un tipo de dolor distinto.
Esa ha sido la repercusión del testimonio que compartió un infante venezolano con Voz de América, y cuya identidad ha sido mantenida en anonimato para protegerlo.
El pequeño migrante recuerda haber gritado “como loco” con otros viajeros para evitar que los robaran. “No nos agredieron porque pensaban que éramos muchos”, cuenta con desenvoltura al medio norteamericano. Aunque reconoce que no todos corrieron con la misma suerte. “A unas chamitas las violaron, pero no las mataron”, recuerda el niño de 10 años.
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El tráfico de migrantes y los delitos de abuso sexual son recurrentes en la selva del Darién, que comunica a Colombia con Panamá, y son perpetrados usualmente por miembros de bandas delictivas y coyotes que operan en la región.
Médicos sin Fronteras contabilizó al menos 120 casos de violencia sexual durante los primeros 6 meses de 2022, y la Defensoría del Pueblo de Panamá recibió 133 denuncias de este delito desde febrero hasta agosto del mismo año. De estos casos, 15 correspondían a víctimas de entre 9 y 14 años, y 5 a víctimas entre 15 y 17 años.
Pero la mente del niño no solo alberga estos recuerdos de terror, también recuerda la selva como un lugar “hermoso”. Sueña con llegar a Estados Unidos para visitar Disneyland y conocer a Los Minions, aunque realmente desea regresar a Venezuela y convertirse en un militar, como su padre.
La madre del pequeño, cuya identidad también fue resguardada, contó a Voz de América que su esposo pidió la baja, pero sus superiores se negaron y optó por desertar y exiliarse. “Si caía preso, caíamos todos”, explicó la migrante.