Caracas.- Este martes 30 de abril el país despertó con una transmisión en vivo en redes sociales en la que Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional (AN), acompañado por Leopoldo López, preso político y líder del partido Voluntad Popular, informaba que el cese de la usurpación ya había comenzado con el apoyo de un grupo de soldados “apegados a la constitución”. Un par de horas más tarde, desde el distribuidor Altamira de la autopista Francisco Fajardo, López exhortaba a los ciudadanos a acompañarlos en las calles.
En los sectores populares del oeste de la capital venezolana, para el mediodía, muchos no se habían enterado de que hacia el este funcionarios de seguridad que apoyan al presidente de la AN se enfrentaron a quienes defienden a Nicolás Maduro.
Joan Salinas atiende una lunchería en el Mercado Municipal de Catia y no estaba informado porque no tiene señal desde antes de las 5:00 am. “Pensé que era normal, como siempre falla todo, no me fijé mucho en el Whatsapp ni en las llamadas”.
Aunque él dice que espera que saquen a Maduro del Palacio de Miraflores, uno de sus compañeros de trabajo prefiere una salida pacífica. “No, ya está bueno ya. Ya nos humillaron bastante”, insiste Joan. Ni él, ni sus compañeros ni sus clientes habían escuchado sobre las acciones de Guaidó y López.
También en el mercado, José Pérez repara relojes y sí conocía la información porque varios amigos le escribieron. “Si es por los canales nacionales, uno ni se entera. Uno depende de que otros le avisen las cosas”, dijo. Muchos conocen las noticias, pero no salen a protestar ni atienden a las convocatorias de la oposición por miedo a los grupos de civiles armados oficialistas, conocidos como colectivos. No vale la pena que lo mate un chavista, cree.
Pérez no considera el alzamiento militar de este 30 de abril un golpe de Estado. “Golpe es lo que hizo Chávez y eso es lo que hace falta para que salgamos del loco de Maduro”, se queja.
Para Óscar Mendoza, habitante de Los Magallanes de Catia, el poder y la conducción de Venezuela se la encarga a Dios y cree que el cambio debe ser de la ciudadanía y no solo en líderes políticos. Por eso, pese al alzamiento militar, estaba haciendo cola para comprar pollo a precio regulado.
Considera que su aporte al país es la oración: “Yo le pido a Dios todos los días por los venezolanos; por los buenos y por los malos; por ellos y por nosotros”. Refirió que la desinformación contribuye al miedo y al desinterés de los vecinos de la parroquia Sucre: “Lo noticieros de la televisión no reportan nada y sin Internet, ¿cómo se entera uno?”, expresó. Belkys Sánchez, su esposa, afirmó que «Catia es de los colectivos».
Jorge Jreig, comerciante de la avenida Sucre, cerca de los Flores de Catia, considera que la población debería protestar, pero sabe que el miedo domina muchos sectores. Él mismo, cuando un grupo de motorizados identificados con el chavismo pasó por la vía, se estremeció y quiso cerrar su negocio. “La gente está cansada, todo está caro y ya no se puede vivir. La gente está cansada, pero no sé por qué no salen a protestar”.