Maturín.- Al menos 10 vendedores informales fueron desalojados de la entrada del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar, de Maturín, el lunes 8 de julio. La acción estuvo a cargo de funcionarios de la Policía del estado Monagas y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
Se trata de un grupo de personas que tiene entre 25 y 30 años ofreciendo mercancía seca y café a los usuarios. Sandra Pérez es una de ellas; mantiene a su familia con los ingresos que le genera la comercialización de galletas, jugos y cigarros, entre otros productos.
Cataloga la medida de algo injusta, porque los califica como delincuentes. “El director de la Policía del estado, Jhonny Berroterán, está alegando la aplicación de un plan de seguridad con el que quieren impedir la reventa de insumos y con eso prácticamente nos está acusando de un delito. Creo que no le han puesto atención a lo que ocurre realmente dentro del hospital”, afirmó.
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Pérez sostiene que detrás de la fuga de insumos está el personal del centro asistencial, así como los vendedores ambulantes que se pasean por los pasillos y los cinco pisos. “Somos gente honrada y eso tiene que importar en este momento, cuando lo único que necesita este país es que el venezolano trabaje”, agrega.
Jhon Bottini también perdió su puesto y ahora ocupa uno en la isla frente al hospital. Asegura que unos 50 informales pasan a diario al Núñez Tovar sin ningún tipo de restricción. “La ley tiene que ser para todos, no para unos pocos”, aseguró.
También cree que la acción policial no acabará con los vicios dentro del centro asistencial; piensa que eso es un trabajo que pasa por el cambio del personal. Lo que quiere es que las autoridades gubernamentales se sienten a dialogar con ellos en una mesa de trabajo.
Por su parte, algunos usuarios se mostraron sorprendidos al ver la entrada despejada. Al ser consultados sobre la medida, se mostraron de acuerdo porque el espacio se ve más limpio.
Haidé Blanco, familiar de un paciente recluido en la emergencia, dijo que ahora hay más visibilidad, pero al mismo tiempo consideró que el grupo de vendedores debió ser reubicado en un local dentro del hospital.
“Teníamos más cerca algunos productos y más económicos también. Creo que las autoridades deben buscarles un espacio dentro del hospital y garantizarles su derecho al trabajo”, mencionó la mujer.
Otros usuarios, como Aureliano Patiño, rechazaron la activación de un plan de seguridad que arranca desde las siete de la mañana hasta las cinco y media de la tarde.
Patiño tiene un mes en el Núñez Tovar; hace una semana notó más personal en las entradas revisando los bolsos y las carteras. “Dicen que es por seguridad, pero, ¿qué seguridad puede ser esa si ya a las seis de la tarde no hay ni un custodio?”, cuestionó.
Aseguró que a partir de esa hora no hay control interno, exponiendo la seguridad de los enfermos y sus visitantes. “Deberían revisar cómo es ese plan de seguridad, porque de plan no tiene nada. Aquí estamos con la protección de Dios”, manifestó.