Caracas. El escándalo desatado en Bolivia con el “apagón” electoral del domingo 20 de octubre y el sospechoso giro producido en el recuento rápido de votos, ha disparado las comparaciones entre los modelos de Venezuela y el país andino, cuyos Gobiernos son aliados desde el primer día.
El candidato boliviano opositor, Carlos Mesa, ya anunció que no reconocerá los resultados tras un “fraude escandaloso”, como ya sucediera en el 2013 con Henrique Capriles tras el triunfo por la mínima de Nicolás Maduro, con múltiples denuncias. Solo una coincidencia, pero hay muchas más. Las elecciones presidenciales de 2018 tampoco fueron reconocidas incluso meses antes de acudir a las urnas.
Comparaciones de elecciones bolivianas y venezolanas
Para comprender lo que sucede actualmente en Bolivia es preciso recordar que tanto Hugo Chávez como Evo Morales decidieron torcer la Constitución que ellos mismos aprobaron para perpetuarse en el poder. Y lo más llamativo es que ambos también desoyeron la voz del pueblo.
El chavismo perdió el referéndum constitucional de 2007 -entre otras razones por la férrea oposición de los estudiantes a las intenciones de control hegemónico por parte del hoy fallecido presidente- y Hugo Chávez lo calificó como una “victoria de mierda”. Nunca se supo el resultado final, más allá de la ventaja opositora por unas cuantas miles de papeletas.
En aquel plebiscito, Chávez quería imponer sus reelecciones automáticas e introducir a la fuerza una serie de enmiendas para profundizar el socialismo del siglo XXI. “La no reelección fue un dique al poder absoluto y perpetuo. Construirlo costó un siglo: comenzar a destruirlo, un minuto”, recordó el intelectual mexicano Enrique Krauze.
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La derrota no frenó a Chávez: aprovechó la Ley Habilitante para poner en marcha sus leyes bolivarianas y repitió el referéndum año y medio después con todo el aparato del Estado jugando a su favor.
A Morales tampoco le importó perder en 2016 el referéndum con el que pretendía obtener el »sí» del país a sus pretensiones reeleccionistas. El 51,30% dijo no, frente al 48,70% de los apoyos. Aunque salió derrotado en la contienda electoral, así interpretó los resultados: “Los que dijeron sí es para que siga Evo. Los que dijeron no, es para que no se vaya Evo”.
El resto del trabajo lo hizo el Tribunal Constitucional, espejo del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) chavista. El mismo modelo de poder, la toma de todos los poderes del Estado, repetido en Venezuela, Bolivia y Ecuador. De hecho, Lenín Moreno necesitó ganar otro referéndum para sacudirse de encima los cargos públicos que Rafael Correa había impuesto en su camino.
Las mismas prácticas
La misma hoja de ruta con el mismo punto de partida, evidenciado en estas elecciones de Bolivia y denunciado por Carlos Mesa: »El ventajismo previo para el candidato gubernamental», que en Venezuela sobrepasa límites mundiales desde el uso y abuso de los medios de comunicación chavistas, hasta la sofisticación del carnet de la patria, herramienta de control social de límites desconocidos.
“Si nuestros testigos y la población votante no están pendientes del correcto funcionamiento del centro, los operadores oficialistas pueden alterar los resultados de muchas maneras. Desde el voto asistido, acompañando a las personas a votar para garantizar que votan correctamente por el Gobierno, hasta mantener el centro abierto más allá de la hora reglamentaria para aprovechar de meter votos en la mesa”, comentó, para el diario argentino “La Nación”, Roberto Picón, principal técnico electoral de la Unidad Democrática, que el chavismo encarceló durante seis meses en la siniestra sede de la policía política de Maduro.
En las presidenciales de 2012 y 2013, el chavismo empujó a casi un millón de personas a que fueran a votar en las últimas horas, trasladándolas y presionando para que votaran, agregó Picón.
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