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jueves, 28 marzo, 2024

Ana María, el bote que desapareció misteriosamente hace dos años en Güiria

Isidro Villegas es el padre de Andy Villegas, uno de los 33 desaparecidos el pasado 16 de mayo del 2019 a bordo del bote peñero Ana María. Ese peñero, al igual que lo hacen a diario otras dos embarcaciones, partió desde Güiria, municipio Valdez del estado Sucre, hacia Trinidad y Tobago de forma clandestina. Sus pasajeros iban buscando una mejor calidad de vida en la isla caribeña. Villegas está convencido de que en el caso de ese bote hay hechos que no han sido tomados en cuenta, como que nunca se encontraron rastros del bote en alta mar. Esta es otra tragedia que se ha vivido en Güiria, después de Jonaily José el pasado 23 de abril de ese año

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Eran las 4:30 de la tarde cuando el bote Ana María se adentró en alta mar el 16 de mayo de 2019. Lo hizo desde el puerto pesquero de Güiria, municipio Valdez del estado Sucre, cuando el sol aún estaba intenso. Alberto Abreu, su capitán, recorrió distintas playas hasta llenar el peñero con 33 personas, 20 más de las que deben ir en una embarcación como esa. El grupo debió llegar al puerto Chaguaramas en Trinidad y Tobago, pero en alta mar algo se los impidió.

Este 16 de mayo de 2021 se cumplen dos años de ese momento: un día en el que 33 familias vieron partir a sus seres queridos sentados en un bote, matriculado con las siglas ARSI –CA-0029. Hoy, esas familias, describen el hecho como un misterio que tratan de descifrar. Aseguran que tienen señales que los llevan a pensar que hay unos responsables y que esos responsables están implicados en un delito mayor: la trata de personas.

Por los riesgos de seguridad que representa, este es asunto del que todos hablan en secreto en Güiria, una zona pesquera al Oriente de Venezuela. “Ellos fueron víctimas de bandas que están en alta mar, creemos que es así porque nunca se encontraron indicios de un naufragio. Esperamos volver a encontrarnos con nuestros familiares”, expresa el familiar de uno de los desaparecidos y quien pidió reservar su identidad por seguridad.

Isidro Villegas tiene esa esperanza. Es marino y suele sentarse en la orilla de la playa, con la mirada perdida, recordando el día que despidió a su hijo en el sector “La Playita”: Andy Villegas tenía 32 años de edad cuando desapareció; era uno de los pasajeros. “Mi hijo está vivo y fue víctima de una banda delictiva que se dedica a comercializar personas hacia Trinidad y Asia”, advierte mientras se toma una pausa para seguir hablando sin temor a una posible represalia en su contra.

La experiencia de Villegas en el mar data de 30 años. Es el presidente de “Mayday”, Comité Nacional de Familiares Víctimas de Desapariciones Forzadas y Trata en las Costas de Venezuela (Confavidft). Sostiene que el bote Ana María no desapareció en un naufragio sino que, por las investigaciones que han realizado, presumen que fueron vendidos a bandas delictivas.

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«Creemos que el capitán de la embarcación, Alberto Abreu, en supuesta complicidad con un hombre de nacionalidad colombiana, identificado como Juan Carlos Vegas, tienen algo que ver en todo esto. Lo que hemos investigado nos lleva a pensar en dos versiones, una de ellas es que ambos tenían una deuda con alguna mafia de trata de personas en Trinidad y Tobago y que por eso entregaron a las personas. Y la otra es que vendieron a los pasajeros a otra organización”, denuncia.

Villegas considera que Abreu y Vegas son piezas claves en todo este caso. Abreu era el capitán del Ana María, un bote que era de su madre. De su paradero, actualmente, han conocido que vive cerca de un muelle en la Isla de Granada y que tiene una alerta roja en la Policía Internacional (Interpol), solicitada por el gobierno de Nicolás Maduro tras ser considerado como el responsable de la desaparición de las 33 personas.

De Vegas no manejan tanta información. Lo que han podido conocer es que lo apodaban «El Colombiano», que tenía muchos años viviendo en el municipio Valdez, se dedicaba a trasladar personas hacia Trinidad y que para ello, alquilaba botes a algunas personas en Güiria. En el pueblo se comenta que, además, alquilaba un bar en Trinidad. Cuando ocurrió el hecho, Vegas iba en la embarcación Ana María y algunas personas dicen que no está desaparecido sino en su tierra natal, Colombia.

Sobre ese día en particular, Isidro Villegas recuerda que su hijo había desistido de viajar porque la salida había sido suspendida en varias oportunidades. Pero, cuando Andy estaba acostado «el colombiano llegó apurado a buscarlo. En ese momento, desconocíamos del negocio donde estaban involucrados los responsables de la embarcación en la que iba tanta gente”, agrega.

Andy Villegas había emigrado a la isla caribeña buscando mejoras económicas para mantener a su familia. Foto: Isidro Villegas

Un caraqueño entre los desaparecidos

En este caso, no sólo hay residentes de Güiria desaparecidos. Yoselin López es hermana de Giovanny José López Chirinos (38), un caraqueño que, junto a Winder Dany Blanco Solórzano y Franklin Cordero, está en la lista de desaparecidos en alta mar. El joven llegó de visita a Caracas por un imprevisto familiar y no pudo regresar a Trinidad por vía aérea porque gastó parte de sus ahorros en Venezuela; trabajaba en una empaquetadora de azúcar en la isla caribeña y sus ganancias le permitían vivir cómodo.

«Él vino para asistir al funeral de nuestra abuela y cuando le tocó irse, tenía poco dinero para pagar el pasaje en avión. Entonces, unos amigos que también querían irse a Trinidad le dijeron que se fuera por Güiria, ellos averiguaron y les informaron que las salidas eran legales. Por eso se fue así, desde Güiria, pensando que todo era legal y más económico», explica. La persona que les dio información sobre el viaje en el bote Ana María les dijo que el pasaje tenía un costo de 300 dólares y que les sellarían el pasaporte de salida y entrada.

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Tras el evento, la familia de Giovanny supo que el zarpe era clandestino. Yoselin coincide con el señor Isidro sobre la desaparición de las víctimas y aclara que este es un hecho que no puede catalogarse como un naufragio, porque no se encontraron rastros de la embarcación, como suele suceder en esos casos.

«La hipótesis que tenemos de este caso es la del secuestro, porque en Güiria se decía que el capitán tenía una deuda en Trinidad y que no podía entrar a la isla porque si lo hacían, le iban a quitar la embarcación como forma de pago. Creemos que los pasajeros fueron secuestrados en un hecho delictivo ligado al capitán», refiere.

Su hermano no sólo la dejó a ella y a su mamá esperando por una llamada telefónica para informar que había llegado a Trinidad y Tobago sino también a su hijo, quien tiene una condición especial. Aún esperan que alguien les informe qué ha pasado con este caso o que alguna autoridad gubernamental venezolana active una búsqueda.

Pero la familia no se ha quedado de brazos cruzados. Cuando conocen sobre alguna repatriación de venezolanos desde Trinidad acuden a las autoridades para saber si en ese grupo se encuentra Geovanny, pero ninguna les da acceso a las identidades de las personas. En marzo de este 2021, vieron un rayo de luz: su mamá observó una foto en la que aparece Geovanny. Se trata de una publicación que hizo el medio de comunicación El Aragüeño en Instagram.

En esa nota de prensa se informa sobre la captura de 17 venezolanos en Trinidad. «En la foto de los detenidos, mi familia identificó a mi hermano por sus rasgos, su postura y sus gestos. Fuimos a Interpol en Caracas y ellos nos dijeron que no manejaban información al respecto», dijo con voz angustiada.

Ante esta situación los familiares de las víctimas siguen exigiendo al Ministerio Público que le den respuesta sobre el caso que está signado bajo el expediente Nº -MP 124854-2019RP-11P2019-000680. En el caso del bote Ana María hay un detenido: Ramón “Moncho” Franco, señalado de estar implicado con el capitán de la embarcación. Isidro Villegas, papá de uno de los desaparecidos, dice que desconocen cuál es el delito que se le imputa a Franco y que su audiencia preliminar se ha diferido en reiteradas oportunidades.

«Los familiares con profundo dolor pedimos ayuda. Ya basta de tanta desidia e indolencia de los fiscales que llevan este caso. Aún no entendemos cómo las autoridades no han podido dar con el paradero del supuesto responsable de este caso», cuestiona Villegas.

Otras desapariciones

En Güiria, municipio Valdez del estado Sucre, la salida clandestina de embarcaciones es contínua. Pescadores afirman que, en promedio, salen dos botes o peñeros con 30 o 40 personas a bordo. La gente sale buscando una mejor calidad de vida, porque el dinero que obtienen en Venezuela no les alcanza para sus necesidades más básicas. Por eso se arriesgan y se lanzan a una travesía de dos horas en embarcaciones poco seguras.

Esas travesías causaron la desaparición de 61 viajeros en dos botes en 2019. El primer caso es el del bote Jonaily José, que naufragó el pasado 23 de abril con 38 personas a bordo; nueve de ellas fueron rescatadas con vida, pero también se halló el cadáver de una adolescente. 28 ciudadanos están desaparecidos. El otro caso corresponde al Ana María.

En esas embarcaciones iban pasajeros que provenían de los estados Sucre, Anzoátegui, Bolívar, Distrito Capital y Táchira. La historia de una nueva embarcación desaparecida, que también partió desde Güiria hacia la isla caribeña, se volvió a conocer el pasado 12 de diciembre de 2020, cuando empezaron a llegar a la orilla de la playa los cadáveres de personas que partieron en el bote Mi Recuerdo.

Familiares de los 32 desaparecidos insisten que fueron víctimas de una red de trata de personas. Foto cortesía: familiares

Pero las estadísticas son más. El presidente de “Mayday”, Isidro Villegas, confirmó a El Pitazo la desaparición de 121 personas en alta mar en seis embarcaciones: La Tiraya (marzo 2020), La Vela de Coro (junio 2019), Margarita (junio 2019), Jonaily José (abril 2019) y Ana María (mayo 2019).

En esas estadísticas no se cuenta el caso del naufragio ocurrido en Delta Amacuro, en abril 2021, porque no habían tenido contacto con familiares de las víctimas. Pero mientras ese contacto ocurre, Villegas cuenta los días y sigue buscando pistas que lo lleven a encontrar a Andy, su hijo que, asegura, ahora tiene 34 años de edad.

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