Maturín.- Juan tiene COVID-19 moderado grave y es diabético. Está internado en el quinto piso del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín, uno de los tres espacios que han sido habilitados en el centro centinela para albergar a pacientes como él. Este 12 abril contó a El Pitazo cómo han sido sus días en el camino hacia su recuperación sin médicos que lo atiendan, según afirma.
“No ha sido fácil, quiero salir de aquí. Estoy deprimido”, relata en un mensaje vía WhatsApp. La razón de su depresión, además de los estragos que está haciendo el virus en sus pulmones, es la condición de su hospitalización. “No hay médicos que me atiendan. No han subido a verme. Necesito atención”, aseguró.
Juan tiene ocho días hospitalizado, cuatro de ellos en la emergencia y los otros cuatro en el quinto piso. Mientras estuvo en el área principal de COVID-19, era evaluado con poca frecuencia. “Lo único que es constante es la revisión de la mañana. Esa es realizada por los especialistas acompañados de los residentes. El resto del día, son los residentes de medicina interna quienes nos atienden, pero a medias”, contó.
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El comerciante de 38 años de edad no culpa a los médicos de la falta de atención. “Ellos son pocos. Sólo quedan dos por guardia. Nosotros somos casi trescientos. Mi hermana caminaba horas para conseguir a un médico. Si hay que culpar a alguien sería a las autoridades que habilitaron un espacio sin tener personal. No hay enfermeras y por eso se retrasa la colocación de medicamentos”, dijo.
Una fuente interna consultada por El Pitazo este lunes explicó que sólo hay seis residentes de medicina interna, que cumplen guardias en grupos de dos. Ambos atienden a los pacientes de emergencia, la sala habilitada en pediatría así como en los pisos cuatro y cinco.
En el camino hacia su recuperación, su familia ha gastado dos mil dólares en tratamiento y equipos, como en un flujómetro por el que pagaron 110 dólares. También los estafaron con la compra de una medicina. Preparan su dieta alta en alcalinos y baja en sodio, porque el hospital de Maturín no tiene servicio de nutricionista.
“Mi hermana me ayudaba hasta cuando tenía que hacer mis necesidades fisiológicas en una bolsa porque los baños no funcionan. Pero ahora ella se contagió y me quedé solo. Me quiero ir de aquí. Le pido a la gente que se cuide, porque el virus es real. También le pido al gobierno que habilite a más médicos, a más enfermeras, que no nos deje morir”, expresó.
Para esta nota, El Pitazo intentó contactar a la autoridad de Salud, María Solarte, para que ofreciera su versión sobre lo que ocurre en el hospital, pero no contestó la llamada ni el mensaje de texto. El jueves 8 de abril, Solarte informó que al menos 158 pacientes con COVID-19 están recluidos en el hospital de Maturín y otros 260 en sus casas.