Barcelona.- Yulimar Rojas duerme en su cama esta noche. La reina del salto triple llegó a la capital del estado Anzoátegui y fue recibida en la plaza de Las Cuatro Caras, de Barcelona. En caravana recorrió los municipios Bolívar, Sotillo y Urbaneja, pero no sin antes agradecer a los lugareños el apoyo, la confianza y la alegría por sus logros.
Un año y medio ha transcurrido desde que la medallista olímpica se despidió de su familia para cumplir su sueño. Regresó la tarde de este viernes, 1 de octubre, con la medalla de oro colgada a su cuello y bailando al son del mejor calipso, el ritmo que ella lleva en la sangre.
Una pequeña tarima fue instalada en la plaza capitalina y allí fue recibida por su primer entrenador, el profesor Jesús Vásquez, a quien la campeona olímpica conoció desde los 14 años de edad como “Tuqueque” y a quien ahora le agradece por el valor y la disciplina en el campo.
“Ahora que Yulimar está en casa deberían ver el estado en el que se encuentra la pista del complejo polideportivo José Antonio Anzoátegui de Barcelona, la cual representa un riesgo para quienes se entrenan en el lugar”, denunció sin remordimientos Velásquez, quien hoy en día es entrenador de un joven de 16 años de edad.
La atleta fue recibida por escuelas deportivas de distintas disciplinas en el estado, y luego de sus palabras de agradecimiento se montó en un camión de plataforma que le habían preparado para pasear por los municipios de la zona norte de Anzoátegui. El destino final fue el Paseo de la Cruz y El Mar, tan visitado por la atleta antes de convertirse en la reconocida medallista olímpica que admira toda Venezuela.
“Quisiera aprovechar este momento para decirles a los jóvenes del estado Anzoátegui y de Venezuela que nunca abandonen un sueño porque todo lo que se hace con constancia, disciplina y empeño se logra. Esta es la primera medalla de oro que una mujer trae a Venezuela, pero no será la última porque hoy en día las mujeres llevamos la vanguardia en Venezuela”, les dijo Yulimar Rojas a los fanáticos que la esperaron por cuatro horas consecutivas en la plaza de Las Cuatro Caras, de Barcelona.