Maturín.- Durante el primer semestre de este 2019, en el Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar han ocurrido 27 muertes maternas. La cifra fue presentada por la sanitarista del centro asistencial, Analila Silva, quien considera que se trata de decesos que se han podido evitar si el sistema de salud público venezolano funcionara correctamente.
Silva explicó que las defunciones han ocurrido por dos causas; la primera está relacionada con las infecciones intrahospitalarias que contrajeron algunas de las mujeres después de parir, mientras que la segunda corresponde a la falta de control prenatal por parte de otro grupo de mamás.
“Este es un número bastante significativo y alarmante en vista de que nuestras mujeres se están muriendo por infecciones o sepsia dentro del mismo hospital. Significa que ellas vienen en buenas condiciones y mueren por infecciones una vez que paren, la otra condición es que algunas no tienen control del embarazo, porque ni siquiera en los ambulatorios tenemos tensiómetros para poder atender a nuestras pacientes”, declaró.
Silva denunció que en el centro asistencial falta higiene, algo que se evidencia cuando se sube a los pisos por las escaleras. “Los baños no funcionan, no hay agua, no hay condiciones mínimas de salubridad y todo esto hace que las mujeres estén expuestas a contraer una infección a parte de las bacterias intrahospitalarias que cualquiera puede adquirirlas”, argumentó.
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Sobre las condiciones sanitarias de la sala de partos, El Pitazo consultó con algunas usuarias; una de ellas fue Rubeilis Zambrano, quien espera por una cesárea. Tiene nueve meses y una semana, llegó el martes, 19 de noviembre, con dolores de parto al Núñez Tovar, pero lo que le sorprendió no fue la larga lista de insumos sino las condiciones del servicio.
“La camilla estaba llena de sangre y así me hicieron el tacto”, contó. Rubeilis teme por su vida y por la de su bebé, cree que es injusto que entre los insumos que le piden se encuentre un litro de cloro para desinfectar los espacios. “Realmente, las condiciones no son las más adecuadas, imagínate que anoche hasta las escaleras estaban llenas de sangre”, agregó.
Luego de que la hija de Lisseth Morao parió, se recostó en una camilla y a las horas sintió picazón en su cuerpo. Morao dijo que cuando les entregaron al bebé tuvieron temor de recostarlo junto a ella y por eso, decidieron desinfectar ellas misma el espacio.
Lisbeth Millán tiene un familiar en el servicio y calificó la situación como deplorable. “Nos dicen que no hay insumos, pero delante de nosotros pasó un personal del hospital con varias cajas que si no son de insumos entonces sabrán ellos de qué será”, cuestionó. Para parir en el hospital de Maturín se necesitan 1.500.000 bolívares y también se debe comprar hasta el mono quirúrgico.