Caracas.- Antes del 30 de abril, cuando en medio de un alzamiento militar se conoció que algunos sectores del oficialismo y la oposición se encontraban negociando la salida de Nicolás Maduro, un pacto político lucía lejano. Juan Guaidó, presidente encargado de Venezuela y jefe del Poder Legislativo, ha enfatizado que podría negociar “con quien sea”, pero solo el cese de la usurpación, mientras que el gobernante cuestionado por 60 países insiste en instalar un proceso de diálogo.
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No obstante, expertos consultados por El Pitazo aseguran que Venezuela se encuentra en una etapa de inviabilidad, lo cual obligará a ambos factores a negociar.
El politólogo y experto en resolución de conflictos Miguel Ángel Martínez Meucci indica que es indudable que la continuidad de Maduro en el poder sí está amenazada y el mejor ejemplo quedó registrado el 30 de abril, cuando se conoció que el general de división Manuel Cristopher Figuera, hasta ese día director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), estaba detrás del alzamiento militar para provocar su salida del poder.
Y es la opinión que comparte el analista político Javier Vivas Santana, quien lo percibe como un funcionario debilitado, acompañado por una Fuerza Armada Nacional (FAN) que se encuentra fracturada y unos gobernadores y alcaldes que prefirieron callar ante lo ocurrido.
Del lado de la oposición, la negociación ideal sería la salida de Maduro, y del lado del oficialismo, el escenario ideal es el levantamiento de las sanciones impuestas principalmente por Estados Unidos (EEUU). Pero Martínez Meucci señala que estos puntos, que considera extremos, podrían impedir un acuerdo entre Maduro y la oposición.
“Solo una amenaza militar creíble o el abandono de parte de Cuba puede obligar a Maduro a negociar su salida”, subraya el politólogo, quien detalla que el ultimátum pudiera ser un desconocimiento generalizado de los uniformados o una intervención militar foránea.
Ahora bien, Maduro no es el único factor con quien se podría negociar. Eso ya quedó demostrado el 30 de abril y los días posteriores, al conocerse que varios de sus hombres de confianza, como el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, preparaban junto a la oposición y Estados Unidos un acuerdo que permitiría llegar a la transición, segundo paso de la ruta planteada por Guaidó.
“La negociación posible parece enfocada más bien a prescindir de Maduro y Cabello; está dirigiendo sus esfuerzos hacia los miembros del alto mando militar”, subraya Martínez Meucci.
Dentro de los posibles negociadores también se encuentran los aliados del chavismo, como Rusia, China y Cuba, con quienes se requiere llegar a alguna “contraprestación a cambio de facilitar un cambio de régimen en Venezuela”.
Vivas Santana aporta que la esposa de Nicolás Maduro, Cilia Flores, podría ser una negociadora, tomando en cuenta que sus sobrinos son procesados por la justicia estadounidense.
El Pitazo conoció que el pasado 3 de mayo, se registró una reunión promovida por países de Europa en la que participaron el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez; el presidente de la Comisión Constitucional de la Asamblea Nacional Constituyente, Hermann Escarrá; y el ex congresista y miembro del Grupo Bostón, Pedro Díaz Blum. De acuerdo con una fuente, en ese encuentro se abordó la redacción de un preacuerdo para la transición que incluyera a factores del chavismo y de la oposición.
¿Dónde quedan Cabello y Padrino?
Dos de los hombres más poderosos del chavismo, Diosdado Cabello y Padrino López, han revelado a través de su comportamiento que no están interesados en separarse de la cúpula, según la apreciación de Martínez Meucci.
“Si no obran a favor de un cambio, sus destinos no serán muy distintos al de Maduro”, agrega.
Las voces de la negociación
A pesar de que desde la oposición no se tome por cierta la supuesta intención del gobernante de dialogar, instituciones y personalidades han apelado al entendimiento, lejos de apoyar una acción militar como posible solución a la crisis política que sin duda se agravó a partir del 30A.
Es el caso de Jennifer Maccoy, representante del Centro Carter, quien no dudó en admitir que Maduro continuaba en el poder el 1° de mayo, pero “seriamente débil”. “Es el momento de negociar la transición para preparar las elecciones”, apuntó, al tiempo que adelantó que el Grupo de Contacto Internacional podría ser una opción para la mediación.
En ese acuerdo podría evaluarse la alternancia de poder para reformar las instituciones, garantizar la participación política del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y aclarar algunos elementos sobre la justicia transicional.
El Parlamento Centroamericano también insistió en una negociación política sin violencia. De los seis países que lo conforman, cuatro, que son Honduras, Guatemala, República Dominicana y Panamá, han reconocido a Guaidó como Presidente y a sus representantes diplomáticos.
Sin criminalizaciones
Bases sólidas para negociar es la propuesta de Dale Letra, una plataforma ciudadana que ha dedicado esfuerzos para buscar la vía menos dolorosa y que represente la reconciliación de los venezolanos.
Su representante, Mariela Ramírez, destaca que ambos factores tienen como incentivo la ingobernabilidad de Venezuela y hace especial énfasis en que Maduro sabe perfectamente que carece de legitimidad, lo cual ha derivado en una crisis internacional, sobre todo en el aspecto económico, porque las vías de financiamiento se han cerrado.
Pero la oposición no se queda atrás. No ha tenido buenas experiencias con las mesas de diálogo y negociaciones que ha entablado con el Gobierno, al menos en los últimos cuatro o cinco años. Eso no debería ser una limitante para seguir insistiendo en esta vía. Destaca que en ninguno de los procesos anteriores han existido facilitadores, solo asesores, como en el caso de República Dominicana.
Su propuesta va orientada a que la negociación contemple que la bancada oficialista regrese a los curules de la Asamblea Nacional (AN), órgano que deberá liderar el acuerdo de la transición, por ser el único poder legítimo escogido en elecciones medianamente transparentes, para luego conformar un gobierno de transición que se encargue de organizar unas elecciones presidenciales y de renovar a los Poderes Públicos.
“El cese de la usurpación debe acabarse con el acuerdo”, sentenció.