Luego de escapar de Venezuela, donde fue encarcelado y torturado, el teniente retirado Ronald Leandro Ojeda Moreno escribió un libro de 185 páginas en las que relató su “adoctrinamiento” mientras estuvo en el Ejército venezolano, su detención por una presunta conspiración en contra de Nicolás Maduro, pero también las torturas progresivas a las que fue sometido, llenas de interminables interrogatorios. Estos tratos crueles e inhumanos que cuenta Ojeda, cuyo cuerpo fue encontrado en la localidad chilena de Maipú, han sido documentados por organizaciones defensoras de derechos humanos.
En territorio chileno, Ojeda fue secuestrado la noche de 21 de febrero. Individuos vestidos con uniformes de la Policía De Investigaciones de Chile lo sacaron de su casa semidesnudo. Luego de 10 días de su desaparición, la Fiscalía de ese país confirmó, este 1 de marzo, la muerte del militar venezolano. Autoridades encontraron el cadáver en una comuna del sur de Santiago, debajo de un bloque de cemento, a 1,4 metros de profundidad
Ronald Ojeda dejó un libro donde cuenta cómo eran las torturas en la Dgcim
Ojeda había solicitado asilo político en Chile, pues en Venezuela el gobierno de Nicolás Maduro lo encarceló y torturó. Así lo contó el propio militar en un relato que está en poder de su hermano Javier Ojeda. “Esto no es un libro; es una denuncia y una advertencia”, reza el texto publicado por el diario chileno La Tercera.
El 25 de marzo de 2017 todo cambió para Ronald Ojeda, quien hacía guardia en su puesto de mando en el estado de Apure, cercano a una planta de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Según cuenta en su libro, ese día el coronel y segundo comandante de la brigada, Marco Tulio Álvarez Reyes, alias «Machetico», lo interceptó en su vehículo y le apuntó a la cabeza con su arma. «Teniente, maldito traidor», recuerda que le dijo.
Ese mismo día lo trasladaron a un aeropuerto abandonado. Allí había militares vestidos de negro, sin identificación, pero portaban solo un logo de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Desde ese momento comenzaron las torturas, las cuales se incrementaron luego de llegar a su centro de reclusión en Caracas, donde despertó en una celda de una cárcel de la Dgcim, totalmente oscura y sucia.
Las formas en las que Ronald Ojeda recibió torturas también han sido documentadas por organizaciones no gubernamentales, como Voces de la Memoria. El director de esta ONG y expreso político Víctor Navarro comentó que las descargas eléctricas y golpizas por parte de efectivos de seguridad del Estado se viven en celdas de la Dgcim y del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), pero también en otros lugares.
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La coordinadora general de la ONG Justicia, Encuentro y Perdón, Martha Tineo, también coincidió en que su organización ha documentado casos de tortura, violencia sexual y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes perpetrados presuntamente por agentes de seguridad del Estado contra presos políticos, tanto militares como civiles
«Las víctimas han señalado que tales hechos han ocurrido tanto en sedes de la Dgcim, Sebin e incluso en centros de detención no identificados. Esto ha sido documentado y expuesto por la Misión Internacional de Determinación de los Hechos sobre Venezuela, de Naciones Unidas», puntualizó la defensora de derechos humanos.
Torturas progresivas
Ronald Ojeda cuenta en su libro que el mismo general que lo secuestró lo hizo para entregarlo al órgano de inteligencia del Estado venezolano por un presunto golpe militar fallido contra Nicolás Maduro. “Me dice: ‘Eres un traidor, ¿estás conspirando?’. Si era verdad, no podía darle razones, y si era mentira, no podía darle elementos para crear supuestos. Así que mi ‘no’ fue muy sincero: ‘Nada que ver mi general”, relató.
El teniente comentó que lo subieron a un avión, lo interrogaron por un dinero que llevaba consigo, que se lo había dado su superior, el general de brigada Ovidio Delgado Ramírez, quien lo felicitó por su trabajo y lo calificó de ejemplar. Todo esto ocurrió el 25 de marzo de 2017, cuando debía prepararse para viajar a Caracas, ya que lo habían citado a una reunión.
Escribió que lo primero fue una patada en la cabeza y abrían la puerta del avión, amenazando con lanzarlo. Le rociaron gas pimienta en el rostro y luego lo asfixiaron con una cuerda amarrada a su cuello. Sesiones interminables de interrogatorios con descargas eléctricas: ataban los cables a los extremos de sus orejas, en los dedos meñiques de las manos, en los tobillos, todo esto con la intención de que dijera algo.
Luego de llegar a Caracas y despertar en una celda de la Dgcim, supo que lo peor estaba por llegar. Le arrojaban comida al piso, sin platos: una arepa y lentejas. Cuando terminaba, lo sacaban para más sesiones de tortura e interrogatorio. En plena oscuridad, escuchaba cómo torturaban también a otros acusados en celdas vecinas.
“Las descargas eléctricas se convierten en una práctica rutinaria al momento de hacerte hablar. Comienzan con leves sesiones, que aumentarán progresivamente, dependiendo del grado de información que le suministres. La asfixia mecánica y golpes con barras metálicas envueltas en esponja es para demostrarte que la ley allí no existe”, contó en su manuscrito.
También detalló cómo lo colgaban de una pared durante horas o le sumergían la cabeza en un balde con agua “para que hablara y dijera algún testimonio que ellos querían que repitiera”. Sin embargo, Ojeda sostuvo hasta el final su inocencia y estaba convencido de que no tenían ninguna prueba en su contra.
La forma en que se practican las atrocidades y el incremento de estas son relatadas también por Víctor Navarro, quien estuvo detenido en El Helicoide, el centro de torturas más grande de Latinoamérica.
Navarro comentó que las torturas son progresivas, sobre todo al principio, cuando son más fuertes porque es el momento en el que interrogan al detenido para inculpar a otras personas. Luego, estos tratos crueles se pueden exacerbar como una medida para coaccionar o silenciar a quienes protestan. Estas personas pueden ser familiares que deciden manifestarse a las afueras de los centros de reclusión.
“Luego de eso hay como un sistema para prolongar muchísimo más la tortura psicológica. Empiezan a jugar al olvido, a desterrarte en ese mismo lugar, y así es como de alguna manera lo aplican”, explicó Navarro al equipo de El Pitazo.
Torturas a militares
De acuerdo con el director de Voces de la Memoria, las torturas no se pueden diferenciar entre sí. Al final del día son torturas. Sin embargo, consideró que en el caso de los militares, estos tratos crueles se aplican con más ahínco.
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“A este grupo en particular lo aíslan y lo golpean muchísimo más porque quizás representa un costo político muchísimo más alto para el régimen. En ese sentido, es mucho más marcada la tortura física que les hacen a los militares que la que practican contra civiles”, precisó.
Navarro comentó que durante cinco meses en las celdas del Sebin pudo escuchar cómo violaban a mujeres, cómo golpeaban a un hombre y le ponían corriente en su cuerpo. Esto fue lo que más le impactó: la tortura a los demás.
«Muchas veces te enfrentan a los otros presos políticos para que tú veas cómo los torturan a ellos, porque de alguna manera es torturarte a ti. Yo creo que esa es la peor tortura, la de los otros», finalizó.
El teniente retirado y asesinado en Chile tras escapar de Venezuela, Ronald Ojeda, pudo dejar su libro en el que escribe lo siguiente: “La Libertad nació sin apellidos. Nació libre como el viento, con nombre de mujer y pare hijos con sangre de libertad. Hoy vinieron por mí; mañana irán por ti. Todos somos culpables, hasta que se demuestre lo contrario”.