La “Torre de David” en Caracas y el edificio Lagomar en Santa Marte, Colombia, tienen al menos dos cosas en común. La primera: ambas edificaciones eran parte de ambiciosos proyectos arquitectónicos que, por una u otra razón, no terminaron de construirse. Y la segunda, que ambas fueron tomadas como refugio.
En el caso de Lagomar, sus paredes resguardan cerca de 120 familias de migrantes venezolanos. Un reportaje de la BBC también señala, incluso, que en dicha edificación se han suicidado tres personas este año, aunque ninguna fuente oficial confirma o desmiente este número.
Yaneth Parra Mourad, quien ha asumido la “administración” de este lugar, explicó a BBC que el motivo de las muertes no guarda relación con algún hecho delincuencial. “Lo que pasa es que la gente está sufriendo depresión por la situación económica que están pasando”, comenta la administradora.
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Y es que la gran mayoría de estos migrantes, que aceptaron dar su testimonio a BBC bajo anonimato, confesaron que temen ser desalojados, deportados o que les quiten el apartamento por el que pagan entre $50 y $300 dólares de alquiler.
Los habitantes de Lagomar también se enfrentan a la falta de agua y de energía eléctrica. Medios colombianos como El Tiempo o El Heraldo explican que la empresa de electricidad Electricaribe realizó el corte del suministro en 2019 porque la construcción “no cumple las normas técnicas para la prestación del servicio”.
Según Parra, la construcción del edificio se detuvo a causa de un embargo, consecuencia de una supuesta estafa cometida por los constructores hacia los inversionistas quienes lograron, después de varios obstáculos legales, hacerse con la propiedad del edificio. Estos propietarios son quienes alquilan los distintos apartamentos de Lagomar, que se mantienen en obra gris y con el último piso sin terminar.