«Mi gente, yo les quiero decir una experiencia, que le pasó a un familiar. Mi hermano ha perdido la vida, solo, en la calle, sin que nadie lo supiera». En la Casa de la Cultura del barrio Unión, de Petare, y al ritmo de la letra de Jimmy Losh fue velado Edmundo Rada, el exconcejal del municipio Sucre que murió quemado y por dos balazos la madrugada del 17 de octubre.

A las 7:30 am llegó la urna de Rada, conocido por sus amigos como «Pipo», a quién también le decían «ujum» porque a todo respondía con esa onomatopeya. Su ataúd fue montado en dos motos y otras tres le dieron vuelta por más de dos minutos. El sonido de las cornetas más el humo que salía por los tubos de escape se convirtió en un homenaje que despertó las lágrimas en más de un vecino y familiar.
«Estamos todos heridos con la muerte de mi querido hermano. Dios, quítame este dolor. Hoy yo sé que yo no tengo que vivir de esa manera, en la calle, perdido». La salsa no dejó de sonar. Terminaba y se repetía. Un grupo de niños jugaba básquet mientras otros ingresaban a la Casa de la Cultura a darle el último adiós a quien consideran que era su líder y un luchador del barrio Unión.

El padre de Edmundo, vestido de negro y con camisa de rayas blancas, recibió en la entrada del recinto el pésame de sus amigos y de todo aquel que se acercó. La madre no se apartó de su urna, al igual que su última pareja, la madre de su hija menor, de solo un año y medio de vida.

Los honores siguieron. Luego de los jugadores de básquet, se adueñó de la calle que está frente a la Casa de la Cultura el equipo de softbol Titanes, al que pertenecía Edmundo, al que cada domingo le dedicaba un tiempo en la cancha del barrio La Piedrita.

Después de las manifestaciones de cariño comunitarias llegó el homenaje presidencial. Juan Guaidó, presidente encargado de Venezuela, llegó al barrio Unión en compañía de su esposa, Fabiana; del exalcalde del municipio Sucre Carlos Ocariz y de los diputadoa Gilbert Caro y Renzo Prieto. Los líderes de la oposición Juan Carlos Caldera y Enrique Mendoza llegaron por su cuenta. Todos se acercaron a la urna, que tenía encima dos banderas: una de Venezuela y una del municipio Sucre; un guante de softbol, tres rosas y la foto del líder social.

«Solo por hoy yo no quiero beber. No me quiero endrogar. Yo no quiero morir…, lo que quiero es vivir«. Con la salsa de Jimmy Losh entró a la Casa de la Cultura y con la misma pieza salió. El número de acompañantes superó la calle petareña que atravesó en tantos momentos en sus 36 años de vida. Las cámaras de televisión, periodistas, amigos, compañeros del partido Voluntad Popular, políticos y familiares abarrotaran su velorio, al punto que su traslado hasta la carroza fúnebre se convirtió en una tarea titánica. Juan Guaido cargó su urna, junto a unos ocho hombres más, que también se lo llevaron al hombro.

Pasadas las 11:30 am el cuerpo de Pipo llegó a la redoma de Petare. Allí lo esperó otro grupo de conocidos y desconocidos que querían estar en su último adiós. Con el cielo encapotado, su cuerpo partió de Petare hasta el Cementerio del Este y de fondo la misma salsa nostálgica que nunca dejó de sonar.

Pipo fue enterrado en la parcela D-22 del Cementerio del Este, desde donde le tocará ver los progresos que tenga la segunda barriada más grande de Latinoamérica, que lo despidió y a quien le prometieron devolverle con hechos la lucha que hizo en buena parte de su vida.
