En los últimos meses de 2021 se hicieron más frecuentes las denuncias sobre tala indiscriminada de árboles en la ciudad capital. Según explica Nereida Guerra, ingeniero agrónomo y miembro de la organización no gubernamental Sadárbol, es un problema de vieja data. Desde hace unos cuatro años, vecinos del municipio Baruta han denunciado la tala indiscriminada de árboles a lo largo del boulevard de esa urbanización, situación que se repite en Sucre y Libertador.
En este último caso, hace énfasis en la sustitución de este tipo de plantas por palmas datileras, una especie que fue declarada patrimonio natural y cultural del estado Nueva Esparta y que, según denunció la directora del Instituto Público Neoespartano para el Ecosocialismo (Inec), Daliana Amparán, está siendo extraída ilegalmente para ser sembrada en Caracas y algunas zonas de Falcón.
Guerra destaca los riesgos que supone la siembra de este tipo de palmas en las islas que delimitan la autopista Francisco Fajardo, pues sin evaluaciones sanitarias no se puede determinar que están libres de patógenos. La especialista también subraya las consecuencias negativas de la eliminación de árboles, ya que son refugio de distintas especies, transforman el dióxido de carbono (CO2) en oxígeno y ayudan a combatir los efectos del cambio climático.
De acuerdo con lo recogido en ordenanzas municipales y en la Ley de Bosques, un árbol se debe cortar solo cuando está enfermo o supone un riesgo para las personas o algunas propiedades, no sin antes hacer las evaluaciones que así lo determinen. Los entes que autorizan y ejecutan este tipo de acciones son las alcaldías o, en su defecto, el Ministerio de Ecosocialismo. El marco legal vigente también estipula que por cada árbol eliminado deben ser sembrados otros ocho para resarcir el daño ocasionado. Esto no se cumple a cabalidad.
De acuerdo con parámetros establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en las ciudades debe haber un árbol por cada tres personas y un mínimo de entre 10 y 15 metros cuadrados de zona verde por habitante.
Por Vanessa Acosta