Alberto* se dirigía a su casa cuando fue detenido. El joven, de 20 años, regresaba de practicar béisbol y se topó de frente con funcionarios motorizados de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). Ninguno de los uniformados se detuvo; no obstante, a los segundos de dejarlo atrás, el último que iba en la caravana se regresó y cantó la voz de alto.
Era 29 de julio. En las diferentes ciudades del estado Anzoátegui se escenificaban protestas a raíz de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció que Nicolás Maduro había ganado la presidencial, sin mostrar las actas.
La madre de Alberto asegura que su hijo no participó en estas concentraciones de calle; sin embargo, hoy es uno de los detenidos que permanece en la cárcel Yare III, en los Valles del Tuy, estado Miranda.
«El funcionario que lo detuvo lo golpeó y lo obligó a montarse en la moto aun cuando estaba con su uniforme de pelotero, prueba de que venía de practicar. Él está empezando a vivir y no quiero que pierda su juventud en una cárcel», dijo entre lágrimas la madre del muchacho a El Pitazo, el 9 de noviembre.
Alberto es pícher. Pertenece a una academia de béisbol en Barcelona. En los próximos días, un scout evaluaría el poder de su brazo, el progreso en velocidad, sus lanzamientos y su efectividad.
«Mi hijo sueña con ser deportista y desde hace años se venía esforzando por mejorar su rendimiento en el campo. No es justo que esté preso, sin haber cometido delito alguno. Es triste que su futuro se trunque de esta manera», acotó su madre.
Las pruebas de que Alberto era un prospecto de béisbol y un joven apreciado en su comunidad fueron entregadas a la defensora pública, pero no se presentaron en la audiencia preliminar. El juez Carlos Liendo le dictó medida privativa de libertad, una vez que el fiscal Carlos Alcántara lo acusó de terrorismo, incitación al odio y obstrucción de vía pública, entre otros delitos.
«Lo quieren obligar a admitir los hechos, pero no estaba protestando, así que no puede aceptar algo que no hizo», destacó su progenitora.
Alberto fue trasladado a la cárcel de Yare III el 27 de septiembre, junto a otros 105 ciudadanos, residentes del estado Anzoátegui. Desde que se montó en el autobús iba llorando. Su madre recuerda que la miró por la ventanilla y le suplicó que lo ayudara. El 25 de octubre logró verlo en el penal mirandino. «Mamá, no quiero pasar Navidad aquí», le rogó el muchacho.
*El nombre del detenido fue modificado a petición de su madre para evitar represalias.