Caracas.- Los habitantes de la avenida principal de Palo Verde, Lomas del Ávila, Las Antiguas, Loma Escondida, Parque Alto y Nuevas Lomas comenzaron a trabajar en un plan de emergencia humanitaria comunitaria luego de que los tres apagones masivos del mes de marzo los dejara desprovistos de todos los servicios y comprometiera la seguridad de más o menos 5.000 personas de 76 edificios.
LEE TAMBIÉN:
LACRIMÓGENAS DE LA GNB AFECTARON A DOS BEBÉS DURANTE PROTESTA EN COTIZA
Para los vecinos de estos sectores al este de la capital, lo importante es trabajar juntos: “La apatía, indiferencia y desánimo nos tienen agobiados”, aseguran. Lo que buscan es unir esfuerzos, no solo de los residentes, también de Protección Civil, Polisucre y Cruz Roja.
La principal razón para iniciar con un plan de emergencia fue el encierro al que se sometieron durante los días más oscuros de las fallas eléctricas. A partir de entonces, los vecinos pensaron en los recursos que debería tener una urbanización en medio de un colapso de los servicios públicos.

La estrategia es un intento por retomar las riendas de la comunidad y no depender de la respuesta de las autoridades gubernamentales. Para lograr el objetivo, que es sentirse seguros en escenarios de contingencia, los vecinos proponen varias metas:
1. Conocer a cada vecino. En primer lugar, para saber quiénes pertenecen a los edificios y así identificar a extraños. Luego, para determinar el recurso humano con que cuentan estos consejos comunales. Insisten en la importancia de saber con qué cuentan: médicos, paramédicos, enfermeros, docentes, ingenieros, funcionarios policiales. Además, tener una data de los habitantes puede indicar quiénes son las personas que pueden ayudar a conseguir recursos –sobre todo alimentos y medicamentos- de forma más sencilla en medio de la emergencia.
2. Determinar los grupos vulnerables, como los niños, ancianos, personas con discapacidad y enfermos para atenderlos con prioridad y de manera particular. Esto, según los vecinos, puede facilitar el traslado en momentos de emergencia y también puede determinar las decisiones de la comunidad. Además, pensar en los niños, por ejemplo, puede influir en la planificación de actividades recreativas y educativas como espacios de juego o tiempo para el estudio, sobre todo, luego del mes de marzo en el que fueron laborales solo siete días.
3. Establecer canales de comunicación que no necesiten electricidad. Muchos propusieron comprar radios portátiles para los casos de emergencia o para las repeticiones de las fallas eléctricas que comenzaron el 7 de marzo. Este aspecto lo discutieron en función de la seguridad de los residentes, quienes no descartan tener que cumplir con turnos de vigilancias en las entradas de los edificios.
4. Reconocer los espacios de la urbanización para saber qué lugares son más seguros y cuáles son las “zonas rojas”. Los vecinos consideran importante conocer apartamentos y salones de fiesta que pudieran servir como espacios de acopio, almacenamiento o, incluso, como salas médicas improvisadas para atender emergencias en caso de que se repitan situaciones como las protestas de 2017, en las que murieron más de 160 personas en 120 días de calles.
5. Trabajar de la mano con organismos de seguridad como Protección Civil, Polisucre y Cruz Roja. Además de tener siempre a la mano los números de emergencia para hacer las denuncias o pedir asistencias, los habitantes de Palo Verde esperan poder organizar talleres para la formación de la comunidad, como primeros auxilios o conservación de alimentos.
Para esta comunidad, además de asumir la responsabilidad de la seguridad de la zona y trabajar unidos, crear un plan en conjunto es una forma de mantenerse ocupados, activos y sanos.