Por Dayimar Ayala Altuve y Jesús Abreu
La decisión de Tribunal Supremo de Justicia para intervenir y nombrar una junta ad hoc del Partido Comunista de Venezuela (PCV) -el pasado 11 de agosto- no solo se traduce en la pérdida de la tarjeta electoral para las autoridades de ese partido, sino que silencia al antiguo aliado del PSUV que más votos les aportó en elecciones presidenciales bajo la bandera del Gran Polo Patriótico.
En noviembre de 2011, Hugo Chávez (como candidato a la reelección de las elecciones que se realizarían en 2012) pidió un espacio para “abarcar, incorporar, facilitar la participación y el protagonismo desde los pequeños grupos” que le apoyarían en las presidenciales. En ese momento se unieron grupos sociales y partidos políticos, entre los que estaban, los ahora intervenidos: Partido Comunista de Venezuela (PCV), Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), Patria Para Todos (PPT), Podemos, Unidad Popular Revolucionaria (UPV), Tupamaro y Redes (que no está intervenido, pero en el CNE no lo renovaron como partido en 2017).
Para la elección del 7 de octubre de 2012, el PCV aportó cerca de 500.000 votos a Chávez, un tímido 3,29% de los 8.191.132 que obtuvo el candidato oficialista. No obstante, la tolda del gallo rojo dio casi el doble de votos que el segundo partido con más aporte: PPT con un poco más de 200.000.
En 2013, de los 7.587.579 que el CNE adjudicó al candidato Nicolás Maduro, el PCV aportó 283.678 de votos, lo que se traduce en 1,89%.
Cuantitativamente era poco menos de la mitad de lo que habían aportado seis meses antes, pero igual se mantuvo como el aliado que más impulso electoral dio al entonces candidato del PSUV y otros partidos.
Para la elección de 2018, el partido Somos Venezuela desplazó al Partido Comunista como el que más votos aportó a Maduro en la elección que disputó con Henri Falcón. Somos Venezuela dio 369.291 votos, mientras que el PCV apenas sumó 171.034 votos.
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Así lo ven los comunistas
Pedro Eusse, miembro del buró político del PCV, considera que la intervención judicial, que califica de asalto, es una maniobra para desestimular el voto de sectores políticos y sociales más vinculados con la izquierda nacional que rechazan al gobierno de Nicolás Maduro.
Despojada de los símbolos y la tarjeta electoral, la dirigencia tradicional del PCV, según Eusse, evalúa la forma para participar en las próximas elecciones presidenciales.
“Nosotros nos preparamos para participar en las elecciones de acuerdo con la nueva realidad política. Estamos estudiando diversas opciones, no se pueden revelar mayores detalles. En septiembre, en un Congreso, decidiremos la línea electoral: criterios programáticos, de alianzas y la posibilidad de definir una candidatura. Hay varias opciones”, explicó Eusse vía telefónica.
Eusse destaca que, en las últimas dos décadas, los votos que aportó el PCV a la causa oficialista no son una demostración de apoyo incondicional al chavismo, sino a lo que representa el PCV como una alternativa política.
“Los electores duros del PCV no votan por el partido motivados por el chavismo, sino que ven en el PCV una opción distinta, diferente. Mientras estuvimos aliados con el presidente Chávez, esa alianza lo favoreció a él y a nosotros. Lo mismo pasó con Maduro en sus inicios, pero no se puede ver el voto al PCV como un voto chavista, sino en apoyo al PCV”, agregó Eusse.
La dirigencia tradicional del PCV considera que la intervención judicial tiene como objetivo generar abstención en los sectores de influencia del PCV para favorecer a los factores opositores en medio de la fragmentación política.
“Trabajamos para que el voto no se oriente hacia la derecha opositora. Parece que el Gobierno juega no solo a la abstención masiva, sino que algunos de los votos se vayan a la derecha opositora”, añadió Eusse.