Caracas.- Miguel Castillo tenía 27 años cuando recibió un disparo de arma de fuego a la altura del intercostal izquierdo mientras protestaba en la avenida principal de Las Mercedes en 2017. Era comunicador social de la Universidad Santa María, jugaba béisbol y fútbol y sus flores favoritas eran los girasoles. Ni sus familiares ni sus amigos quieren recordarlo llorando. A dos años de su muerte, se celebró una eucaristía en la capilla del Colegio San Ignacio de Loyola, en donde estudió. Ni si quiera Luisa, su hermana, al hablar del dolor y de la pérdida, lloró, porque lo recuerda feliz, siempre sonriente.
“Sigues doliendo. Cada día me pregunto qué estarías haciendo, cómo sería tu vida. (…) Hace dos años fue la última vez que vi tu sonrisa, que escuché tu voz. Negro, me enseñaste muchas cosas, pero no me enseñaste a vivir sin ti”, leyó Luisa.
Aunque recibió el disparo el 10 de mayo, fue el 11 cuando murió y se convirtió en una de las más de 120 víctimas que se registraron durante las protestas en contra de Nicolás Maduro que sucedieron entre abril y julio de 2017.

Nadie quería llorar. Nadie lo decía, pero parecía que todos preferían agradecer por los 27 años de vida de Miguel en vez de llorar. En una misa que duró cerca de dos horas, el doble de tiempo que lo habitual, todos los que pudieron mencionarlo describieron a Miguel como el hombre de la eterna sonrisa y el gran corazón.
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Nadie quería llorar, parecía; incluso el sacerdote cantó, acompañado por el sonido de las cuerdas de una guitarra, una pieza que comenzaba: “Felicidad de vivir en tu casa y alabarte por toda la vida”. Hubo entusiasmo, aplausos y los más atrevidos movieron sus piernas como quien quiere bailar, pero es tímido.
A la misa asistieron un poco más de 100 personas, entre ellas, el presidente encargado y líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó. También varios compañeros del colegio, la universidad y deportistas. Faltaron Carmen Luisa y Luis Fernando, sus padres.

Ante la presencia de Guaidó, el sacerdote invitó a los asistentes a seguir luchando, a responder a la convocatoria del parlamentario para este sábado 11 de mayo. “Te agradecemos por tus servicios, chamo”, le dijo a Guaidó, luego, bromeando, corrigió: “Perdón, señor presidente”.
Antes de comenzar la ceremonia, Luisa leyó: “Antes de ser un héroe para Venezuela, lo fuiste para mí”. Al final, el sacerdote aseguró que hace falta la fuerza del espíritu santo para resistir, también para ser valientes; para él, la mejor manera de honrar la memoria de Miguel es ser valientes: “Miguel salió con esa fuerza a defender a su pueblo. Salgamos. Dios no quiere a sus hijos tristes ni amargados, sino libres y felices”.

