Caracas.- El reinicio de la negociación en México entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición agrupada en la Plataforma Unitaria Democrática produjo un segundo acuerdo, firmado el 26 de noviembre, vinculado con la atención en áreas sociales priorizadas mediante el uso de 3.000 millones de dólares provenientes de activos congelados de la República en el exterior, cuya administración estará a cargo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Además del consenso que lograron ambas partes, luego de un proceso de negociación que se mantuvo en secreto durante meses antes de llegar una vez más a México después de un año -según relató recientemente Maduro-, la oposición y el oficialismo deberán afrontar desafíos particulares que confluyen en el elemento central del conflicto político, como lo es la ausencia de alternabilidad política, de acuerdo con el politólogo y académico John Magdaleno.
«Ese es el meollo del problema. No solo que no hay elecciones libres, justas y competitivas, sino que el conjunto de condiciones que las procuraría, como el reconocimiento de una serie de libertades civiles y de derechos políticos fundamentales, están siendo violados desde hace rato», explicó Magdaleno a El Pitazo en un evento auspiciado por la ONG Paz Activa.
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Retos del oficialismo
Maduro condiciona el destino de la negociación al levantamiento de las 763 sanciones internacionales que padece su administración, según detalló recientemente en una rueda de prensa con medios internacionales en el Palacio de Miraflores.
Por su parte, la oposición que agrupa a los partidos del denominado G4 (Acción Democrática, Voluntad Popular, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo) sostiene que, firmado ya el denominado acuerdo social, es el momento de que se inicie la discusión centrada en lo político, para poder llegar a los consensos que despejen el espinoso camino de las condiciones y las garantías que conduce a las elecciones presidenciales previstas para 2024.
«El Gobierno no tiene previsto realizar la restructuración y la redemocratización a la que la oposición aspira, porque el régimen autoritario lo que desea es, precisamente, la consolidación del autoritarismo. El gran riesgo que se corre en la negociación es que el Gobierno la use como instrumento de estabilización de mediano plazo», explicó Magdaleno.
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El miércoles, sin eludir las tensiones por la negociación en México, Maduro habló en Miraflores tanto de estabilización en lo económico -un objetivo central de su administración-, como de elecciones con garantías condicionadas al levantamiento de las sanciones.
«Elecciones libres de sanciones, ahí está el dilema. ¿Elecciones justas, libres y transparentes quieren? Elecciones libres de sanciones», dijo Maduro a medios internacionales el miércoles.
Retos para la oposición
La oposición unificada en la Plataforma Unitaria, que Maduro identifica como el sector radical de la oposición en el país, lidia con sus propios problemas de unificación en lo interno, además de lo que implica adversar al oficialismo.
«El principal desafío de la oposición es cómo hacer para que el punto medular del conflicto político se ponga dentro de la agenda de negociación y de las discusiones en lo sucesivo y cómo procurar avances en la restitución de las garantías que son violadas, para que pueda haber elecciones libres y competitivas y ulteriormente alternabilidad política», advierte Magdaleno.
El también director de la consultora Pollity resalta que es la oposición la parte en conflicto con más complejidades para afrontar en el mediano y largo plazo en el contexto de la negociación. «Por sus dificultades organizativas y porque no ha podido construir una fuente de presión interna en el Gobierno».
Roles en la negociación
El jefe de la delegación del oficialismo y presidente del Parlamento electo en 2020, Jorge Rodríguez, aseguró que la firma del acuerdo social constituye el acta de defunción de lo que denominó la aventura guadocista al referirse al gobierno interino.
De acuerdo con Magdaleno, tras el reinicio de la negociación cada factor político intenta encuadrar la interpretación del proceso celebrado en México.
«En teoría de juegos hay un modelo que se llama halcón-paloma, en el que un actor opera como negociador duro y el otro, como el blando. Después de haber conquistado el acuerdo social, el Gobierno está actuando como halcón, pero frente al acuerdo social actuó como paloma. De hecho, ambos actuaron como paloma porque de lo contraria no se hubiera llegado a un acuerdo», explica el docente de la UCV y de la Ucab.
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Un análisis en frío del resultado del reinicio de la negociación en México y lo logrado hasta ahora, según Magdaleno, evidencia que ni el oficialismo ni la oposición son factores victoriosos, sino que con la firma del acuerdo social es la población venezolana el indiscutible sujeto beneficiario.
«Con la firma del acuerdo el Gobierno reconoce la crisis gravísima que es su responsabilidad. Tampoco se puede desdeñar que la oposición ha sido bastante ineficiente e ineficaz al momento de plantear una estrategia de lucha política que nos aproxime a una transición a la democracia. Al final los dos están asumiendo los costos de firmar ese acuerdo», concluyó Magdaleno.