¡Soy chavista, pero no madurista!

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Por: Carlos Hermoso

Resulta controversial y muy común entre alguna gente que aún se identifica con el chavismo: seguir reivindicando a Chávez, pero sentenciar a Maduro. Lo acusan de adelantar una ofensiva liberal como una traición al legado del comandante.

Los hay desde la intelectualidad chavista ―que existe―, hasta la gente sencilla, que ve diferencias donde no las hay. También hay partidos que se asumen como marxista-leninistas y piensan igual. Es amplia la gama.

Cosa muy mala, ya que Maduro más leal no ha podido ser a Chávez. Ha seguido a pie juntillas el legado. Ha sido fiel al artículo 301 de la Constitución. A la ley de protección y promoción de inversiones le ha anexado la ley antibloqueo y la de zonas económicas especiales. La política económica ha favorecido la importación, aun con las posibilidades de desarrollo de la producción nativa. De allí una dolarización que favorece al importador. ¡Qué más!

Se perdona a la gente que vive de la tarifa y la dádiva. En tiempos de la bonanza chavista, muchas familias vivían de la gracia de las misiones que permitía ingresos muy por encima de un salario mínimo nada despreciable en comparación con el que reinaba en países de la región.

Se cumplen las conclusiones que saca Karl Polanyi en su polémica obra La gran transformación. Afirmaba Polanyi que el Estado capitalista —al brindar subsidios al bajo salario, a los indigentes y a los desempleados— favorece a los dueños de medios de producción. Pues, termina socializando costos sociales que pueden repercutir en inflación. Para en el período de bonanza en cuestión, bien pudo hacerlo sin repercusiones inflacionarias, si hubiese destinado algo a la producción de bienes que podían sustituir los importados.

Pero no, su política era importar. De allí la incorporación de Venezuela a Mercosur y la importación de chucherías diversas desde China. Acaba con la producción nativa y favorece otras economías y a los importadores. Maduro, fiel al legado, con lo que ha entrado, nuevamente, lo destina a la importación y poco para la producción nativa, que no sea la de Empresas Polar y una que otra firma de tradición, especialmente en licores y cigarrillos.

Pero veamos el legado. Chávez deja una Constitución con mucha letra y fraseología “progresista”, pero con unos cuantos artículos que la inscriben claramente entre las cartas supremas más liberales del orbe. Así lo indican el artículo 301, 311 y 312. Solicitudes expresas contenidas en los Acuerdos Multilaterales de Inversión.

Además, el comandante, mientras se discutía el proyecto constitucional, aprobaba leyes que también cumplían demandas del gran capital, como los decretos-leyes de eliminación del doble tributo que, para la época —según cálculos del chavista Luis Britto García—, representaban pérdidas para el erario por 17 mil millones de dólares. Le suma en 1999 el decreto Ley de Protección y Promoción de Inversiones Extranjeras.

La autoridad del déspota carismático

En las ciencias, la autoridad se labra con base en la corroboración de los descubrimientos de las leyes del desarrollo de la materia en sus distintas expresiones. Sin embargo, esa autoridad no supone referencia que no sea la razón científica en cada caso.

En política, hay momentos en que la autoridad se configura con base en cuestiones que nada tienen que ver con el conocimiento científico, ni con propuestas que permitan más desarrollo y mayor felicidad para la gente. En determinadas condiciones, el engaño, la manipulación, la propaganda y publicidad engañosa pueden permitir que cualquier personaje mediocre y grotesco se entronice en las simpatías de la gente. Hasta pueden permitirle hacer el papel de héroe, parafraseando palabras de Marx en El 18 brumario de Luis Bonaparte.

En el caso que nos ocupa, resulta difícil entender que gente que domina teóricamente las leyes del desarrollo social, se haya dejado cautivar en su momento. Más aún que siga reivindicando al déspota, con todo el recorrido hasta hoy lleno de evidencias de destrucción de fuerzas productivas, corrupción, incompetencia y una política que, en esencia, es la misma a la del comandante, sólo que con menos dinero. En 2016 Jorge Giordani y Héctor Navarro denunciaron que, en vida del comandante, se malversaron en sobreprecios e importaciones ficticias alrededor de 300 mil millones de dólares, ¿cómo seguir creyendo en la farsa?

García Márquez fue prudente al caracterizar a Chávez: “… me estremeció la inspiración de que había viajado con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más”.

Algunos lo tildan de “Perón venezolano”. Se olvidan que en Argentina, durante el primer peronismo, el desarrollo económico y social fue importante. Se perfilaba en el país austral el afianzamiento de un desarrollo diversificado que colocaba su economía entre las diez más importantes del mundo.

Venezuela, ni por asomo, ha gozado de desarrollo, sino de mayor desindustrialización. Trae, sí, la minería más primitiva que alcanza elevadas escalas de producción, al estar ligada a la delincuencia como mecanismo para la superexplotación de la tierra y de quienes extraen el mineral. Importante legado del comandante.

El chavismo no solamente logra afianzar las relaciones basadas en la explotación humana, sino que también profundiza la dependencia del imperialismo, solo que, saltando del bloque estadounidense al liderado por los chinos, nuevo hegemón mundial.

Se quedan, nuestros chavistas, con la idea de las intenciones del comandante eterno, sumándole uno que otro fetiche.

Sin embargo, la historia nos espera. Seguir en este engaño —de tan grandes proporciones y de consecuencias tan devastadoras para el pueblo venezolano— resulta cuando menos una inconsecuencia, a menos que se viva de este proceso claramente en favor de la oligarquía financiera internacional. Cuenta con recursos como para mantener una nómina bastante voluminosa. De resto, son quienes integran esta forma de dominación los que la sostienen y propagan la idea de sus bondades.

Quienes fueron engañados por la fraseología y la política dadivosa para crear demanda en favor de los importadores, bien pueden engrosar las filas de los que se disponen a derrotar la dictadura en cualquier terreno, siempre aprovechando los resquicios que la dictadura está obligada a brindar.

CARLOS HERMOSO / @HermosoCarlosD

Economista y doctor en ciencias sociales. Profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político. 

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