Tecnología para todos

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Por: Gloria Cuenca

He narrado, para disfrute de muchos, mis angustiantes y turbulentos inicios en el mundo de la tecnología. He superado muchos aspectos, aun cuando sigo acercándome a esos procesos de información y comunicación tecnológica con cierta prudencia, para no cometer ni tampoco decir disparates. Sin embargo, nada me ha producido tanta inquietud como el tema del metaverso, enfrentado al universo.

Primero, no entendí nada cuando el señor demandado, MZ, se refirió a que ya andaba en eso del metaverso. Por las redes algunos inventaron toda clase de historias, y finalmente, entendí y creo que se trata de un universo virtual creado por el mismo genio que inventó el Facebook.

“No sería tan grave”, llegué a pensar. Tal vez fue la manera cómo los abogados del implicado en terribles aspectos contrarios a la moral, encontraron para sacar a su cliente del aprieto en el que lo había metido la joven y bella ingeniera, quien decidió salirse de las garras de la empresa con ausencia total de ética, como quedó claro en el congreso de los Estados Unidos.

Con muchos documentos de pruebas lo puso contra las cuerdas, como se diría en argot de boxeo. A partir de allí, empiezo a encontrar y ver un despliegue de hechos relativos a esa posibilidad de una universo virtual: desde series y telenovelas, también informaciones noticiosas y supuestos juegos con los que se ganaría mucho dinero, donde la acción es virtual, pero el dinero sería real.  

Empiezo a indagar y ¿qué me encuentro? Pues, ni más ni menos que el metaverso vendría a ser el universo virtual, ¿paralelo al mundo —supuestamente— real? En mis indagaciones por el mundo de la metafísica se habla de la posibilidad de vidas, mundos y universos paralelos. Ahora, con esta vida virtual, que nos empieza a acosar por todas partes, se me hace más fácil entender lo que antes era casi incomprensible para nuestra pequeña mente y bastante desarrollada imaginación.

En efecto, lo virtual existe y lo podemos ver y muy próximamente palpar, según los últimos avances en esta materia. Sin embargo, tal como ocurre en nuestro mundo, aparentemente, el real, pueden ocurrir estafas, desfalcos y demás tracalerías que hoy padecemos vía el mundo virtual. Realmente parece más fácil que terminemos en una trampa por el mundo virtual que por el que tenemos como verdadero en la vida cotidiana. ¿Resulta más fácil engañar, estafar, extorsionar, virtualmente? No lo sé, no conozco de esas triquiñuelas.

En uno de los conocidos shows, los que se pueden ver en la televisión por cable, observo a un señor que demanda a otro por no haber cumplido con los términos del contrato ¿virtual? que se estableció. El contrato —gran sorpresa— consistía en que habían inventado o creado, como ustedes prefieran contradictorios lectores, una familia donde el esposo era un señor (quien incumplió el contrato); la esposa era el otro señor, arquitecto, no gay, para virtualmente crear una familia. Habían ganado 80 mil dólares y debían repartirlo por igual. Pero el esposo hizo un hijo (virtual también) y quería que la repartición incluyera al hijo, por lo cual no le correspondía el 50 %, sino el 33 % a cada uno.

A estas alturas, sentía un mareo por la confusión que me produjo la historia. Decidí no seguir viendo el programa y no sé cómo repartieron la ganancia del juego virtual. Para mí fue suficiente con lo que vi y escuché. Mi opinión es que ya tenemos bastante confusión en el llamado mundo real como para meternos en camisa de once varas, diría mi abuela, con estos juegos virtuales de otras familias, otras parejas e hijos virtuales.

¡Dios nos ampare! ¡Feliz año nuevo 2022! No virtual. Sí real.

GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela

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