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jueves, 3 octubre, 2024

Todo sobre el impeachment a Trump

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EE.UU. ha asumido la bandera de la superioridad moral desde su nacimiento, el mismo Bolívar dijo (creo yo que con un toque de ironía) que las nacientes repúblicas hispanas no podían aspirar a una constitución tan perfecta como la estadounidense porque el buen gobierno depende más del carácter y moralidad de los ciudadanos que de sus leyes. El Libertador en su discurso, repleto de reflexión filosófica y política, alegaba un argumento determinista que hoy la mayoría desecharía por completo: que los los hispanoamericanos éramos y somos producto del mestizaje entre españoles, indios y africanos y esto nos hace más desordenados, menos rectos y más dependientes de la fuerza.

¿Qué? ¿No te acuerdas de haber leído eso en el discurso del congreso de Angostura de Simón Bolívar? Lo más probable es que como muchos, te hayas conformado con leer un resumen, o peor, copiar y pegar, esperando que fuese suficiente para aprobar una materia que ni nuestros educadores dominaban. Pero tranquilo, el texto está en internet y puedes leerlo gratuitamente. Nunca es tarde para conocer el lado políticamente incorrecto del Libertador.

En retrospectiva parece que a Bolívar no le faltaba razón y es que el espíritu de la ley de la carta magna estadounidense no solo es muy perfecta para nosotros sino que también ha sido muy perfecta para los propios estadounidenses. No ha evitado, por ejemplo, que en varias oportunidades, algunos hombres con vocación tiránica hayan intentado abusar de su poder, corromper o incluso usurpar atribuciones del poder público estadounidense.

¿Cuál fue el pecado de Trump?

Pues el origen de todo este escándalo es que el presidente más naranja jamás visto, pidió a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, que investigara un presunto hecho de tráfico de influencias y corrupción de Joe Biden y su hijo Hunter. La historia corta es que el ex-vicepresidente y principal candidato demócrata para las elecciones presidenciales de 2020, Joe Biden, ofreció ayuda a Ucrania para aumentar su producción de gas natural durante el gobierno de Obama y casualmente su hijo, Hunter Biden, es incluido unas semanas después en la junta directiva de Burisma Holding, la principal empresa gasífera de Ucrania.

Pero entonces ¿el presidente estadounidense no debió pedir esa investigación, a pesar de que es un hecho público y notorio? Claro que sí, pero no de la forma en que lo hizo. Lo que ocurre en este caso es que no hay buenos y malos, sino presuntos corruptos en todos lados. Gracias a la publicación de una conversación telefónica entre Trump y Zelenski, se puede suponer que Trump presionó a Zelenski para que investigara el caso Biden en su país de dos maneras diferentes: por un lado soborno, ya que pidió la investigación ofreciéndole a Zelenski la oportunidad de ser invitado oficial a la Casa Blanca ¡Un espaldarazo político y diplomático para cualquier político en el mundo! (Y todavía los venezolanos se preguntan porque Juan Guaidó y Trump no se han reunido ¿Ya lo entienden? El presidente de las fakes news usa esas visitas a cambio de negocios y favores y Guaidó no puede ofrecerle nada de eso, por los momentos). Y por otra parte, Donald presuntamente también extorsionó a Zelenski con no entregarle una ayuda financiera otorgada por el Congreso de los EE.UU. a Ucrania, para usarlo en materia de seguridad y defensa, tomando en cuenta que el gobierno ucraniano es cada vez más cercano a la Unión Europea y a la OTAN, mientras Ucrania y Rusia aún mantienen un conflicto vivo en la región oriental de Donbass. También hay que recordar que el maligno carmesí y archienemigo picarón de EE.UU. (Rusia) ya se apropió de Crimea, una península ucraniana, durante el conflicto entre estos dos países luego de la huida del expresidente ucraniano más rusofilo de los últimos tiempos, Viktor Yanukóvich.

¿Cuál es el problema?

Donald Trump es el presidente del poder ejecutivo y en ningún caso debería usar partidas presupuestarias asignadas por el Congreso, que es el órgano del poder legislativo, para sus fines. Eso en cualquier país decente es un delito que se denomina malversación de fondos. Esta sospecha se hace más escandalosa solo por el canal que usó Trump para solicitar la investigación ante el jefe de Estado de Ucrania a Hunter Biden. Ya que lo hizo de forma directa por llamada telefónica y a través de Rudy Giuliani, ex alcalde de Nueva York y abogado «ad honorem» de la presidencia.

¿Cómo deben hacerse estas cosas entonces?

Lo primero es no bloquear la ejecución del presupuesto y más importante aún es que la investigación sobre un presunto delito de la familia Biden debe hacerse en cooperación con el poder judicial y en conocimiento del Estado. El camino regular sería solicitar a Ucrania la cooperación en la investigación a través del Departamento de Estado y del cuerpo diplomático estadounidense, pero han sido precisamente los embajadores de EE.UU. ante la Unión Europea y ante Ucrania los que han testificado en el Congreso contra Trump, ya que ninguno estaba al tanto de las negociaciones entre los presidentes. Lo que hace pensar a la opinión pública, y con bastante razón, es que el interés de Trump era obtener la información de la presunta corrupción de Hunter y Joe Biden en Ucrania sin que fuese público, para así poder presionar o incluso extorsionar al principal candidato demócrata y su contrincante político en las próximas elecciones. Es decir, Donald Trump usaría la ayuda financiera del Congreso y una reunión oficial de la presidencia con fines políticos personales y partidistas ¡Este es el escándalo!

Una oportunidad que no podrán rechazar

Los demócratas de la cámara de representantes del Congreso (The House) al conocer esta información comenzaron una ofensiva legal y política contra el Presidente. El juicio político para el proceso de destitución o impeachment, es una solución que encontró el derecho inglés para erradicar la arbitrariedad de los funcionarios en los asuntos del Estado. Este procedimiento ha sido aplicado a presidentes de los EE.UU. en 3 ocasiones: contra Andrew Johnson (1868), Richard Nixon (1973) y Bill Clinton (1998). La misma constitución estadounidense aclara que el impeachment puede ejecutarse por «traición, soborno u otros delitos o faltas graves». En esta ocasión los representantes acusaron al presidente de otros delitos o faltas graves, específicamente de abuso de poder y obstrucción a la justicia. Y es que desde que el Congreso comenzó la investigación Trump se negó de manera pública a colaborar con el legislativo, no aportó evidencia para su defensa y hasta se dice que ha influido para que los citados a ofrecer testimonio no asistan a la cámara de representantes. La principal defensa de Trump es que el Congreso no puede juzgarlo por las decisiones de política exterior que ha tomado, porque son de su competencia legal, lo que es cierto. Pero lo que Trump ignora deliberadamente es la utilización personal que ha dado a sus funciones presidenciales.

¿Ahora qué?

La comisión de justicia de la cámara baja estadounidense debe votar si los cargos son efectivamente los presuntos delitos en los que incurrió el Presidente, si es así, la cámara alta (El Senado) deberá discutir la realización del juicio con la aprobación de 2/3 partes de los Senadores y por último celebrar el juicio en esta misma cámara. A pesar de que los republicanos controlan la cámara alta del Congreso es bastante probable que se realice el juicio en el próximo mes de enero, porque incluso desde las elecciones de 2016 un grupo de republicanos se mostraron en contra de la candidatura de Donald Trump. Pero para ser honestos, en ninguna de las ocasiones anteriores el impeachment ha logrado la destitución efectiva de un Presidente estadounidense, la ocasión en que estuvo más cerca de lograrlo fue con Nixon, pero la renuncia del propio presidente acabó con el procedimiento, obviamente la sola amenaza del juicio político fue razón suficiente para la renuncia del autor del Watergate.

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